Extienden hasta febrero el riesgo de incendios en los bosques serranos

Durante 2019 unas 22.000 hectáreas se perdieron en incendios forestales en Córdoba. En Traslasierra, previo a la Navidad, el fuego volvió a arrasar. Cambio climático y negligencia humana, una combinación contra los bosques nativos.

Ambiente 03/01/2020 Miriam Campos Miriam Campos
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En diez días, a poco de finalizar 2019, en toda la provincia se perdieron unas dos mil hectáreas en total. (Foto: Gobierno de la Provincia de Córdoba)

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En la Nochebuena en La Paz, los bomberos de Traslasierra no tuvieron cena familiar, pasaron la noche combatiendo el fuego en un flanco de unos 300 metros de largo sobre una ladera de montaña con quebradas, de difícil acceso. Cuando lograron controlar el incendio, se habían perdido 300 hectáreas. A unos 70 kilómetros de ahí, en Las Calles, se quemaron unas 800 hectáreas. Los días previos también hubo focos en Salsacate, Berrotarán, Pampa de Olaen, Ongamira y en cercanías de Alpa Corral, por lo que en diez días a poco de finalizar 2019, en toda la provincia se perdieron unas dos mil hectáreas en total. La época de riesgo por incendios ya no termina en octubre como años anteriores, ahora, se extiende durante el verano. 

Ya deberíamos haber terminado la época de mayor riesgo de incendios forestales pero el último tiempo estos incendios se extendieron hasta febrero, sobre todo en Traslasierra que es la zona más afectada”, le dice Claudio Vignetta, secretario de gestión de Riesgo de la Provincia, a La Nueva Mañana y explica: “Tenemos unas 22.000 hectáreas perdidas por incendio durante el 2019. Hubo focos importantes y con riesgo de viviendas en La Cumbre, Villa Giardino, valle de Punilla, varias localidades de Traslasierra y se requirió de mucho esfuerzo. También hubo en 2019 una sequía muy importante, como en La Paz que llevaba nueve meses de emergencia hídrica, y debido a eso se dieron incendios más explosivos, con muchísimo más riesgo y difíciles de apagar”. 
 
Las condiciones climáticas son el detonante para los incendios forestales, pero no es menor destacar que “el 90% de los focos están producidos por la mano del hombre, ya sea por imprudencia, negligencia, o intención”, dice Vignetta y señala que por ese motivo en Córdoba está prohibido por ley hacer fuego. “Tuvimos varios detenidos este 2019 por haber iniciado quemas y provocado incendios. Se está trabajando con la Secretaría de Ambiente para lograr una reforestación, para intentar remediar el daño”, agrega el funcionario luego de que la provincia también estuviera en alerta por las fuertes tormentas del domingo que afectaron a las Sierras Chicas y provocaron la evacuación de casi un centenar de personas. 

El fuego como medio para degradar el suelo

El fuego, así como el avance de las fronteras agropecuarias, la invasión de plantas exóticas y la urbanización descontrolada de las sierras también es un factor determinante en la erradicación del bosque nativo en la provincia. Esa degradación del suelo, que tras un incendio ya no permite la absorción natural del agua, también juega un papel importante con las inundaciones. La desaparición de los bosques y montes nativos de Córdoba, hace ineludible contemplar la emergencia ambiental en la provincia.

En la memoria colectiva sigue muy presente la inundación de febrero de 2015 en Sierras Chicas, que dejó muertos y familias sin  viviendas. Las causas se adjudicaron a la presión inmobiliaria y el consecuente desmonte, donde los vecinos siguen denunciando, además, constantes incendios intencionales con el fin de desvalorizar algunas zonas con fines comerciales. 

El análisis político es que se dio una tasa muy grande de incendios sobre todo en lugares muy sensible, no solo porque hay materia vegetal sino porque, en general, se da en lugares que están en conflicto por las intenciones de ampliar las zonas a urbanizar, para determinados mercados inmobiliarios o porque grandes productores insisten en hacer cambios y uso de suelo”, dice el biólogo e investigador Cristian Schneider quien, además, es miembro de la Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo.

“Muchas veces se intenta cambiar un sistema natural por el sistema productivo intensivo, por lo cual el fuego termina siendo el gran efecto de degradar, de hacer ese cambio provocando la desvalorización de ese lugar en cuanto a su valor natural y revalorización comercial”, dice el biólogo y agrega: “Se intenta justificar que allí ya no hay algo importante. Muchas veces se desmonta argumentando determinadas medidas de progreso que van en total desequilibrio con lo que necesitamos que ocurra, que es recuperar ecosistemas nativos”.

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El ciclo natural que desaparece 

La cobertura vegetal del suelo tiene raíces que hacen junto a su parte aérea, el agua vaya circulando, vaya penetrando la superficie del suelo, llegue a las napas y a otros espacios de circulación subterráneo. Si tras un incendio no está la vegetación, cuando  llueve desaparece ese ciclado natural porque la absorción natural del agua, ya no tiene ese “efecto paraguas” para contener, sobre todo, en cuencas serranas donde hay gran pendiente. Allí el agua de lluvia corre a una velocidad que no debería ser la normal si estuviera la vegetación. Eso puede provocar aludes, movimientos del suelo y hasta, deslizamientos.

Los incendios naturales, intencionales o los que se producen de manera accidental son uno de los factores de mayor pérdida y degradación de los bosques nativos en Córdoba, donde los ecosistemas, sufrieron la desaparición de grandes coberturas de bosques.

Un ejemplo de esto, es el registro del Instituto de Diversidad y Ecología Animal, que indica que entre 1999 y avanzando en este siglo hasta 2013, los incendios afectaron unas 657 mil hectáreas. La información satelital entre esos años, reveló que en esos años, el fuego degradó el 27.1% de la superficie de cuatro sistemas serranos. 

“No se puede dejar de lado lo que significa que ese suelo calcinado, esa acumulación de cenizas y esa vegetación desprovista, impacten en la posibilidad de recuperación y regeneración de la vegetación”, dice Schneider y amplía: “Se sabe decir usualmente que hay un banco de semillas, diferentes porciones del suelo en las que van quedando las semillas de diferentes plantas que logran sobrevivir a determinada intensidad del fuego, sobre todo cuando el mismo es superficial, ahí puede darse un reemplazo y reaparición de la vegetación pero en algunos casos eso no ocurre”.

Cuando el silencio también es crisis ambiental

Sin duda otro efecto es que el fuego va corriendo y generando un desplazamiento de la fauna, más allá de lo que obviamente puede ser el impacto de pérdida de individuos de diferentes especies que todavía no alcanzan a escapar a la velocidad o el comportamiento del fuego. 

“Más allá de los que significa la pérdida de cobertura vegetal arbórea, con la cantidad de años que eso puede llegar a necesitar para que se recupere y lo que significa ya en el contexto del desmonte, si sumamos lo que es la pérdida por incendio, se va reduciendo la superficie de bosque que a fin de cuentas es donde están los árboles semilleros, donde está la vegetación que puede llegar a aportar a procesos de restauración de regeneración en otros lugares”, explica el investigador para quien es vital prestar atención a este factor que contribuye a que en la provincia ya se haya perdido el 95% del bosque nativo. 

“Estudié forestación por diez años, y veo que esto de hacer mapas, precisar datos, no alcanza para sensibilizar a la gente”, dice Schneider y cierra: “Creo que es importante, quizás encontrar otros puntos de cómo comunicar la crisis ambiental porque quienes tienen que darnos soluciones, ni siquiera hablan en sus plataformas políticas sobre estos temas, y ese silencio es también la crisis ambiental”.

 

 

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