Alexis Oliva: “El mundo es injusto, pero estamos obligados a la esperanza”

El periodista presenta este viernes a las 19.30 su segundo libro, “La violencia nació conmigo”, que gira en torno a una veintena de vidas atravesadas por el conflicto.

Ed Impresa 16/09/2022 Adrián Camerano Adrián Camerano
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Alexis Oliva, se explaya en su obra sobre los tiempos violentos que vive la Argentina hoy. Foto: gentileza.

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En veinte historias de vida atravesadas por el conflicto, el periodista cruzdelejeño Alexis Oliva explora los límites de la crónica y narra hechos, personas, biografías, vidas y obras, luces y sombras de un puñado de marginadas y marginados del sistema, varios ninguneados y por lo general mal-tratados por los medios hegemónicos. El libro se llama “La violencia nació conmigo - Crónicas de vidas en conflicto”, y es de algún modo sucesor de “Todo lo que el poder odia”, aquella monumental obra inaugural de Oliva que relató la vida de la piquetera lesbiana y feminista Vivi Avendaño, la primera presa política de Córdoba y cuya muerte aún hoy presenta más dudas que certezas. 

En “La violencia nació conmigo - Crónicas de vidas en conflicto” el autor selecciona un puñado de historias “que de alguna manera también ilustra mis obsesiones como periodista”, cuenta a La Nueva Mañana. Julio Troxler, José Peco Duarte, Norma Síntora, Carlos Solsona, Marcela Solsona Síntora, Sebastián Moro, Natalia Pepa Gaitán, Dahyana Gorosito, Flavia Saganias, Sabino Navarro, Milagro Sala, Viviana Avendaño y Ramona Orellano de Bustamante son algunas de las vidas retratadas en la obra que se presenta hoy viernes 16 desde las 19:30 en el Auditorio de Radio Nacional Córdoba (General Paz y Santa Rosa), con entrada libre y gratuita y músicos invitados.
En la previa, Oliva spoilea apenitas su nueva obra, se explaya sobre los tiempos violentos que vive la Argentina hoy, aborda los desafíos del oficio en este contexto y no elude las violencias cotidianas que nos debemos desnaturalizar.

“La violencia nació conmigo” parece ser un título más apropiado que nunca, después del intento de magnicidio y los tiempos que corren, en general. Luego iremos sobre ello, la pregunta ahora es ¿cómo surgió la idea de este nuevo libro?

- Desde hace tiempo, con Carlos Ferreyra, el director de Ediciones Recovecos, teníamos el proyecto de publicar un libro de crónicas, y yo pensaba que debía tener un común denominador y una estructura que cohesionara esa selección de textos. Finalmente, apareció un hilo conductor: el conflicto social y político en clave biográfica. Ah, porque antes de esto ya mi compañera Caro Rojo me había tirado la pista de lo biográfico-social y de algunas historias “de película”. Y la estructura es la organización de estas veinte historias de vida en cuatro capítulos temáticos: “Lesa” (militancia revolucionaria y terrorismo de Estado), “Tumba” (cárceles y derechos humanos), “Cuerpes” (violencias de géneros y disidencia sexual) y “Banderas” (personajes convertidos en emblemas de luchas sociales). 

La veintena de crónicas aborda personas variopintas, épocas y problemáticas distintas. ¿Cómo fue esa selección?

- La selección pasó principalmente por un doble tamiz: que fueran historias biográficas representativas de conflictos, violencias y derechos humanos; que yo como periodista hubiera tenido contacto directo con ellas, sus protagonistas y contextos, y la oportunidad de dedicar tiempo y recursos al trabajo periodístico. La mayoría tienen actualidad, incluso esa conflictividad está vigente o latente, y otras historias del pasado reciente fueron incluidas en el libro desde la idea de que el terrorismo de Estado tiene herencias vigentes y profundos efectos en nuestro presente histórico. De hecho, una de esas historias de “lesa”, la del periodista Sebastián Moro, ocurrió en el siglo XXI: el compañero fue víctima del golpe de Estado consumado el 10 de noviembre de 2019 en Bolivia. Creo que la selección también ilustra de alguna manera mis obsesiones como periodista.

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"La selección de las historias ilustra mis obsesiones como periodista", Asegura Oliva.

 ¿Hay hilos conductores, continuidades entre las historias y las distintas épocas?

- Sí, de una forma más o menos visible, más o menos aceptada, pero sin duda que hay hilos conductores. Entre las historias vinculadas a la militancia revolucionaria y la represión dictatorial, hay continuidades en lo que se llama “extensión del daño” y sobre todo en violencias institucionales, ideologías y prejuicios reaccionarios y políticas económicas. En ese sentido, el título ilustra esa conexión porque la frase “La violencia nació conmigo”, tan tristemente vigente, fue dicha hace más de cincuenta por un líder revolucionario a un compañero, en un momento en que intentaban escapar del cerco represivo –aquí cerca, en las sierras en torno al dique Los Molinos–. Esa violencia no era solo la violencia revolucionaria o la violencia represiva que después la dictadura llevaría al extremo, sino una violencia menos visible pero más grave, que en ese tiempo llamaban “violencia estructural del sistema” y que fundamentaba la lucha armada: la miseria planificada, la inequidad, la exclusión y la pobreza. Esa violencia continuó luego de la dictadura y cada tanto se profundiza, como en la actualidad, y es una conexión entre Sabino Navarro y Norma Síntora ayer con Dahyana Gorosito y Benito Riesco hoy. También hay otros enlaces más raros entre las historias. Por ejemplo, Milagro Sala aparece en el texto del que es protagonista y en otro; el represor de La Perla Héctor Pedro Verges aparece en dos historias de “lesa” y también en una de “tumba”, pero hasta acá llego con el spoiler. 

Puede pensarse al grupo de historias elegidas como una “selección” de marginados, temas que los medios hegemónicos no tratan o lo hacen de un modo bien determinado. Pero incluso desde el campo popular a veces puede caerse en la misma trampa, por ejemplo llamando por su apellido de casada a Ramona Orellano. Una reflexión sobre el tratamiento o no tratamiento mediático de estas historias de alto impacto.

- Interesante cuestión… Y la historia de Ramona es adecuada para ilustrarla. Ella fue al principio de su conflicto una víctima de opresiones y despojos múltiples y su propia historia la convirtió en mucho más, en un símbolo nacional viviente de la resistencia campesina. Al momento de ser desalojada, logra romper el cerco informativo de la discriminación mediática gracias a la solidaridad de un colectivo, el Movimiento Campesino, y de dos figuras públicas, Raly Barrionuevo y León Gieco. Entonces, ciertos medios hegemónicos la presentaron como la pobrecita abuelita de Caperucita amenazada por lobos malvados pero abstractos, no necesariamente sojeros. O sea, personalizando y sensibilizando su drama. Pero Ramona, mucho más que eso, es (no fue, es, porque en ese sentido sigue viva) un emergente de un conflicto que por lo menos es de clase, de cultura y también de género –como vos decís–. En varias otras historias hay huellas de violencias y daños producidos por los medios, en muchos casos en coalición con el Poder Judicial. 

¿Hay violencias atravesadas en tu vida? Estamos a tiempo de desnaturalizar las microviolencias cotidianas? Si hay vidas que nacieron atravesadas por la violencia, qué caminos podemos tomar para desterrar-las para las generaciones por venir?

- Sin dudas. Una idea motora de este proyecto y potenciada por ciertas discusiones en torno a la pandemia es que para estas personas la vida nunca fue “normal”, son en el mejor de los casos sobrevivientes en conflicto permanente. Porque en realidad la “normalidad” no existe y es imposible en un mundo injusto. Incluso para mí como sujeto relativamente privilegiado, con casa, comida, laburo y acceso a la educación y la cultura, la vida tampoco fue normal. Por eso es tan importante desnaturalizar, salirse del sentido común impuesto y mirar las cosas con una mirada extraterrestre que nos permita encontrar esas micro violencias e injusticias. Desde todas estas certezas tan jodidas, estamos paradójicamente obligados a tener esperanza. Y como periodistas, a esperar que nuestro laburo sirva para algo, que aporte a la Justicia, que los victimarios no queden impunes o por lo menos que el daño cese. La mayoría de las veces es frustrante, pero a veces, solo a veces, algo pasa y uno siente que esto vale la pena.

 

 

La Nueva Mañana - Edición Impresa 276

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