Comedores comunitarios, tras la suspensión de envío de alimentos: “La urgencia del hambre es hoy”

Comedores y merenderos populares aumentaron la demanda en los últimos meses y más personas se acercan a recibir un plato de comida, mientras el Gobierno nacional frenó la entrega de alimentos a estos espacios. ¿Cómo se sostienen y cómo trabajan? Referentes cuentan a LNM sus experiencias.

Córdoba05/02/2024Lucia CeresoleLucia Ceresole
yapeyu x Gentileza La Poderosa
Recientemente, el Ministerio de Capital Humano suspendió la entrega de alimentos secos a comedores y merenderos de todo el territorio nacional. Foto: gentileza La Poderosa

“La urgencia del hambre es hoy”, dice, con una voz firme que transparenta la experiencia, Susana Zaccaro del otro lado del teléfono. Recién llega de trabajar y este llamado se va a perder entre tantos otros que le hagan en el día con pedidos, con sugerencias, con demandas. Es que ella, además de ser vecina de barrio Yapeyú en Córdoba, es referente nacional de La Poderosa, una organización que sostiene seis comedores en toda la provincia de Córdoba: tres en Capital (en Yapeyú, Los Cortaderos y Villa Rivadavia), otro en El Sauce, en Sierras Chicas, uno en Villa María y otro en Río Cuarto.

Recientemente, el Ministerio de Capital Humano suspendió la entrega de alimentos secos a comedores y merenderos de todo el territorio nacional. En un comunicado, dijeron que buscan “transparentar la política alimentaria para implementar una modalidad de transferencia monetaria directa a los comedores y asociaciones sin intermediación". Pero, ¿qué pasa en el mientras?

“Cocinamos más de 40.000 raciones diarias a nivel país”

“Solo a nuestra organización a nivel nacional nos deben más de 1000 toneladas de alimento. Cocinamos más de 40.000 raciones diarias a nivel país. La situación está a la vista y es desesperante. Parece que los sectores que más sufrimos este golpe y ajuste del gobierno son los barrios populares y los sectores más vulnerados donde tenemos que bancar los comedores”, dice la referenta de La Poderosa.

Zaccaro explica que la última partida de alimentos la recibieron en noviembre y en diciembre nada: “La llegada tiene que ser mes a mes, pero particularmente el año pasado no sé si llegaron tres veces al año, hicieron lo que quisieron.

“Desde que asumió el nuevo gobierno no hay respuesta de nada”. 

“En el camino dejan a la gente que está con hambre a un costado”

“¿Tiene hambre la gente? Yo voy a atender a uno por uno a la gente que tiene hambre, no a los referentes. Voy a anotar los DNI y el nombre y van a recibir ayuda individualmente”, dice la ministra Sandra Pettovello en un video que se viralizó y que publicó también la misma cuenta en redes sociales de Capital Humano. Estas palabras responden a una nueva política que busca aplicar su cartera que consiste en obtener la nómina de cada persona que asiste a comedores. Luego, implementarán un sistema de tarjeta para los comedores para "saber qué compran y dónde" para "cortar con la intermediación de los movimientos sociales dándoles directamente las tarjetas a los comedores". Para Zaccaro, de nuevo, el problema es el tiempo y el desconocimiento de que los comedores son llevados adelante, la mayoría, por organizaciones sociales o por cocineras comunitarias.

“Los comedores no son espacios nuevos, tienen años. Creo que hay un desconocimiento de la ministra, no sé si sabe que hay 20 millones de personas pobres. Entonces, ¿Como piensa atender a todas estas personas? No le va a alcanzar la vida para atender a cada uno”, dice la referenta de La Poderosa y explica que están de acuerdo con el relevamiento: “Está bien que sepamos a qué familia llegan los alimentos, lo concreto y complicado es que no hay una respuesta. Hasta que tengamos que aportar esos datos y se haga un recuento, qué tiempo va a demorar esto, la urgencia del hambre es hoy. La urgencia alimentaria la estamos viviendo ahora, no cuando la ministra quiera hacer un recuento de las personas o cuando decida qué hacer”.

“Somos nosotras las que tenemos que dar la cara”

Sobre el trabajo de las organizaciones, Zaccaro dice que “hay un desconocimiento y un atropello a los espacios que sostenemos hace años los comedores comunitarios y que a nosotros no nos agrada estar trabajando ahí. Las personas demonizan a las organizaciones sociales y somos nosotras, en su mayoría mujeres, las que tenemos que dar la cara, responder a las necesidades”. Y explica que son trabajadoras comunitarias con triple jornada laboral: tareas de cuidado y domésticas en sus hogares, trabajo en la comunidad y trabajos informales. “No podemos hacerlo sin que el Estado garantice nada”, afirma.

“La urgencia alimentaria la estamos viviendo ahora, no cuando la ministra quiera hacer un recuento de las personas o cuando decida qué hacer”.

“Yo tuve que hacer una campaña porque me había quedado sin arroz y sin fideos”

“Vos sabes que me fui a mi casa pensando que el comedor se llama Caritas Felices, pero yo veo muchas caritas tristes”, le dice una chica a Marisa Sánchez. Las dos están paradas en el corazón de barrio La Calera en Villa María, en un comedor que está por cumplir 12 años de existencia. Sánchez, la conductora del espacio, sirvió el 2 de junio del 2012 la primera cena del comedor a 15 niños y hoy le responde: “Sí, vienen tristes los chicos. Yo creo que es por la situación que viven en sus casas”.

 El comedor Caritas Felices no recibe partidas de alimentos del gobierno nacional. Si recibe ayuda del estado municipal que subsidia algunos servicios básicos que les permiten sobrevivir como luz, agua y gas. Los alimentos los reciben de colaboradores y algunas empresas que hacen donaciones.

“Yo tuve que hacer una campaña hace poco porque me había quedado sin arroz y sin fideos. Después de eso repuntamos”, dice. Ella misma va a al Mercado de Abasto a buscar las frutas y verduras que donan algunos espacios. “Nosotros estamos poniendo de 9 a 10 kilos de fideos por día o arroz o polenta en invierno. Más la carne y verdura si tenemos. Abrimos de lunes a viernes desde las 18, a esa hora empezamos a cocinar y estamos hasta las 22 horas”.

“Vienen tristes los chicos. Yo creo que es por la situación que viven en sus casas”. 

marisa sanchez by el diario del centro del pais
“Sí, vienen tristes los chicos. Yo creo que es por la situación que viven en sus casas”, dice Marisa Sánchez del comedor en barrio La Calera en Villa María. Foto: gentileza el Diario del Centro del País.

La demanda en los comedores aumentó

Las dos mujeres coinciden en que en los últimos meses la demanda en el comedor aumentó y son más las personas que se acercan a recibir un plato de comida.Cuándo se dispara todo, la gente empieza a tener menos ingresos porque lo que hacemos son changas o trabajo en la informalidad, entonces todo sube y la demanda en los comedores creció muchísimo y hay gente en lista de espera, esperando cuando vamos a poder ingresarlo para retirar la comida”, dice Zaccaro.

Por su parte, Sánchez, dice: “La situación es que todas las semanas tenemos más niños a comer. La necesidad es cada vez más grande y la colaboración no es muy buena. Duele mucho porque cada vez hay más niños, algunas mamás también vienen a comer. Eso no pasaba y ahora sí. Por día recibimos 90 o 92 niños y cuatro mamás están yendo a comer. Es muy triste que un nene de un año y medio tenga que ir a comer a un comedor porque no tiene qué comer en su casa. Todos los niños tienen derecho a comer en su casa y para eso estamos nosotros”.

“Es muy triste que un nene de un año y medio tenga que ir a comer a un comedor porque no tiene qué comer en su casa”.

La demanda no es sólo de alimentos

Ambas destacan que la demanda no es sólo de alimentación, si no de salud, educación, contención y amor. Tareas que también hacen las mismas mujeres. “El comedor no es solo un lugar donde se sirva el alimento, como cuando vas a un bar. No vas ahí con un plato listo. Hay muchísima demanda, demanda de salud, educación, de violencia de género”, dice Zaccaro, y agrega Sánchez: “Las necesidades son muchas. Nosotros también juntamos ropa, calzados, útiles. No es solamente los alimentos, es un combo, pero es amor, contención, es hablar, es estar. Cuando los chicos vienen tristes yo empiezo a pensar que tengo que hablar más con ellos, contenerlos porque el comedor es amor y contención, no es solamente la comida”.

La falta de trabajo o el trabajo en la informalidad dificulta la posibilidad de que madres y padres lleven comida a la casa. “Los comedores están en los barrios populares, no están en el centro o en los barrios privados, eso también muestra una realidad de que la situación laboral es compleja. Es tremenda porque la mayoría de las familias no tienen un trabajo formal que permita un ingreso digno para que esa persona pueda garantizar el alimento todos los días en su casa”, dice la referenta de La Poderosa. El mismo análisis de situación comparten desde el comedor Caritas Felices: “Hay padres que no tienen trabajo y también tenemos a la mamá y papá que trabajan y no les alcanza. La situación no está nada buena porque cada día tenemos más niños”.

Antes de cortar la llamada, Zaccaro asegura: “Los alimentos no están, no llegan y no sabemos. Hay una desesperación total. No reconoce el gobierno la emergencia alimentaria. Entonces nos preguntamos por donde más va a seguir pegando a los sectores populares. Quienes tenemos comedores cinco veces a la semana los vamos cortando a tres, quienes tenemos tres veces lo vamos a recortando a dos, porque no se llega con lo que hay”.

 “Los alimentos no están, no llegan y no sabemos; hay una desesperación total. No reconoce el Gobierno la emergencia alimentaria”. 

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