Tanto la Federación de Supermercados y Autoservicios del país como el Centro de Almaceneros de Córdoba indican una baja en los precios de los alimentos en junio.
Ed Impresa 07/07/2023 Facundo Piai
Especial para La Nueva Mañana
Una pregunta surge impostergable en la Argentina de hoy, que también ronda en la cabeza del titular del Palacio de Hacienda y precandidato a presidente, Sergio Massa. ¿Puede un gobierno ser reelecto con una inflación proyectada de tres dígitos? La respuesta tentadora: probablemente no, al tratarse del principal problema que señalan los ciudadanos de a pie en los diferentes focus group que miden el tono de la opinión pública. Además, si los precios terminan por frenar expansión de la economía e impiden mejorar la distribución del ingreso, la dificultad es aún más. Máxime cuando la vorágine de las alzas acumula 42% en sólo cinco meses. Igual, nada está dicho y todo puede pasar.
En lo que va del año, en una economía tradicionalmente inflacionaria, las alzas de abril anotaron un récord mensual desde la salida de la convertibilidad. Tras ese pico de aumentos, los movimientos de precios de mayo se moderaron y pareciera que la inflación de junio también fue a la baja. Si bien habrá que esperar a la semana que viene para tener las cifras oficiales de Indec, diferentes consultoras anticipan moderación de las subas en el sexto mes del año.
Al ser consultado por este medio, el presidente de la federación de supermercados y autoservicios del país (FASA), Víctor Palpacelli, afirmó a La Nueva Mañana que hubo desinflación en junio. Se estabilizó el precio de la carne y las verduras, más allá de alguna suba estacional, comentó. Mientras que los productos de almacén subieron en torno a 7%; una cifra alta, pero alejada de los dos dígitos de cuando la inflación mensual fue récord. En general, los supermercados reciben listas de precios “más estabilizados”, reconoció Palpacelli.
Si bien las estadísticas de los supermercadistas aún no están cerradas, proyectan subas promedio de 5% en alimentos y bebidas. En donde se destacan dos categorías que escalaron más que la media. Por un lado, el rubro bebidas alcohólicas que en algunos super “subieron más de 10 puntos” y, por otro lado, el azúcar que, como ocurriera en mayo, también continuó subiendo. En el sector explican que se debió a faltante de producto por retraso en la zafra.
Para Palpacelli, quien también dirige la red Almacor, la baja de precios obedece a un “sobrestock” de quienes proveen a los supermercados. “Hay empresas que tienen que vender, porque necesitan liquidez para pagar aguinaldos”, para lo cual moderan los precios en un contexto de “amesetamiento del consumo”. El resultado es “menos movimiento en los precios de listas” que se refleja en mayor quietud en los precios de las góndolas.
Por su parte, el informe del departamento de estadística del Centro de Almaceneros, destacado por medir las subas con precisión, también estimó menor inflación en junio.
Asimismo, otras consultoras privadas con ascendencia en el mercado marcan que las subas promedio del sexto mes del año oscilan entre 6,5% y 7,2%. En gran parte, esta desaceleración obedece, según los informes, a una baja en el precio de los alimentos y a una mayor estabilidad del tipo de cambio. Sobre esto último, el Banco Central aminoró las microdevaluaciones, cerrando junio con una depreciación del peso de alrededor del 7%, alejándose de la devaluación mensual de abril (mayor salto inflacionario, hasta el momento) cuando superó los ocho puntos porcentuales.
La desinflación junto a la aceleración de la recomposición salarial son condición para que el motor del consumo no se pare y termine por enfriar al conjunto de la economía. La industria de la carne advierte los efectos de esta desaceleración. Los últimos relevamientos afirman que, entre enero y mayo, el mercado interno demandó un 11% más que en el mismo periodo del año pasado. En consecuencia, el consumo de carne roja por habitante se recompone. Tras dos años a la baja, el consumo por habitante de mayo ganó 2 kilogramos de carne respecto al año pasado. Todo indicaría que en junio continuó la recuperación de la demanda interna, señalaron a este medio desde la cámara de la carne.
Los otros alimentos derivados de los cereales y oleaginosas corren otra suerte al sentir con más fuerza el efecto de la sequía. Desde la cámara aceitera (Ciara) precisaron a este medio que la soja perdida por las condiciones climáticas será mayor a las pérdidas estimadas. Consecuentemente, se verán afectados los volúmenes producidos de aceite de soja, un producto clave para las exportaciones. El sector recortó las estimaciones de exportación de 5 millones de toneladas a 3,3 millones de toneladas.
Mientras en el aceite de girasol, clave para el mercado interno, proyectan volúmenes de producción que se corresponden con las estimaciones realizadas anteriormente. En efecto, advierten que no está en riesgo el abastecimiento por eventual caída de los volúmenes producidos. Algo similar ocurre con la harina de trigo que, si bien los molineros están afectados por la sequía, no creen que haya una contracción de la oferta.
Sin embargo, sobre esto último, un reconocido profesional que trabaja con productores agropecuarios de la zona núcleo reveló a LNM que no hay “cálculos serios” sobre las pérdidas. Lo que hay es un festival del mangueo, del campo al gobierno y del gobierno al Fondo Monetario, con las consecuencias de la sequía (sobredimensionadas) como excusa. Pero lo cierto es, comenta la fuente, que desde que el agro cambió del “chacarero” a “empresa de servicios”, ya no hay “sequías extremas como las de mediados del siglo pasado”. De hecho, la mayoría hoy “está vacacionando en Europa”, expuso.
La otra preocupación que aborda doblemente a Sergio Massa, en cuanto titular de Economía y precandidato a presidente, tiene que ver con los ingresos. Si bien los informes reportan bajo desempleo, también marcan alta insatisfacción laboral. La gente trabaja, pero no se realiza. Los ingresos se derriten frente a la inflación como un helado al sol. Los reportes disponibles muestran que, en los primeros cinco meses del 2023, los salarios de los trabajadores registrados superan por poco a la escalada de los precios. Mientras que los ingresos no registrados quedarían bajo las garras de la inflación.
Hay una foto que retrata a la economía actual: mientras en los primeros meses empeoró la distribución del ingreso, a la par, aumentó en 20% el gasto de turistas argentinos en el exterior. A pesar de que los gastos en el extranjero se hacen a un dólar de $535, esto no desincentivó los viajes y gastos afuera del país. Contrariamente, los turistas llevan gastando u$s3.173 millones, 547 millones de dólares más que el año pasado.
Todo depende de la capacidad del equipo económico para recomponer las reservas y defender el tipo de cambio actual. De no conseguir divisas, las reservas del Banco Central continuarán languideciendo y el tipo de cambio estará a merced de cualquier corrida sobre el dólar que borrará de un plumazo la desaceleración de los precios.
La pregunta calve para la economía y las próximas elecciones es si puede expandirse la actividad económica y mejorar la distribución del ingreso con una inflación de tres dígitos. En cualquier economía guiada por patrones lógicos claros la respuesta sería determinante. Pero la Argentina se caracteriza por hacer fracasar toda teoría económica existente. Basta con ver los valores de crecimiento e inflación del 2022.
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