Los caminos de la vida, con su origen en La Agustina

La historia detrás de una foto. José Benítez, Bruno Calvo y Paulo Dybala vivían en la pensión de Instituto en el año 2011. Los tres tenían sueños futboleros. La vida los llevó por destinos diferentes.

Deportes 19/03/2018 Marcos J. Villalobo Marcos J. Villalobo
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Por: Marcos Villalobo

Sonrisas e ilusiones. Gestos y emociones. Sueños, muchos sueños. Fotos que quedan en los recuerdos. Vidas que transcurren en vértigo. Caminos que se bifurcan, y sonrisas que se transforman. Así es el fútbol, así es a vida, y así se puede contar con los anhelos que se construyen en las pensiones de los clubes. En este caso, a partir de una foto registrada en septiembre de 2011 con tres pibes sonrientes que en ese entonces tenían múltiples esperanzas con un futuro futbolero. Ese futuro llegó, pero cada uno con una historia particular.
La foto fue registrada por Gladys Andrada, que en aquel entonces trabajaba en la pensión que Instituto tiene en el predio La Agustina. Ella tomó esa imagen instantánea que quedó para la posteridad, ya que a raíz de la exitosa carrera de Paulo Dybala, sirvió para constatar aquellos días de pensionista de la hoy estrella del fútbol europeo.

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La historia de la “Joya” es conocida con sus goles y jugadas en la poderosa Juventus de Italia donde maravillan a los futboleros y tienen repercusión mundial. Pero, ¿qué fue de la vida de los compañeros que están junto al oriundo de Laguna Larga en esa foto?
José Benítez y Bruno Calvo son los adolescentes que acompañan a Dybala en la imagen. Ambos eran dos categorías más grande (’91) que el enganche (’93), que para ese momento ya había debutado en la B Nacional. Sus historias son muy disímiles y lejos de las luces de la elite del fútbol.

Bruno de Cruz Alta

Bruno Calvo recientemente fue papá de mellizos. “El mejor trabajo del mundo”, resalta en diálogo con LA NUEVA MAÑANA. Se nota su felicidad cuando habla de Noah e Isaac. Pero en realidad todas las mañanas se levanta temprano para trabajar en una cerealera. Ha retornado a su pueblo, Cruz Alta. Y hace dos años que abandonó el fútbol. Ya no lo juega. “Y no, no lo extraño”, afirma contundente. Aunque tras quedar libre de Instituto en el 2012 siguió jugando al fútbol y tuvo celebraciones dando vueltas olímpicas. Fue campeón con Unión de Cruz Alta. Un título muy recordado en el pueblo, debido a que el club se había fundido, regresó en ese 2012 y fueron campeones, con él como protagonista, tras su retorno desde la “Gloria”.

Con una voz pausada y tranquila, este otrora stopper izquierdo relata: “Estuve cuatro años en las inferiores de Instituto, desde 2008 hasta el 2011-2012. Con Paulo teníamos una muy buena relación, él era muy jodón. Todos en la pensión nos llevábamos bien, era un muy lindo grupo. No seguí porque me dejaron libre seis meses antes de que me tuvieran que hacer contrato. Y ahora me retiré. En su momento cuando volví, jugué en el club donde había empezado, y después jugué un Argentino C en Arteaguense, un pueblo vecino, y después abandoné, no quise jugar más. Ahora soy papá. Todo no se puede”.

Calvo, que al hablar de Dybala expresa que le “da mucha felicidad ver todo lo que logró y logra”, porque “de chico ya demostraba que iba a ser crack”, ya no juega a la pelota, lo ve por televisión, mientras arropa a sus bebés. “Con mis hijos estoy hecho ya”, afirma.

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“El Rulo” de La Cruz

Lázaro José Benítez es oriundo de La Cruz. El “Rulo” supo ser un atacante con cualidades que lo hacían soñar. Quiso ser futbolista profesional, pero se quedó en el camino por culpa de las lesiones. Se quedó como miles y miles de chicos en la Argentina futbolera. Pero el “Rulo” Benítez sigue respirando fútbol y pasión. La pelota le pasa por el corazón y sigue jugando en la Liga riotercerense, que inició su temporada este fin de semana; y por el recuerdo de aquellos ocho años en La Agustina, donde conoció a “Paulito”. Aunque el profesionalismo lo gambeteó, él continúa aferrado a la pelota... y a la admiración por su compañero de pensión.
Benítez, que era una de las promesas de esa categoría, se sumó este año al Fitz Simon de Embalse. El año pasado jugó en el club Biblioteca de su pueblo, pero debido a su trabajo no le podía dedicar todo lo que le gustaría. Actualmente trabaja en la Central Nuclear de Embalse, en las tareas de la parada de refuncionalización.

Cuentan los concurrentes a los partidos de los juveniles de “La Gloria” que el “Rulo” era de los “muy buenos”. Solía jugar de enganche, al igual que Dybala en aquel entonces, y, por ende, compartían muchas charlas en los colectivos cuando iban a distintos lugares por el torneo de inferiores de AFA.

“Yo viví al lado de Paulo cuando el tema de la fama le apareció. Y no cambió. Vimos cómo creció su fama de un día para el otro de una forma alevosa. Nosotros lo disfrutábamos. Es un guaso que merece todo lo que está viviendo y mucho más... Él era el más chico de la pensión. David Araya era el celador de noche y María Teresa Herrera era la de día. Una mujer buenísima. Teníamos el gimnasio bien pegadito a la pensión y todas las tardes estábamos ahí, entrenando. Siempre teníamos una pelota ajobachada ahí, y nos poníamos a jugar en el patio de la pensión y nos retaban, por el tema del césped, que no pisemos. Él era muy jodón, un nene y ahora lo veo tan maduro. Nosotros en la pensión lo queríamos mucho, era tan de nosotros, tan de familia todo ahí, nadie le tenía envidia porque era tan buen chico y caía bien a todos”, relata Benítez mientras acomoda el bolsito para ir al entrenamiento de la noche, donde lo espera el técnico Andrés “Pulga” Ríos y hará bromas con el Jere Zenón (otro inferiores de Instituto) o el “Negro” Lima (ex Rosario Central); y también deja lista la muda para cuando mañana al levantarse a las 6 de la mañana esté todo preparado para ir a trabajar a la Central.

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