Los cambios en el Gabinete y la apuesta final del Frente de Todos

El Presidente designó en soledad a las nuevas ministras. Economía, Trabajo y Desarrollo Social, claves para los desafíos a un año de las elecciones. Macri condiciona a la oposición.

Ed Impresa 14/10/2022 César Martín Pucheta César Martín Pucheta
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El presidente Alberto Fernández, la vice Cristina Fernández y el ministro de Economía Sergio Massa. Foto: archivo Télam.

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Fue otro fin de semana de furia dentro de la estructura del Frente de Todos. El proceso que había comenzado con la renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, se completó sobre el cierre del feriado XXL con el desplazamiento de Claudio Moroni (Trabajo) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social). Las tres carteras venían siendo cuestionadas por diferentes razones vinculadas a la falta de acción concreta sobre algunos conflictos que generaban roces internos en la coalición gobernante, que terminaron canalizándose desde diferentes argumentos que desnudaron esas diferencias a partir del minuto uno del nuevo timonazo.

Gómez Alcorta presentó su renuncia indeclinable el pasado jueves, luego de cuestionar la represión que tuvo lugar en una comunidad mapuche en Río Negro, a cargo de fuerzas federales. Zabaleta argumentó su “compromiso con los vecinos y vecinas de Hurlingham”, el distrito bonaerense al que regresará para hacerse cargo de la intendencia y reordenar la tropa de cara al 2023, y Moroni acusó “razones personales”, luego de asumir públicamente que iba a ser difícil avanzar en la recuperación del poder adquisitivo de los salarios en el marco de una inflación “tan alta”. Desde el kirchnerismo también le achacaban su inacción para resolver el conflicto que protagonizaron los trabajadores del neumático semanas atrás. 

El lunes por la tarde el Gobierno anunció la llegada de Victoria Tolosa Paz a Desarrollo, Kelly Olmos a Trabajo y Ayelén Mazzina al ministerio que conducía Gómez Alcorta.  Las tres nuevas integrantes del Gabinete nacional juraron tras una semana en la que fueron levantando temperatura los análisis que ponen en foco las tensiones internas sobre el rumbo de la administración nacional. 

Principalmente en el gremialismo y el universo de las organizaciones sociales, el escepticismo continúa siendo la sensación que prevalece ante los nuevos cambios. Con algunas excepciones, los principales interlocutores de las nuevas ministras acusaron falta de consulta por la decisión, que se concentró por completo desde el sector que se referencia en el Presidente. En otras palabras, Fernández consultó solo con su equipo los pasos a seguir tras la partida de los funcionarios salientes. 

El tiro del final

Mientras Sergio Massa concentra absolutamente todo en lo concerniente a la dirección económica del Gobierno, y el kirchnerismo parece replegarse imaginándose como garantía de gobernabilidad y contención de los sectores más movilizados del Frente, la decisión de Alberto Fernández de tomar las riendas para las nuevas designaciones parece ser un último movimiento que intenta resistir un vacío de poder que suena cada vez más amenazante. 
En soledad, sostiene la necesidad de mantener las PASO para albergar alguna expectativa respecto a una posible reelección que hoy parece una quimera, pero que en medio de un país de humores fluctuantes podría alimentarse a partir de una mejora de la situación que se espera para comienzos del año próximo. Aunque casi todos los sectores del Frente de Todos esperan ese movimiento económico, solo el Presidente alberga alguna esperanza de que eso pueda tener algún rédito electoral. “En el mejor de los casos, si sale bien, el candidato tendría que ser Massa”, reconocen incluso en el núcleo interno referenciado en el nunca nacido albertismo. 
El desafío principal de la etapa que viene (falta un año para las elecciones y 14 meses para el fin del mandato) será alcanzar, al menos en lo simbólico, algún aspecto lindante a la promesa central de la campaña de 2019: acomodarle la vida a la gente. Para eso, la salida está en la economía y la inclusión. 

Allí es donde los papeles que deberán cumplir Olmos y Tolosa Paz se vuelve central. En consonancia con Massa deberán lograr recuperar el poder adquisitivo del salario para el universo de trabajadores y garantizar el acceso a la canasta básica alimentaria, como mínimo, para el universo de desocupados y subocupados que no llega a fin de mes. El dato más actualizado del Indec muestra una foto preocupante, con 8 millones de argentinos y argentinas pobres y 2,6 millones de indigentes. 

Allí se abre el debate en torno a las formas. A la par de los sectores gremiales y sociales más críticos a la política oficial, el kirchnerismo reclama por un endurecimiento en los controles de precios, una actualización salarial que contemple bonos para ocupados y subocupados, y una ley que garantice la seguridad alimentaria de la población. Mientras Massa analiza la mejor forma de avanzar en esas direcciones en conversaciones permanentes con el FMI y organismos multilaterales de crédito, y su equipo hace malabares para que las reservas no se desmoronen, el sector cercano al Presidente continúa un camino en la que la contención y el diálogo con diferentes actores del quehacer político y social se acompañan con una actividad de gestión concentrada en arrojar señales de mejora. Las recorridas por obras públicas y el anuncio de inversiones aparecen casi en el punto cero de esa agenda.

Mientras tanto, Macri proyecta

En paralelo al cambio de Gabinete y un nuevo viaje de Sergio Massa a los Estados Unidos, Mauricio Macri adelantó la publicación de su segundo libro. “Para qué” se llama la segunda entrega bibliográfica del ex Presidente, en la que anticipa los lineamientos que, según él, debería tener un nuevo gobierno de Juntos por el Cambio. Allí, sin maquillaje, ya no promete pobreza cero ni anticipa que vencerá rápidamente la inflación, sino que avanza en una dirección en la que anticipa que el segundo tiempo (así habla el líder amarillo sobre un eventual nueva gestión cambiemita) “va a exigir mucho de la sociedad”.

Reforma laboral, sindical, previsional y fiscal, privatización y cierre de empresas públicas, fin del proteccionismo, fin de la intermediación de las organizaciones sociales, reducción de gasto público, movilización de las fuerzas de seguridad contra los cortes de rutas y autopistas.  Así piensa Macri que debe accionar un próximo gobierno, mientras afirma que “el Estado argentino, tal como lo conocimos, ha colapsado”, y asegura que “el legado del kirchnerismo será un Estado elefantiásico, torpe e ineficiente”.

Aunque el verdadero padre de la actual situación política y económica todavía no haya resuelto si será o no candidato en la elección 2023, sí está seguro de que su participación en las definiciones políticas de la coalición opositora será determinante. Y en esa dirección juega, intentando acomodar los melones en el carro cambiemita. “No habrá oportunidad de dar menos que lo que se nos exige. La sociedad no va a perdonar a un gobierno que no esté a la altura del mandato”, asegura en el capítulo de su libro en el que receta qué hacer. 
Mientras tanto, Tolosa Paz y Olmos deberán lidiar con una situación que necesita una urgente valla de contención para que la situación social no explote mientras la reactivación prometida ya por tres ministros de Economía empiece a notarse en el bolsillo. Esa parte del que Juan Domingo Perón supo definir como “la víscera más sensible del hombre”, una situación que al decir de Pepe Mujica alcanza “incluso a los progresistas”. Para ello, ante lo que se pone en juego en la Argentina se deberá prescindir de algunas cuestiones de tinte ideológico. 

  

 

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