Una andanada de escándalos de corrupción desnudan los vínculos entre el gobierno de Milei y la “casta”

El papa Francisco señaló hace un par de meses: “Mi abuela nos repetía siempre, estén atentos, que el diablo entra por los bolsillos”. Por estos lares, pareciera percibirse que las constantes advertencias emitidas desde la Ciudad del Vaticano han caído en oídos sordos.

Opinión14/12/2024 flavio colazo
milei y ritondo web
FUNDIDOS EN UN ABRAZO.Cristian Ritondo, presidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados, mano derecha de Macri y aliado clave de Milei en el Congreso, está siendo investigado por la Justicia por cinco propiedades en Miami, valuadas en más de 2.500.000 dólares, que habrían sido creadas por supuestas estructuras financieras en EE.UU. Foto archivo.

En el trascurso de los últimos 10 días -desde que detuvieron al senador Edgardo Kueider en Paraguay con 200 mil dólares en su poder- una larga serie de denuncias, investigaciones y revelaciones ligados a comportamientos corruptos -por parte de políticos, empresarios y funcionarios de diversa índole- han impactado en la médula del discurso de Milei -pregonero de una pretendida impecabilidad moral en los quehaceres de la función pública-.Tras los escándalos  el conjunto del plantel del gobierno nacional ha quedado en el foco de atención respecto a una potencial estampida de posibles comportamientos espurios que puedan salir a la luz pública, y en los cuales estén involucrados muchos de quienes representan y defienden -desde sus funciones (públicas y/o privadas)- a las políticas que la actual administración nacional viene llevando  adelante desde hace un año.

10 días de un inmensurable aluvión de casos corrupción

El  listado que se va presentar en las próximas líneas lejos está de dar cuenta de la totalidad de los casos de corrupción- o de actos reñidos con la ética, el decoro y la moral- que han tomado estado público a través de diversos medios de comunicación durante el transcurso de la primera quincena del último mes del año. Señalamos aquí algunos de los más notables y difundidos: El 4 de diciembre un senador nacional por Entre Ríos, Edgardo Kueider, fue detenido con 200 mil dólares en Paraguay y hoy está siendo investigado (en el país vecino) por contrabando de divisas y/o blanqueo de dinero –mientras la Justicia argentina lo investiga por supuesto enriquecimiento ilícito-. Ya otro entrerriano, el ex gobernador Sergio Uribarri, se encuentra detenido desde el 11 de noviembre mientras se lo investiga por delitos de corrupción. También por estos días el jefe del bloque de diputados del PRO, y hombre fuerte de Mauricio Macri, Cristian Ritondo, quedó expuesto -merced a una investigación periodística- al descubrírsele un vasto número de propiedades inmobiliarias en el extranjero a nombre de su esposa. Dichas propiedades  nunca fueron declaradas. Por su parte el gobernador de Chubut, Ignacio Torres,  denunció un caso de fraude por parte de algunas cooperativas a la empresa Camesa. Otro caso de corrupción -difundido en los últimos tiempos- involucra al recientemente designado subsecretario de Gestión Administrativa de la Vicejefatura de Gabinete, Rodrigo Sbarra (ex funcionario macrista investigado antes de asumir por lavado de dinero). Sbarra ha vuelto a quedar expuesto ahora por el caso de un negociado inmobiliario -OLA PALERMO- en la zona del Hipódromo de Palermo en CABA.  A modo de cierre –del breve listado de escándalos anunciado inicialmente- podría señalarse  el caso de la suntuosísima fiesta de cumpleaños (valuada por entendidos en varias decenas de miles de dólares en cuanto al costo de la misma) del fiscal Ramiro González -fiesta a la cual asistieron la jueza María Romilda Servini de Cubría, el artista Cristian Castro, el operador judicial macrista Daniel Angelici, el juez Ariel Lijo, el supremo Ricardo Lorenzetti, y un vasto número de personalidades de la política, la Justicia y la farándula-. Increíblemente las imágenes de la fastuosa fiesta auto celebratoria del fiscal González que circulan en los medios (videos y fotos) no fueron filtradas -ni fruto de una investigación periodística- sino que fueron registradas y difundidas por el mismo cumpleañero. Todos estos casos presentados hasta aquí han quedado expuestos a la opinión pública mientras el gobierno nacional retacea comida para los comedores populares y medicamentos para los jubilados, al mismo tiempo que le pone techo a las paritarias para que los salarios no aumenten. Esta sucesión de hechos protagonizados por personas poderosas, más las medidas de ajuste -perjudiciales para el ciudadano de a pie- que implementa (una tras otra) el gobierno nacional, vienen a dar la impresión de que no son pocas las personas -de los diferentes sectores del  poder- que, al decir del Arzobispo de Córdoba -Ángel Rossi-, “no pisan la tierra”.

 Kueider, ¡afuera!

El pasado jueves 12 de diciembre tuvo lugar en el senado una sesión en la cual -de modo expreso- el cuerpo legislativo decidió por amplia mayoría expulsar al entonces senador por Entre Ríos Edgardo Kueider. Dicha decisión fue tomada con una poco frecuente celeridad en comparación con alguna otra similar a la cual se haya arribado anteriormente en el poder legislativo. Solo -en los últimos tiempos- se registró algo por el estilo en el caso del diputado nacional por Salta, Juan Emilio Ameri, quien en una sesión, por Zoom -durante el encierro forzoso de la pandemia (en 2020)-, se mostró en cámara manifestando para con su pareja un gesto físico, de índole pasional, inapropiado y carente del decoro que el ejercicio de su cargo implica. Por aquel acto Ameri recibió una condena -impartida por el juez Ariel Lijo- por el delito de perturbación al ejercicio de funciones públicas. El caso de la expulsión de Edgardo Kueider -el jueves pasado- sucedió tras una petición de expulsión, del senador en falta, por parte de la actual oposición. A dicha petición el oficialismo le dio lugar para su tratamiento, pero adelantando –antes del jueves 12- que desde el gobierno lo que se iba a proponer era, en lugar de la expulsión, una suspensión en el cargo del entonces senador entrerriano. No contaron –ni propios ni extraños- con la intempestiva intervención del poder judicial que sucedería a primeras horas del jueves 12. Dicho día, desde muy temprano, se anoticiaron los miembros de la cámara alta del pedido de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado de acelerar la quita de los fueros de Kueider a fin de “proceder a su detención por los canales diplomáticos correspondientes”. Esta requisitoria que llegó desde la justicia modificó abruptamente varios pareceres previos -personales y de bloque- de modo tal que la totalidad de los integrantes de LLA se vieron “obligados” a votar por la expulsión. Luego de consumada la estruendosa derrota del gobierno –de la cual en el oficialismo, puertas adentro (pero a cielo abierto), culpa a Victoria Villarruel- la vice presidenta salió rápidamente a anunciar el resultado como un “importantísimo e histórico logro” alcanzado en la Cámara, al mismo tiempo que se permitió despotricar a viva voz su descontento por la falta de tratamiento para expulsar a otro senador (Oscar Parilli).

 La fragancia de la flagrancia, o el perfume de la tempestad

Al decir popular lo que la vicepresidente Victoria Villarruel hizo con su declamatoria enfática -por el no tratamiento de la expulsión de Parilli- fue intentar igualar peras con manzanas para confundir a la opinión pública en cuanto a la posibilidad de asemejar los casos del senador neuquino y del ex senador entrerriano-. Lo que no explicó la vicepresidente -en su vociferación quejosa- es que la expulsión inmediata de Kueider se dio en virtud de haber sido atrapado en plena flagrancia de la constitución de un delito -lo cual permite  prescindir de una investigación previa para la confirmación del acto delictivo-. Un caso similar al de Kueider, por ejemplo, lo protagonizó años atrás el ex secretario de Obras Públicas, José López, al ser descubierto transportando bolsos repletos de dólares hasta un convento. Su detención fue inmediata, y pagó 7 años de cárcel por el delito cometido. El caso de Parrilli, por otra parte, es similar al de -por lo menos- una decena de senadores más que se encuentran procesados en diferentes causas, pero cuya comprobación de los delitos de los que son acusados aún se encuentra en trámite judicial. En estos casos -más allá de que algunos tengan, en instancias intermedias, sentencias en su contra-, las causas aún siguen su curso y la comisión de los delitos por los cuales son acusados aún no están plenamente probadas. En los casos del tipo de Kueider y de José López la flagrancia en la comisión de un delito funge en sus destinos personales, metafóricamente hablando, como un rayo primero -y fatal- en una sucesión incalculable de consecuencias dañinas que trae aparejada una fuerte tormenta. Entonces  es posible pensar que por estos días Kueider ya podría estar percibiendo el -metafórico- aroma del ambiente que anticipa una tempestad. Y así las cosas -dentro de la imagen metafórica que venimos desarrollando- los refugios previstos previamente por el ex senador entrerriano (para guarecerse en estos casos catastróficos) bien podrían haber desaparecido de su GPS.

Palabras al viento (desde el Vaticano)

Desde hace años el papa Francisco  viene  expresándose -de modo incesante- sobre los efectos de la corrupción en los individuos y en el conjunto de la sociedad. En 2015  expresó “la corrupción 'spuzza' (apesta), hace que se pudra el alma”. Y ya en 2017 -en el Día internacional contra la corrupción (9 de diciembre)- publicó en X: “La corrupción degrada la dignidad de la persona y destruye los ideales buenos y hermosos. La sociedad está llamada a comprometerse concretamente para combatir el cáncer de la corrupción que, con la ilusión de ganancias rápidas y fáciles, en realidad empobrece a todos”. Casualmente -o no- en el trascurso de la actual administración nacional -en septiembre de este año- el mismo Francisco relató públicamente que un empresario extranjero le contó que un funcionario argentino le había solicitado una “coima” a cambio de un proyecto de inversión, y recordó que: “Mi abuela nos repetía siempre, estén atentos, que el diablo entra por los bolsillos”. Por estos lares -y por estos días- pareciera percibirse que las constantes advertencias emitidas desde la Ciudad del Vaticano claramente han caído en oídos sordos en una parte importante de los dirigentes argentinos -políticos, empresariales, y demás-.

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