El affaire entre Juan Schiaretti y Juntos por el cambio provocó un sinfín de acusaciones cruzadas en la principal alianza opositora, que está cada vez más cerca de romperse.
Ed Impresa 09/06/2023 Nicolas Fassi
Especial para La Nueva Mañana
Como si se tratara de una especie de “reivindicación histórica”, Córdoba se convirtió, al menos por cinco días, en la capital política argentina. Para gusto y placer de aquellos que cultivan un desenfrenado (aunque fundado) antiporteñismo, el “centro” que Juan Schiaretti le tiró a Horacio Rodríguez Larreta para pasar a formar un nuevo frente electoral desató un tsunami electoral cuyos efectos se sintieron al instante, llevando a la unidad de Juntos por el Cambio al borde del abismo.
Pese a la rápida reacción de los anticuerpos de Juntos por el Cambio, todo está por verse. Es más, no se debe descartar que horas después de escritas estas líneas, el escenario sea otro, con nombres y alianzas nuevas o rotas.
Con esta advertencia respecto de lo que pueda suceder entre “figurones”, a nivel provincial las esquirlas y el sacudón hicieron mella en el Ecuador de la campaña. No por obra del azar, un día antes de los comicios en Córdoba vence el plazo para la inscripción de alianzas para las PASO.
Para adentro, todo parece indicar que se trató de una jugada de ajedrez de Schiaretti. El Gringo se llevó la marca de Juntos sobre Martín Llaryora y obligó a Luis Juez a gastar energías en un frente de batalla inesperado (por algunos). De yapa logró la centralidad esperada en la arena nacional a sabiendas de sus casi nulas posibilidades de llegar a la Casa Rosada. A la vista de los resultados que se vienen observando, el cordobés ganó más que el alcalde porteño, más resuelto en disputas intestinas con el PRO. O en realidad la cuenta puede ser favorable mirando la gestión local antes que la cuestión nacional.
El misterio a develar es ¿cuál será el efecto en las urnas? La confusión, ¿a quiénes o quién le sirve? ¿El electorado tendrá energías para soportar los constantes cruces antes de las primarias?
Juntos y Juez son los grandes lastimados de esta serie de movimientos. “Agarré el auto y me fui a frenar esto. No nos gusta que nos digan qué hacer desde Buenos Aires”, bramó Juez el lunes por la noche, con las esquirlas frescas de la reunión de Juntos donde Larreta y el radical Gerardo Morales buscaban sellar la llegada del gobernador cordobés a la alianza. Macri, otrora enemigo íntimo del candidato a gobernador, amigo de Schiaretti y conmilitón de Larreta, se plegó al reclamo por una cuestión de tiempos. “Este encuentro era posible meses atrás. Ahora ya no”, explicó en la Bolsa de Comercio, la sede del Círculo Rojo cordobés.
Ante los primeros efectos de la movida, Schiaretti salió a aclarar que no se trata de una incorporación a Juntos sino de la conformación de un frente para las PASO.
Más allá del operativo “despegue”, el paso fue dado y le restó valiosos días de campaña a Juez. “Me sacaron dos días de campaña”, se quejó. Es que mientras el senador buscaba frenar la avalancha ante los popes de su alianza, Martín Llaryora se concentró en la gira de campaña. Ni siquiera pudo exprimir al máximo de los resultados en las elecciones municipales como La Calera, donde Juntos se quedó con la intendencia ante un peronismo dividido.
“Creo que hemos salido fortalecidos. Por el contrario. Veo una militancia con muchas ganas y fuerza”, indicó Marcos Carasso (UCR), compañero de fórmula de Juez. A su turno, Laura Rodríguez Machado (PRO, línea Bullrich) dio cuenta de la fuerte reacción interna en contrario manifestada en sendos comunicados donde, palabras más palabras menos, se acusa a Larreta y Gerardo Morales (el otro artífice) de “comprar humo”. Incluso, hasta un enemigo íntimo como Ramón Mestre (h) salió a bancar a Juez, algo impensado hace cuatro años.
Tras un largo camino que empezó mal pisado allá por octubre del año pasado, tras los escándalos que involucraron a Oscar González, Diego Cardozo, Alfonso Mosquera y Nora Bedano, Schiaretti vio cómo este guiño de Larreta y Morales le devolvió la centralidad perdida y añorada. La famosa lectura de tres tercios le permitirá renovar su capacidad de árbitro, más allá de una candidatura a una vicepresidencia o un puesto expectable en un gabinete de “coalición”.
Algo de ello se había esbozado a partir de la creación, en enero de este año, del bloque Federal en el Senado bajo los auspicios de Alejandra Vigo. Las fotos con Alberto Rodríguez Saá (que el domingo empezará a cerrar una etapa en San Luis), Florencio Randazzo, Mónica Fein, la UIC y las disertaciones en la UBA en compañía de Emiliano Yacobitti (UCR) dejaron ver lo que en Buenos Aires descubrieron el lunes: la extrema afinidad del gobernador a las posiciones ideológicas de las palomas de Juntos. “Salió del closet peronista”, señaló un observador político.
Haciendo historicidad, puede rastrearse el origen de esa ligazón en el asado federal realizado hace un par de años en la casa de Juan Manuel Urtubey. Como era de esperar, el salteño quedó a mitad de camino y rompió con Schiaretti, avisando que no jugará en este turno electoral.
Puertas adentro de la provincia, Hacemos Unidos por Córdoba cosechó un win-win. Por un lado, vació la candidatura de Luis Juez y llenó de interrogantes a Juntos mientras Llaryora activa la campaña. Por el otro, es defender ante los votantes los beneficios de sumarse al espacio cambiemita… después del 25. Incluso, un larretista de la primera hora como Javier Pretto, candidato a viceintendente por el “peronismo”, dijo que luego de los comicios para gobernador “todos vamos a trabajar por Horacio presidente”. De hecho, sobre el filo del cierre de listas para las elecciones municipales, el oficialismo anunció al radical Orlando Arduh como jefe de campaña de Myriam Prunotto, además de la “incorporación” de algunas segundas líneas del PRO al armado local. Claro que el rival no es Juez, sino Rodrigo de Loredo, un candidato con un perfil parecido al de Daniel Passerini, lo que anticipa una elección reñida y con poco más de calor de campaña de antaño.
En definitiva, el alambrar la provincia les da grandes chances al cordobesismo y al partido cordobés. A veces son lo mismo, otras veces tienen matices.
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