El Nunca Más de las locas: lesbianas, gays y trans en la última dictadura

A 40 años de la vuelta de la democracia, la obra de Matías Máximo invita a pensar si la emblemática cifra de 30.000 está completa sin las personas desaparecidas de la comunidad LGBT+.

Ed Impresa 24/03/2023 Lucia Ceresole Lucia Ceresole
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Tapa del libro y Matías Máximo (Foto: Eugenia Kais)

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Especial para La Nueva Mañana

Hay palabras que no están: travesti, homosexual, puto, lesbiana. No están en el informe entregado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (ConadepP) en 1984. Fue esa ausencia la que instaló la duda o, mejor dicho, la pregunta en Matías Máximo, autor del libro “El Nunca Más de las locas” de Marea Editorial. ¿No hubo lesbianas, trans, homosexuales desaparecidos en la última dictadura? ¿Cómo iba a acercarse a denunciar una travesti la desaparición de su compañera, si por su identidad también la podían dejar detenida? ¿Cómo podía un militante marica reclamar por un secuestro si las propias organizaciones revolucionarias lo discriminaban? ¿Cómo iban a incluir a la comunidad LGBT+ si el ministro del Interior que se vinculaba con la Conadep opinaba que eran enfermos que había que curar? Las respuestas a estas preguntas es una investigación de una década que vuelve sobre los testimonios de sobrevivientes de la última dictadura, de personas entre 65 y 70 años, lesbianas, trans, gays. Vuelve para hacerlos parte de la memoria colectiva. Es un diálogo con el Nunca Más, un libro que marcó un antes y un después en la lucha por la verdad y la justicia. 

“La persecución ya venía desde antes y no se acabó con el retorno de la democracia”

“En la dictadura los travestis y los homosexuales éramos como bichos raros y cómo un gobierno militar iba a permitir que estuviéramos en la vía pública. Donde hubo maltrato y violación tras violación fue en el Pozo de Banfield”. Esto dijo ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, Valeria del Mar Ramírez, la primera mujer trans que se presentó como querellante en un juicio de lesa humanidad por haber estado cautiva durante la última dictadura militar en el excentro clandestino Pozo de Banfield. Ella es uno de los testimonios de “El Nunca Más de las locas”. “Después aparecen testimonios de personas que en esos años se camuflaron en las Islas del Tigre, que era un territorio donde tenía jurisprudencia la Prefectura Naval Argentina que a diferencia de otras fuerzas armadas actuaba de una forma un poco más benevolente, digámosle, y a su vez el difícil acceso a las Islas del Tigre hacía que se pudieran hacer fiestas, dar encuentros sexuales o amistosos, sin llamar tanto la atención”, dice Matías Máximo a La Nueva Mañana. El libro vuelve, además, sobre el exilio de Fernando Noy, poeta y performer, en Salvador de Bahía para no ser encarcelado en el pabellón de amorales de Devoto. 

Las locas de este libro apelan al deseo y la liberación sexual como método de resistencia, pero también evidencian “que la persecución ya venía desde antes y no se acabó con el retorno de la democracia. En todo el país funcionaban los edictos policiales. Eran una forma de hostigamiento permanente”. Para la comunidad LGBT todo lo que podía ser primavera quedó marchito con el ministro del interior de Alfonsín, Antonio Tróccoli, que representaba a la facción más conservadora del gobierno. “Su idea de la democracia estaba asociada al orden moral y fomentaba las razias, dando el visto bueno para la aplicación de los edictos 2F y 2H (escándalo público: incitación al acto carnal y vestir prendas contrarias al género). Entonces hay un montón de puntas donde uno puede pensar que la democracia no estaba del todo completa”, dice Máximo. 

A lo largo de las islas del Tigre se formó una comunidad de locas que llegó a las tres mil personas. Foto_ Serie Domingo José Frontera. Colección Tres Bocas. Archivo Nacional de la Memoria.(2)
“En la última dictadura las organizaciones revolucionarias expulsaban, el Estado y su maquinaria de horror perseguían y las familias echaban de las casas, era una persecución y un hostigamiento constante que venía no solo del aparato represivo del Estado si no de los mismos hogares”.

La sexualidad como parte de una batalla política

La revolución era, para algunos, también sexual. Y sobre este punto el libro repasa las primeras organizaciones gays, como el Frente de Liberación Homosexual (FLH), que tenía entre sus miembros principales a Néstor Perlongher. Busca abordar determinadas formas de resistencia que hubo en paralelo a las organizaciones revolucionarias de la época. “Mientras que estas organizaciones tenían una línea había otras personas que se estaban organizando para entender que la sexualidad, el acceso pleno a la sexualidad más allá de la heteronorma, también debía ser parte de una batalla política y no ser considerada como un ‘desvío burgués’, como lo dice ‘Moral y Proletarización’, uno de los documentos del PRT- ERP. Las sexualidades que se corrieran de lo que era poblar al mundo de futuras generaciones de proletarios revolucionarios no estaba bien y había que tratarla de alguna forma, como encarrilarla”, explica el autor.  

Por más espacios de libertad

En el prólogo al libro, Marta Dillon dice que no se trata de un recuento histórico de hechos y vínculos que se dieron en el pasado, sino que es una interpelación directa a seguir abriendo espacios de libertad, a entender que no hay derechos de segunda categoría o de primera, sino que no hay unos sin los otros. ¿De qué manera este libro nos sirve para pensar el presente de la comunidad LGBTIQ+? ¿Y qué lugar ocupamos en la democracia, a 40 años de su recuperación? Sobre esto, dice el autor: “En la última dictadura las organizaciones revolucionarias expulsaban, el Estado y su maquinaria de horror perseguían y las familias echaban de las casas, era una persecución y un hostigamiento constante que venía no solo del aparato represivo del Estado si no de los mismos hogares. Ahora, a nivel social, salvo algunos discursos, hay una aceptación de lo LGBT. Algunas derechas se dieron cuenta que, sin tener alguna perspectiva, se quedan muy afuera del discurso, debates y derechos de Argentina y del mundo. Las personas del libro que siguen vivas y llegaron hasta los 70 años realmente son sobrevivientes. Pero todavía sigue siendo distinto ser gay, lesbiana o trans y vivir en una ciudad o vivir en un pueblo o ser pobre”. 

Con la propuesta de salirse del método solemne, cierra Matías Máximo en la introducción del libro: “A cuarenta años de la vuelta a la democracia es hora de terminar con la naturalización del dolor. Para que estas causas sean parte de la memoria colectiva es necesario volver a sumar el foco de otros testimonios, apreciar sus puntos de vista y subjetividades, dejar de menospreciar la fiesta y el humor ácido de las lenguas locas como método de resistencia. Tomar apuntes para una historia torcida. Salir del método solemne y dar ocasión de escándalo con las vidas borradas por la tinta oficial”. 

  

 

Edición Impresa Nro.: 303

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