El atentado a Cristina Fernández nos acerca la sombra de Colombia

Las consecuencias del intento de magnicidio resultan impredecibles. El ejemplo del destino plagado de masacres de Colombia enciende todas las alertas.

Ed Impresa 09/09/2022 Flavio Colazo
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En Colombia, en 1948, el líder político popular Jorge Eliécer Gaitán fue ultimado. (Foto: gentileza)

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Especial para La Nueva Mañana

OPINIÓN

La aterradora imagen de un gatillero gatillando su pistola a 30cm de la cabeza de CFK persiste aún en el inconsciente colectivo argentino y plaga de dudas a la ciudadanía – y a dirigentes políticos, religiosos, y otros- respecto a las consecuencias, en cuanto al accionar (grupal y/o individual), que este atentado puede desatar en el presente próximo- y su alcance hacia un indeterminado futuro- en lo referente al sostenimiento de la paz social hacia el interior del país. En cuanto a las posibles motivaciones para llevar a cabo un atentado de tal magnitud la primera pregunta que cabe formularse es: ¿Cuáles actores son los favorecidos por el atentado, o por el caos que este pueda desencadenar?

A todo galope

Mientras la humanidad toda transita este tiempo con un telón de fondo apocalíptico -y los cuatro jinetes malditos parecen marchar sobre el mundo a galope tendido- tuvo lugar en Argentina, el primer día de septiembre, un intento de magnicidio que ha perturbado –aún no se sabe cómo ni cuánto- la ya frágil tranquilidad de la ciudadanía. Acontecimientos de este tipo, se sabe, han resultado como casus belli en numerosas ocasiones, y muchas de esas veces han acarreado desenlaces trágicos para pueblos enteros.

Magnicidios; guerras mundiales y civiles 

¿El fracaso del gatillero Sabag Montiel en asesinar a CFK habrá detenido un enfrentamiento fratricida en nuestro país? Se sabe que si Gavrilo Princip hubiese fracasado en el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria y de su esposa, Sofía, la primera Guarra Mundial hubiese tenido lugar igual; algún otro casus belli hubiera tenido lugar sirviendo como justificación para dar inicio a la conflagración global.

En Colombia, en 1948, el asesino no falló, y el líder político popular, Jorge Eliécer Gaitán, fue ultimado. Eliécer denunciaba y acusaba a los cuatros vientos las masacres que se estaban perpetrando en el interior de su país.  El asesinato de líder populista condujo inmediatamente al Bogotazo (incluido el linchamiento hasta la muerte del supuesto asesino - lo que impidió investigar el caso-)  y pasó luego a desatar  un pandemónium de violencia política irrefrenable –que duró décadas, y que se manifestó en millones de muertes, atrocidades y abominaciones inimaginables entre la misma población civil-, al periodo se lo conoció como La Violencia.

Desde entonces y hasta ahora Colombia se presenta como un estado fallido, con una lista de innumerables magnicidios (ministros, jueces, candidatos presidenciales), y cuyas administraciones gubernamentales jamás lograron tomar total control del territorio del país, quedando vastos sectores territoriales a merced de organizaciones políticas (de izquierda y de ultra derecha) fuertemente armadas, y, desde la irrupción del boom de la cocaína en los años 70, con amplios espacios urbanos y citadinos bajo el imperio de las leyes –y las armas- del narco. Dicho sea de paso, esta semana detuvieron en Argentina a 11 sicarios colombianos.

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Carlos Galán Sarmiento, candidato presidencial de Colombia, asesinado en 1989.

Argentina, la que pudo (¿y puede?) ser Argenlombia

Quizás el destino de Argentina pudo ser el de Colombia si en 1955 Perón -quien, por supuesto, estaba al tanto de lo que acontecía en el país cafetero desde 1948- hubiese tomado una decisión diferente respecto a la de su exilio personal -para eludir el enfrentamiento entre argentinos- ante el bombardeo a la Plaza de Mayo (plagada de población civil) por parte de las FFAA nacionales.

Hoy el fallido asesinato a la vicepresidenta argentina, CFK, se presenta como una consecuencia de una serie inusitada de discursos de odio tendientes a provocar un enfrentamiento irreconciliable entre compatriotas argentinos que bien puede llegar –si no se tiene mucha cautela - a promover  una desintegración territorial, o a una pérdida de control del estado nacional sobre parte de su territorio (nótese que recientemente dos provincias- Jujuy y Mendoza- desacataron el decreto nacional que estableció el viernes 2 de septiembre como feriado nacional).

Este in crescendo de los discursos de odio llevó a un diputado nacional por CABA a emitir una suerte de pública declaración de guerra contra el peronismo todo: son ellos o nosotros; publicó por Twitter el sábado 27 de agosto Ricardo López Murphy. Semejante sentencia presupone un enfrentamiento que– para lograr su supervivencia- obligue a una de las partes al exterminio físico del adversario. 4 días después Fernando Sabag Montiel gatilló a la cabeza de CFK.

Rosallín, Bogosaires, y  las pacificaciones

Una posible hoja de ruta para llevar a argentina hacia el modelo colombiano –casual o no- comenzó a dibujarse hace un tiempo ya. Por ejemplo, desde hace unos años la segunda cuidad de argentina está –o pareciera estar- bajo el imperio del dominio del narco, tal cual la Medellín de Escobar.

En Medellín para lograr algún tipo de sosiego las administraciones nacionales  de turno debieron pactar con las cúpulas narcos; en el caso de Rosario –donde el narco copia el modelo ultra violento de Escobar en Medellín- aún  no parece avizorase un camino que frene la andanada criminal, y la violencia sigue su curso como si tal cosa. Ya durante los años 80 numerosas delegaciones colombianas, oficiales y no oficiales, viajaron hasta nuestro país y dialogaron con sus pares argentinos sobre las leyes de pacificación que se estaban redactando en nuestro país (obediencia debida y punto final, por ejemplo).

Las delegaciones colombianas respondían, las unas a intentar acuerdos son las guerrillas marxistas, y las otras a atender los intereses de los narcotraficantes y los grupos paramilitares de ultra derecha para no pagar cárcel o evitar la extradición; mientras algunos de los interlocutores argentinos miraban con particular interés el caso de la administración gubernamental de la capital colombiana porque una gran cantidad de presidentes colombianos surgían desde  la jefatura de la Ciudad Autónoma de Bogotá.

Este modelo Argentina lo asumió en 1994 para lo conformar lo que hoy es CABA, desde donde, curiosamente, salieron dos presidentes (De la Rúa y Macri); y desde donde hoy pretende su actual jefe de gobierno alcanzar la primera magistratura nacional.

Pegarle al chancho…  (para que aparezca el dueño)

Pero… ¿a quién le sirve que Argentina acabe como Colombia? Nadie más interesado que los EE.UU. De allí la asombrosa  prontitud diplomática estadounidense para repudiar el atentado a CFK. Recordemos que entre 2015 y 2019, EEUU intento avanzar en su intento de colocar bases militares tal como tiene en Colombia (allí tiene 9- y con total inmunidad para el personal de las mismas).

En igual sentido uno de los dirigentes del partido gobernante entre 2015-2019, referente relevante a nivel nacional y provincial de su partido, propuso que su provincia, Mendoza, pase a formar parte de Chile; también quien hoy preside el PRO, ha planteado públicamente la posibilidad de entregar las Islas Malvinas al dominio extranjero; y notemos que durante esos años -2015-2019- se han visto en nuestro país tropas de las FFAA estadounidenses pasearse a sus anchas, sin rendir cuentas a nadie, por nuestro territorio.

Una guerra civil desatada, con pleno estado de confusión administrativo, obviamente le resultaría sumamente favorable a los intereses estadounidenses para lograr hacerse, en medio de la confusión y la tragedia, de los recursos  que son objeto de su apetencia (litio, gas, soja). Cualquier paso que se de en Argentina en aras de desatar un conflicto fratricida, seguramente dibujará una amplia sonrisa de satisfacción en el rostro del Tío Sam.

 

 

La Nueva Mañana - Edición Impresa 275

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