Mirala por tevé

Por Franco Basaure (*)

Opinión27/01/2017
futbol

Hace días podemos ver como Fox reforzó la llegada de contenido deportivo norteamericano a nuestro país. La constante promoción de la -pésima- liga de fútbol MLS es un adelanto de esta maniobra monopólica. Como nunca en la historia, ahora podemos ver en nuestras casas un partido entre Chicago Fire y Columbus Crew. No solo rellenaron de jugadores latinos esos cuadros con nombre de marcas internacionales, sino también quieren llenar de latinos el público, que lejos de ser hinchas, deben someterse a consumir un espectáculo deportivo irrisorio, ficticio y burdo. Donde los millonarios delanteros hacen goles para asegurar la ganancia extraordinaria y poco les importa la casaca, el corazón y/o la dignidad de su club. Digamos que es el caso diametralmente contrario al de un Almagro vs Chaca, Temperley vs Quilmes o Rosario vs Talleres. No obstante, hicieron el esfuerzo para entrar de a poco al mercado más popular del fútbol: América Latina. En sintonía con los cambios políticos y sociales que atraviesan las realidades latinas, las grandes empresas comunicacionales hacen su jugada y ponen las fichas, de a poco y sin prisa, en los exportadores de fútbol del mundo.

Y cabe la vuelta de la balanza, porque si de este lado podíamos enorgullecernos de nuestros potreros, de los frutos de esos potreros, de los corazones y las gambetas, de los caños y los golazos, de la garra y la pasión inigualable que caracteriza a cada jugador o hincha de este lado del planeta; ahora todo ese producto bruto se etiqueta en las oficinas de Fox y Turner. Podemos decir que la magia no se agota, que la sangre es la sangre, o que la pasión es innegociable. Pero mientras nos miramos a nosotros mismos, el comerciante foráneo ya firmó con nuestros representantes, con nuestros dirigentes, con nuestros conductores, con nuestros gobernantes. Y en un parpadear hemos vendido a algunos millones de dólares la multimillonaria recaudación de la televisación.

El fútbol latino seguirá creciendo seguramente, y su esencia - prefiero pecar de esperanzado - seguirá manteniendo su inspiración. Pero mientras las políticas públicas no se hagan cargo de los patrimonio culturales; que nos solo son propios por una cuestión de ligazón histórica, sino que son propios porque se construyeron material y simbólicamente con el esfuerzo de todos y todas las que levantaron cada club desde las bases, o que llenaron las redes de los arcos del mundo a fuerza de trabajo y persistencia; iremos regalando cada centímetro de nosotros a los conquistadores de la televisión mundial.

Y la discusión que nos viene revoloteando desde el Fútbol Para Todos hasta el último anuncio del gabinete macrista, será por mucho tiempo una cortina de humo que nos aleje del nudo de la cuestión. Porque si veo fútbol o no veo fútbol, si merezco pagarlo o si esa plata es mejor destinada a los jubilados, si fue excusa para pauta política o si la calidad de la trasmisión será mejor, son cuestiones discutibles desde todos los puntos de vista. Pero en fin, si el fútbol es un fenómeno social especial y multitudinario, y por tanto, es la oportunidad de un negocio multimillonario; debemos hacer hincapié en quién se quedará con todos esos fangotes de guita que aparecen cada vez que la hermosa redonda gira en un campo latinoamericano.
Si esa plata fuese ganancia del pueblo, administrada por el mismo, se multiplicarían los potreros, se sostendrían miles de clubes barriales, se construiría una verdadera plataforma de deporte social que no se acaba en la discusión si te gusta el fútbol o no, sino que avanzaría sobre las miles de problemáticas que atraviesan los jóvenes y los niños de nuestros países, donde el fútbol en más de una ocasión es la oportunidad única para compartir, crecer y transformar cada territorio.

Pero esta última cuestión se vuelve un poco más utópica cuando esa inversión extranjera encuentra en este lado los mejores amigos, socios y comerciantes. Cablevisión y DirecTV podrán ser entonces los soportes ideales para las inversiones de la Fox y Turner. Se conocen hace años y la oportunidad que les brinda el PRO es única. Ellos compran los derechos, ustedes ponen la trasmisión y su viejo y glorioso Torneos y Competencias ponen el contenido. La división de la torta es total y la última miga se la llevarán los clubes más grandes (por convocatoria) que también caminan un plan de mercantilización. Porque pronto tendremos una televisación como la de Chile, una liga Postobon como la de Colombia y por qué no un show en el entretiempo al mejor estilo SuperBowl. Dicho sea de paso, en estos días el "mayor espectáculo deportivo" tendrá su edición 51 transmitida en directo para vos por la cadena Fox. Y si no te gusta el fútbol americano, podés ver el fulbo local, siempre y cuando tengas al día el pago al Grupo Clarín.

El partido les salió redondo y nosotros nos perdemos en estúpidas discusiones de café. Y así seguiremos, hasta que no le demos la importancia social fundamental que tiene el fútbol como el deporte en general, en una sociedad en crisis, donde la oportunidad de alegrar la semana con un domingo de fútbol argentino, ahora está también cotizada. Y peor, donde la sociedad paga esas millonadas a cadenas extranjeras a la vez que se nos caen a pedazos los clubes que son una de las mejores recetas que inventó el humano para sacar adelante una sociedad mejor.

Porque en fin el fútbol es libertad y alegría siempre y cuando esté en nuestros pies.

"Cuando tienes un balón en tus pies, eres libre. Eres feliz. Te sientes como si estuvieras escuchando música. Ese sentimiento hará que quieras difundir esa misma felicidad a otros."

(*) Periodista

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