Los daños tras el paso del Ejército por el señalizado ex Grupo de Artillería 141

Vecinos y organismos exigen el cese de las maniobras militares en la abandonada Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos José de la Quintana, parte del patrimonio nacional.

Ed Impresa 28/10/2022 Adrián Camerano Adrián Camerano
Grupo de Artillería 141
En el Refugio Libertad funcionó el Grupo de Artillería 141. El predio está señalizado. Fotos: Gentileza

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DOCUMENTO FOTOGRÁFICO

El jueves 20 de octubre fue un día histórico para el Refugio Libertad, el recuperado ex Grupo de Artillería 141 de Villa San Isidro: por primera vez una visita escolar recorrió las instalaciones del ex centro clandestino de detención reconocido oficialmente en 2018 y señalizado el 2 de julio por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Curiosos, inquietos, movilizados por la visita a La Perla que habían realizado horas antes pero con el interés intacto, jóvenes a punto de egresar del Instituto Carlos Saavedra Lamas de Río Tercero escucharon la historia de la vieja guarnición del Tercer Cuerpo y el detalle de algunos de los delitos de lesa humanidad cometidos en la Enfermería, la Plaza de Armas, los calabozos y los galpones de automotores.

Sin embargo, el ambiente estaba raro. Mientras caminaban las instalaciones, tomaban notas y sacaban fotografías, del fondo de este predio de 900 hectáreas propiedad del Estado nacional venía el estruendo de detonaciones; de arriba, el característico sonido de los helicópteros; y de más allá, el tableteo de ametralladoras. Comentarios nerviosos, algo de inquietud y los esfuerzos del guía por darle al recorrido histórico el necesario marco de tranquilidad no opacaron un momento significativo tanto para locales como visitantes.

Lo que ni los docentes ni los estudiantes ni los trabajadores del Refugio Libertad imaginarían nunca es que mientras en el sector delantero del predio se construía Memoria, a cientos de metros la acción militar intentaba destruirla a tiros y morterazos. Ni, menos, el daño irreparable que ocasionaría este nuevo paso de soldados del Ejército Argentino por la fábrica militar abandonada que se erige en los fondos del lugar.

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Huellas de disparos en una de las construcciones del sector.

Un país de sesgo industrialista

Promediaba la década del 30 cuando el flamante coronel Manuel Savio era la cabeza visible de la también flamante Dirección General de Fábricas Militares, que incluía fábricas de pólvoras y explosivos, plantas químicas, fábrica de acero y otros polos productivos en distintas zonas de un país que el militar soñaba industrialista. Así nació la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos José de la Quintana, que al decir de la investigadora Susana Roitman “se proyectó en 1949 con la idea de reunir en un solo lugar la producción de pólvora y de ácidos, a una escala mucho mayor que las entonces operantes”. Roitman, que entre otras tareas se ha dedicado a relevar distintos modos de organización y resistencia obrera a la dictadura en las fábricas militares de Río Tercero y Villa María, señala que “por alguna razón, que para algunos estriba en la competencia privada, para otros en la falta de mercados y unos terceros achacan al enorme presupuesto para mantenerla en funcionamiento, se construyó y se puso en marcha sólo por veinticuatro horas”.

Siempre bajo la tutela del establecimiento de Río Tercero, el complejo de edificios erigidos en el medio del monte nativo quintanero casi que nació muerto, pero fue mantenido impecable durante décadas. En los ´60, en el sector delantero del predio se instala el Ejército con el Grupo de Artillería 141, y se decide emplazar varios puestos de guardia para cuidar las instalaciones fabriles, donde algunos empleados seguían desempeñando tareas, incluyendo en esa vigilancia a los túneles camuflados conocidos como Los Polvorines. De esas interminables noches de guardia en la oscuridad más absoluta existen numerosas historias, que van desde la aparición de “luces malas” a casos de cuatrerismo por parte de colimbas carnívoros y asados bien regados en los que algún suboficial pasado de alcohol relataba sus hazañas en la represión ilegal a las organizaciones del pueblo de la década del 70.

En esa línea, Roitman señala que desde Río Tercero “regularmente partía un grupo de operarios acompañados de un oficial de la planta” y que “la jornada solía terminar con un magnífico asado, y en una oportunidad, el militar, entonado con algunos tragos, relató sus “hazañas” como torturador. El evento terminó a las piñas”.

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Huellas de fuego en una zona donde aún hay químicos. Detrás, barricadas.

Es ese el sector en el que años atrás hizo algunos trabajos el Equipo Argentino de Antropología Forense, y el 13 de junio pasado un avión con tecnología de punta denominada Lidar “escaneó” el terreno en busca de antiguas remociones. Lo que se intenta determinar es si en El Polígono, donde rige una medida de no innovar y por ello no se puede ingresar, hay fosas clandestinas con cuerpos de desaparecidos. La presunción se basa en testimonios de conscriptos del ´76 ante la fiscalía federal que estaba a cargo de Graciela López de Filoñiuk y ahora comanda Facundo Trotta, que conoció el predio el año pasado.

Uno de los colimbas declaró que en esa época, cuando el complejo de edificios ya “no funcionaba como fábrica, había sido desmantelada hacía poco (...) nosotros custodiábamos esa fábrica y los polvorines, donde conservaban las municiones de artillería”. “Un día por la tarde llegó un camión con soldados de La Rioja, que cavaron un pozo de unos 6 metros de largo por 2 metros de ancho y 1,5 metros de profundidad. Luego de eso sentimos motores que se estacionaron cerca del pozo y vimos la silueta de más de seis personas. dos camiones estacionados y con la luz de los faros vimos siluetas que se movían. Como estaban al lado del foso presumiendo lo que iba a ocurrir, el suboficial nos dijo ‘vamos, olvídense de esto’ después escuchamos dos ráfagas de cargadores completos de FAL (...) luego conté otros diez tiros cortos y secos”, testimonió.

A la vez, según la declaración de un ex empleado de la fábrica en uno de los edificios permanecieron privados de libertad personas detenidas-desaparecidas; y es probable que otra dependencia del sector haya sido utilizada para mantener cautiva durante al menos ocho meses a una niña que fue abusada sistemáticamente, quedó embarazada, dio a luz en las peores condiciones y su bebé le fue robado.

Parte del patrimonio estatal, histórico y de la Memoria, días atrás el sector fue literalmente barrido a balazos.

Alerta de vecinos y organismos de Derechos Humanos

Aún resuenan los ruidos de los disparos en una zona cada vez más poblada por vecinos que huyen de las ciudades buscando tranquilidad. De modo regular, los pobladores ven pasar camiones del Ejército que ingresan al ex GA 141 por Boca del Río, un acceso trasero del predio. Pero esta vez la cosa pasó a mayores: fueron dos días de prácticas a puro estruendo, con el indignante correlato de daños y destrozos en el patrimonio público.
“Por el cese de las prácticas militares en el Refugio Libertad, ex Grupo de Artillería 141 José de la Quintana” se titula el documento que por estos días agilizan los vecinos y que, con más de 500 adhesiones al cierre de esta edición, será canalizado a través de una presentación ante los organismos competentes.

Para los pobladores de Villa San Isidro, Los Molinos y José de la Quintana esta vez se llegó a “un punto inaceptable”, en el que “durante dos días padecimos detonaciones, ruidos de aviones y helicópteros y sonido de ametralladoras, en la misma zona donde vivimos y donde juegan nuestros niños, niñas y adolescentes”.

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Un algarrobo añoso fue talado sin necesidad.

“Sin ningún tipo de control civil ni judicial”

Los vecinos contabilizaron “edificios ametrallados y pintarrajeados, barricadas, árboles nativos talados, vidrios estallados, puertas detonadas y basura desparramada”. Y alertaron que las maniobras militares “implicaron, también, un altísimo riesgo de incendio en época de sequía y en una zona intangible, considerada “roja” en términos de conservación”.

No ajenos al sentir de Memoria, Verdad y Justicia, remarcaron que el despliegue tuvo lugar “sin ningún tipo de control civil y/o judicial a escasos metros del sector precintado bajo una medida de no innovar dispuesta por el Juzgado Federal N°3 de Córdoba, que investiga la posible existencia de enterramientos clandestinos”.

“Por todo lo expuesto es que solicitamos al Ministerio de Defensa de la Nación y a Fabricaciones Militares el cese inmediato y absoluto de toda maniobra de entrenamiento militar, policial y parapolicial y/o paramilitar en ese predio, la investigación exhaustiva de lo ocurrido días atrás y la reparación de los daños ocasionados al patrimonio cultural, social y estatal”, finalizaron.  

A la vez, y al tiempo que hay testimonios de incursiones en campos privados, camuflados y fuertemente armados, al menos un vecino realizó presentaciones formales ante la Dirección de Sitios de Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos y el Ministerio de Defensa de la Nación. Por su parte, organismos de Derechos Humanos se pronunciaron públicamente: Hijos Córdoba, por caso, repudió las maniobras militares, exigió a la cartera nacional “que tome urgentes medidas al respecto” y se solidarizó con los trabajadores del Refugio Libertad. Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de Córdoba se hizo eco del reclamo, lo mismo que la "Casa de la Memoria Imprenta del Pueblo Roberto Matthews", también recientemente señalizada. A su turno, las delegaciones cordobesas de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos se solidarizaron, y la conducción nacional de ese histórico organismo avanzó con una presentación formal ante los entes competentes.

  

 

La Nueva Mañana - Edición Impresa 282

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