Pandemia, digitalización de la vida social y el nuevo “orden cultural”

A un año del primer caso confirmado de Covid-19 en el mundo, la nueva normalidad aceleró el proceso de digitalización de la vida cotidiana y nos enfrentó a nuevos desafíos.

Ed Impresa 20/11/2020 César Martín Pucheta César Martín Pucheta
Ed 181 © Pito Campos
- Ilustración: Daniel "Pito" Campos, para La Nueva Mañana

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El martes se cumplió un año desde la identificación del paciente cero de la pandemia, una persona de 55 años de la provincia de Hubei, en el sur de China. Según retratarán los documentos que den cuenta de este particular momento de la humanidad, iba a pasar poco más de un mes hasta que las autoridades de ese país tomaran conciencia de que aquello que se había desatado en territorio del Gigante Asiático tenía un alcance de proporciones más que preocupante. En enero del 2020 el gobierno chino informó oficialmente del brote del virus en Wuhan. El mundo ya no sería el mismo.

El primer caso en Argentina fue identificado el 3 de marzo. Era un hombre de 43 años que había llegado desde Italia, uno de los focos de la enfermedad, que ya hacía estragos en el Viejo Continente. Había llegado el domingo 1° de marzo, y se atendió en una clínica privada de la Ciudad de Buenos Aires. Fue dado de alta días más tarde, pero marcó el punto inicial para una situación que, hacia finales de ese mes, había obligado al Gobierno argentino a tomar medidas preventivas que se caracterizaron por una estrategia basada en el confinamiento y las políticas destinadas a robustecer el por entonces golpeado sistema sanitario.

Desde entonces, el aislamiento social primero y el distanciamiento social preventivo después marcaron las nuevas realidades en el país que rápidamente se vio obligado a ambientarse a lo que comenzó a nombrarse como “nueva normalidad”.

La importancia de lo digital en la vida social

Según se registra en la historia de los desarrollos comunicacionales a nivel mundial, la World Wide Web nació en marzo de 1989, en el seno del Centro Europeo de Física Nuclear, en Ginebra Suiza.

A partir de ese momento, el progreso impulsado por el ingeniero y físico británico Tim Berners-Lee fue atravesando por distintos estadios de desarrollo. Uno de los últimos fue la convergencia tecnológica, que para muchos estudiosos representa la cuarta revolución tecnológica, representada en sus aspectos más destacados por la plataformización, o lo que los más críticos denominan “uberización de la economía”. En ese momento del desarrollo tecno-cultural se inscribe la aparición de la Covid-19.

Acelerado por la pandemia, la digitalización compulsiva de la vida cotidiana mostró las expulsiones y las desigualdades existentes en las sociedades actuales.

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En Argentina, el 82% de los hogares tiene acceso a Internet.

Según señala Sebastián Cortez Oviedo, “el grado de digitalización que actualmente tenemos en la vida cotidiana ha difuminado las fronteras entre lo que se considera virtual y lo real”. “Hoy la convergencia tecnológica hace que esa diferenciación desaparezca porque hay una mediación constante del dispositivo tecno-cultural. Eso termina dando cuenta de que lo digital se manifiesta en todos los procesos, en el trabajo, en la educación, en la información y en el entretenimiento”, asegura el especialista en espacios públicos y mediatización urbana en diálogo con La Nueva Mañana.

Becario posdoctoral del Conicet, miembro investigador del INVIHAB-IDH Conicet, del Núcleo Inteligencia artificial, Sociedad y Comunicación de la Universidad de Chile, y del Equipo de investigación I-Polis Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, Cortez Oviedo advierte que “lo digital se expresa actualmente como un espacio semiótico, como un lente mediante el cual se decodifica la vida cotidiana”. Por esa razón, se diferencia de algunos analistas al considerar que la humanidad se encuentra ante un nuevo “orden digital y cultural”, y no ante una simple “era digital”, tal como lo consideran otros autores que estudian el tema.

El desafío de la alfabetización digital

Una de las dificultades experimentadas en tiempo de pandemia tiene que ver con la creciente desnaturalización de responsabilidades estatales y privadas en el marco de un “cierre obligado del mundo analógico” que se genera sin el desarrollo de un proceso “armónico” de apertura hacia el mundo virtual.  “Desde marzo hubo una digitalidad compulsiva porque todos nos dimos cuenta de que se podía hacer todo con la computadora, pero eso no es el proceso natural en la que una sociedad se digitaliza”, señala Cortez Oviedo.

En nuestro país, solo el 82% de los hogares tiene acceso a internet y del total poblacional, el 4% de las personas carecen de relación alguna con ese mundo. El fenómeno no es algo privativo de la Argentina, ya que a nivel global, el acceso está garantizado solamente para el 60% de la población. De hecho, en el año 2019, más de la mitad de los ciudadanos del mundo no tenía Internet.

“Como en su momento saber leer y escribir te dejaban adentro o afuera de muchas cosas, estar conectado y saber qué hacer con esa conectividad te incluye o te expulsa. Por esa razón es tan importante el debate sobre lo que muchos denominan la brecha digital”, dice el especialista.

Sebastián Cortez Oviedo
Cortez Oviedo: “Lo digital se expresa actualmente como un espacio semiótico, como un lente mediante el cual se decodifica la vida cotidiana”. 

En el proceso histórico que los gobiernos se fueron planteando para solucionar esos problemas, el primer paso consistió en garantizar la conectividad y lograr que internet llegue a las ciudades. Luego fue momento de garantizar el acceso, es decir que todos tengan la posibilidad de conectarse a esas redes que empezaba a universalizarse por las ciudades del país. Según Cortez Oviedo, en los últimos cinco o seis años el debate por la alfabetización digital. “Ya no resulta suficiente con que Internet pase y con que alguien pueda tener un instrumento a partir del cual conectarse sino que es necesario saber qué hacer con Internet. Cómo estructurar un proceso productivo, como usar correctamente el e-commerce, que fue tan importante en los primeros tiempos de la pandemia”, asegura.

De hecho, las diferencias respecto al acceso y la utilización de las herramientas digitales comenzaron a tener una importancia superlativa a partir del desarrollo de lo que se conoce como la cibergobernanza. Los trámites que solo se pueden realizar vía online o los beneficios a los que se acceden solamente a través de la articulación sobre lo digital, directamente expulsan a quienes no tengan una relación aceitada con la virtualidad.  Por esas razones, el conocimiento sobre la utilización y la reflexión sobre la herramienta digital es central en este momento de la digitalización que se impone en todo el mundo.

La responsabilidad de los Estados

“Es necesario que los Estados reconozcan la problemática, que incorporen a sus agendas los nuevos debates que no pueden afrontar en soledad sino que tienen que ser convergentes con acciones que se motoricen desde la sociedad civil y el sector privado. Es necesario que exista una construcción colectiva porque es una problemática muy compleja”, afirma Cortez Oviedo que recuerda que si bien fueron motorizadas por el Estado, las inversiones en la materia fueron realizadas siempre desde el sector privado. En ese sentido, el especialista destacó la puesta en marcha de programas como el Arsat y la Red Federal de Fibra Óptica que actualmente conecta a más de mil localidades y casi 21 millones de personas en todo el país.

Del total poblacional, el 4% de las personas carecen de relación alguna con ese mundo.

¿Alcanza solo con garantizar la conectividad?

- No, porque en la alfabetización digital tiene un rol central el usufructo de la estructura digital. El Plan Nacional de Inclusión Digital que impulsó el macrismo, por ejemplo, incorporaba este aspecto, pero lo que podía ser una buena iniciativa quedó trunco porque se tomó la decisión de federalizarlo sin los recursos, algo parecido a lo que pasó con la educación en los noventa. Había diferencia abismal entre provincias en materia de posibilidad para el desarrollo, entonces había lugares en los que se había avanzado hasta un 0,02% y provincias vecinas superaban el 10%. Cada provincia hizo lo que pudo, lo que quiso y no hubo una correcta estructuración nacional. Fue una buena intención, pero en la práctica fue un fracaso.

¿Y en Córdoba?

- El desarrollo se dio fuertemente en el 2018 y este año se avanzó con programas de alfabetización de emprendedores y economías emergentes, por nombrar algunas campos de desarrollo. Me parece muy valorable. Aunque todavía corremos el riesgo de simplificar y desarrollar lo digital solamente desde la capacitación, cuando en realidad tenés que generar una conciencia social sobre lo digital.

 

 

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