Los Hornillos, la cascada estrella de las Sierras Chicas

A unos 35 kilómetros de la ciudad de Córdoba, se puede acceder a esta caída de agua de unos 10 metros de altura, ubicada en el entorno de la Reserva Hídrica Natural Provincial Parque La Quebrada.

Turismo06/12/2019 Vanina Boco
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Los Hornillos propone el desafío de caminar, adentrarse en el ambiente de la Reserva y contemplarlo. Fotos: Vanina Boco

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Especial para La Nueva Mañana

La Reserva Hídrica Natural Provincial Parque La Quebrada es la guardiana no solo del Dique La Quebrada, sino de una serie de cascadas que se ubican a los alrededores del embalse y que tienen a la caída de agua de Los Hornillos como uno de sus máximos exponentes.

A pesar de que los días se están poniendo muy calurosos para hacer caminatas, esta cascada es el gran premio que merece hacer el trayecto de una hora y media para terminar dándose un baño en una hermosa olla de agua fresca.

Cómo llegar

El punto de partida del recorrido hasta la cascada comienza en el Dique La Quebrada de Río Ceballos. Desde Córdoba se puede llegar hasta allí en un colectivo interurbano que tenga como destino el barrio La Quebrada. Una vez que termina el recorrido hay que dirigirse por el acceso peatonal al paredón del dique. Y, desde ahí, tomar el camino de ripio hacia la izquierda para llegar hasta Pozos Verdes, donde se encuentra el ingreso al sendero hacia la cascada. Hasta esa zona se puede llegar en auto, luego hay que caminar.

Otra opción –y es la que describimos en la presente nota-  es desde la localidad de Río Ceballos:  tomar un transporte urbano hasta Colanchanga y bajarse frente al cartel que indica el acceso al sendero. Si es necesario comprar provisiones para el camino, hay una despensa y bar en una esquina, antes de iniciar la caminata a la cascada. Allí hay minutas, agua caliente para el termo, bebidas frescas y prácticamente todo lo necesario para abastecerse, teniendo en cuenta que luego solo habrá río, sierras y vegetación.   

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El sendero hacia un oasis 

El recorrido arranca con baja intensidad y a los pocos metros ya quedan atrás las casas y el bullicio del poblado. Una mezcla de árboles nativos y exóticos compiten por brindar las sombras más grandes. En esas partes, el viento fresco brinda alivio y hace amena la caminata. Casi no hay piedras, solo un sendero bien marcado y con pendiente escasa. Cada tanto, se puede ver el río y hasta se alcanza a vislumbrar el paredón del Dique La Quebrada.

En pocos minutos, el camino se bifurca: hacia la izquierda se dirige a Pozos Verdes y hacia la derecha se sigue a Los Hornillos. Ahora sí, el sendero se pega al río y en algunas partes hay que cruzarlo, hacia un lado y hacia otro. Pequeñas cascadas y pozos de agua poco profundos acompañan el trayecto y en cada uno dan ganas de quedarse.

A medida que avanzo se ven enormes paredes de piedras descubiertas, adornadas con algunas plantas similares a las bromelias. Y, hay que cruzar la primera área de acampe que cuenta con una valle bien verde donde hay algunas carpas, entre ellas de un grupo de scouts.

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Pasando el segundo campamento, el camino se vuelve un poco más complicado, porque las piedras son más grandes y hacen más lenta la caminata. En todo el trayecto, veo gente que va y vuelve, pero al llegar a la cascada me doy cuenta que es el hit de la zona: casi no hay lugar alrededor de la olla para sentarse.


La estrella de la temporada

La cascada de unos 10 metros de alto se observa en el centro, y el agua cae desigual por las paredes tapizadas con musgos. Abajo, chicos, chicas, adultos y perros disfrutan del agua fresca y se tiran “de bomba” desde las piedras.

La enorme olla es un oasis luego de una caminata de tres kilómetros, recorridos en una hora y media. Una recompensa más que generosa. La sombra amplia de un sauce brinda refugio y aire fresco. Aunque muchos prefieren las piedras que están enfrente de la cascada para tomar sol y secarse después de un baño refrescante.

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A un costado, en uno de los paredones más altos que sobresale, unos chicos practican escalada, indiferentes a la actividad generada alrededor de la cascada.

La tarde va avanzando y no deja de llegar gente, la mayoría lo hacen en grupos diversos: de trekking, de scouts, de colegios, de runners. El movimiento no para, incluso cuando me estoy yendo, me cruzo con personas que arrancan el trayecto.

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La cascada es el centro de atracción para decenas de personas que no solo buscan darse un baño o sentarse al costado del río. Los Hornillos propone el desafío de caminar, adentrarse en el ambiente de la Reserva y contemplarlo, disfrutar de cada postal que ofrece el paisaje serrano y luego sí, llegar y deslumbrarse con este salto de agua que, por su magnitud y el cuidado de su entorno, tiene un encanto especial.

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