Trabajadores y trabajadoras de La Voz del Interior difundieron una carta abierta: "Cobramos sueldos humillantes"

Este jueves los y las trabajadoras del diario La Voz del Interior difundieron una carta abierta a la sociedad cordobesa dando cuenta de la grave situación que atraviesan y de la nula respuesta de las autoridades.

Córdoba08/05/2025Redacción La NUEVA MañanaRedacción La NUEVA Mañana

Este jueves los y las trabajadoras del diario La Voz del Interior difundieron una carta abierta a la sociedad cordobesa dando cuenta de la grave situación que atraviesan y de la nula respuesta de las autoridades. Sueldos de miseria y condiciones indignas de trabajo en el "medio más importante del interior del país". 

La situación en La Voz se enmarca en la grave crisis que atraviesa el periodismo desde que asumió Javier Milei como presidente, que no solo vació los medios públicos sino que además promueve las redes sociales como fuente de información, muchas veces sin chequear, errónea, tendenciosa, y afín a su gobierno. De esta manera, los medios, públicos o privados, tienen luz verde para pagar salarios de miseria y no cumplir las paritarias. 

Dicha crisis es denunciada de forma permanente por el gremio de prensa de Córdoba, el Cispren, y por la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren).

Asimismo, quienes integramos este medio, La Nueva Mañana, nos solidarizamos con los y las compañeras de La Voz del Interior y abogamos por salarios justos y condiciones dignas de trabajo, para el ejercicio de un periodismo libre y comprometido que garantice y promueva el cumplimiento del derecho de acceso a la información, pilar de la democracia.

A continuación reproducimos la carta abierta de los y las trabajadoras de La Voz del Interior:

En La Voz del Interior hay problemas. Serios problemas. El medio de comunicación más importante del interior del país está inmerso en una crisis que la comunidad cordobesa debe conocer. 

Duele decirlo, pero como suele pasar en las familias, lo que se ve desde afuera es distinto a lo que está sucediendo realmente en el interior de La Voz. ¿Lo sabe el gobernador Martín Llaryora? ¿Lo saben la vicegobernadora y los legisladores? ¿Conoce la situación la Fundación Mediterránea, que es socia de La Voz en algunos proyectos? ¿Y la Cámara de Comercio de Córdoba, de la que el diario es parte? ¿Y la Cámara de Comercio Exterior? Las personas que trabajamos en el diario, creemos que no tienen la menor idea.

El año pasado, los más importantes funcionarios de Córdoba y las cámaras empresarias con más peso en la provincia, reconocieron a La Voz por su trayectoria y su prestigio. Lamentablemente, celebraron sólo una fachada, una imagen que se vende hacia el exterior sólo sostenida por una historia de logros que se han apagado y que esconde una situación desesperante.

Los que trabajamos en La Voz estamos desconcertados. Son los responsables del medio, gerenciales y periodísticos, los que nos desconciertan. Cada seis meses, nos reúnen para decirnos que la empresa tiene problemas, pero que estamos entre los mejores medios del país, que el alcance no para de crecer, que hay decenas de proyectos en marcha y que el liderazgo del medio es indiscutido. Reímos, brindamos y nos esperanzamos.

Sin embargo, un periodista con 20 años de antigüedad cobra 870 mil pesos. Sí, 870 mil pesos. No es un número "inflado". Es el salario real, en el bolsillo. En la misma situación estamos diseñadores gráficos, fotógrafos, correctores y administrativos. 

A diario, convivimos con el personal de limpieza y de seguridad que en algunos casos nos doblan en salario. Ellos también perdieron con la pandemia y la crisis de la devaluación del 2023, pero los responsables de sus empresas, cuando lo peor pasó, iniciaron un proceso de recomposición salarial que en La Voz nunca existió.

Todos estamos cobrando sueldos humillantes. Todos, incluidos los jefes y los editores. Por eso los verán ir de medio en medio, tratando de sumar ingresos dignos.

La situación, que el año pasado era grave, ahora es terminal para muchos de nosotros.

En el interior de La Voz estamos desorientados. Esto dijo el diario en su Web: "La Voz utiliza los datos en su periodismo para ofrecer una cobertura profunda y contextualizada, permitiendo a los lectores comprender patrones y tomar decisiones informadas. Esto se traduce en un periodismo de mayor impacto social, que no solo informa sino que también empodera a la audiencia".

Esto hizo en realidad: desmanteló la sección de infografías. En seis meses, renunciaron todos porque cobraban sueldos miserables por sus conocimientos y experiencia. Y no, no se fueron a trabajar a una multinacional ni trabajan para grandes empresas de afuera cobrando en dólares. Eran de los mejores en sus puestos en Córdoba, pero La Voz no hizo ni está haciendo ningún esfuerzo por hacer lo que dice que hay que hacer. Sólo busca reducir gastos y maximizar ganancias, sacrificando una historia brillante que, como en toda familia en crisis, tarde o temprano explotará.

En el interior de La Voz estamos desesperados. El gobernador, el intendente, los otros empresarios cordobeses probablemente ignoran que la redacción de La Voz está siendo desmantelada. Hay todo un piso que ya no se usa y, en el mismo predio donde está la planta impresora, funciona otra empresa que fabrica casas prefabricadas.

Así es, el diario de los 120 años, el que tiene una avenida con su nombre y cuya información, a pesar de los problemas, sigue marcando la agenda del resto de los medios locales, subalquila su planta a otra que recicla y vende contenedores.

En el interior de La Voz estamos asustados. La situación en La Voz excede la crisis que transitan los medios del mundo. Esto va mucho más allá. No es culpa de un modelo de negocio agotado, es una estrategia planeada que quiere hacer otro negocio que va más allá del periodístico.

Si el medio más importante del interior del país no puede pagar salarios decentes, que lo hable con honestidad. Seguramente la comunidad cordobesa, junto al Gobierno, empresarios capaces y los trabajadores podremos encontrar una salida. Tapar la realidad no soluciona nada, agrava todo.

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