Las opciones electorales y el derecho a equivocarse

”Son unos imbéciles que optaron por el verdugo". Transcurridos tres dramáticos años aún se escuchan y leen expresiones amargas como estas, letanías, que nunca aportaron otra cosa que furia.

Opinión15/03/2019 Néstor Pérez*
voto en argentina
Foto: archivo

”Son unos imbéciles que optaron por el verdugo". ”Votaron para la mierda”. ”En lugar de mirar la luna, miraron el dedo que señalaba”.

Transcurridos tres dramáticos años aún se escuchan y leen expresiones amargas como estas, letanías, que nunca aportaron otra cosa que furia entre quienes piensan más o menos lo mismo sobre la cosa pública, sus actores y la forma de enfrentar al gobierno de gerentes y dueños que dispuso Cambiemos.

A contrapelo de esa valoración desbordante que desacredita al pueblo por no elegir la opción kirchnerista en el 2015, este cronista considera que el resultado electoral es, en efecto, corolario de procesos políticos edificados sobre programas, acuerdos, tácticas y estrategias; pero, además, consecuencia de experiencias, saberes, extravíos, percepciones, atributos sustantivos, conjeturas envenenadas y malhumores de la sociedad; ¿del tipo “Me tiene harto con las cadenas Cristina”? Sí, ¿por qué no?... Suele decir Alberto Fernández “los días de elecciones los políticos salimos de pesca, no sabemos qué va a picar”.

En mi opinión, acierta el dirigente que volvió a trabajar por el proyecto de CFK, el que trabaja 12 horas por un sueldo poco más que alimentario, ¿cómo hace para cotejar información provista por la prensa oficialista u opositora? Salta al vacío con lo que tiene a mano, ese esquema precario de símbolos adquiridos, quizás, en algunos pocos días.

Descreo de los exámenes que se entretienen proponiendo datos históricos, estadísticos, de cátedra, desafectando del mismo escrutinio a acciones tan humanas como los impulsos, las pulsiones, cambios de frente cuando el juego habita sitios que juzgamos cómodo. En definitiva, aquello de votar como se nos antoje.

Nunca habrá nada más democrático que ese gesto, austero, sublime y peligroso: el pueblo que se equivoca sufre las desgracias del yerro, como sucede hoy con los propagandistas del libre albedrío corporativo y sus acciones de gobierno.  Alguna vez vamos a tener que admitir, encuestadores, políticos y periodistas, que no tenemos la menor idea de lo que piensa el ciudadano cuando entra al aula de la escuela y se encuentra solo con sus circunstancias. Y esa, me parece, es desde hace 34 años la clave del rumbo que adopta cada vez un país que, exausto, no se cansa de otorgarnos chances.

El pueblo argentino profundo está de nuevo ante un compromiso que exige pensar sin ataduras, ser afanosos en la tarea de recuperar el bienestar de los que hoy se hunden en la ciénaga de la inflación descontrolada, la pérdida del trabajo y las esperanzas, la violencia institucional a la hora de la protesta; esta desgraciada hora exige insistir en exigencias de corrección administrativa al depositario de la voluntad común, porque el choreo no es épico, es rapiña también de expectativas populares, probablemente las mismas que pudieron tener aquellos trabajadores que hicieron Presidente a quien reinterpretaba los intereses de los negocios concentrados.

El futuro se apresta a lanzarse sobre nosotros;  s entonces cuando, en esta construcción política colectiva que tenemos por delante, debemos honrar a tanta víctima de la depredación, los miles que yacen al costado del camino, a los que sucumben ante la voracidad de un mecanismo aceitado para tragarse a quienes levantan los puños y levantan banderas, los que no pueden eludir esta tragedia social que derramó el macrismo.

Troquemos estulticia por rigor, declamación por compromiso, obediencia por interpelación, rebusquemos la verdad en el Ser Nacional - Juan José Hernández Arregui nos lleva de la mano -, la verdad que no se rinde ante el altar de la oportunidad. O sigamos a Sarmiento cuando asumía que: “Si miento lo hago como don de familia, con la naturalidad y sencillez de la verdad”.

El pueblo se equivoca, lo hizo muchas veces, aquí y en la historia universal; sin embargo, es necesario relevarlo de responsabilidades absolutas toda vez que Mauricio Macri, el candidato, mintió a lo largo de su campaña electoral. Hoy, Presidente en procura de reelección, quién crea su relato no tendrá ya derecho a la absolución.

*Especial para La Nueva Mañana

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