Los jóvenes nuevos: una entrevista con Lautaro García Candela

En diálogo con La Nueva Mañana, Lautaro García Candela habla sobre Te quiero tanto que no sé, su ópera prima que se estrena en el Cineclub Municipal: cómo filmar la ciudad de Buenos Aires.

Ed Impresa 30/03/2019 Iván Zgaib
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“La película -Te quiero tanto que no sé- propone una manera de relacionarse con la cultura y de cartografiar la ciudad” afirma el director.

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Especial para La Nueva Mañana

Cae la noche en Buenos Aires y Francisco sólo piensa en encontrar a Pau. Pero todo lo que ocurre en Te quiero tanto que no sé, la película de Lautaro García Candela que se ve hasta el miércolesa en el Cineclub Municipal, parece adoptar la expresión inversa a una certeza amorosa. Lejos de la búsqueda que emprende el protagonista, la narración se ramifica; se abre paso en la maleza de la urbe porteña para perderse en recovecos inesperados, esquinas iluminadas por la artillería publicitaria y recitales improvisados que inician los trovadores de la ciudad.

Parte de los descubrimientos del film aparecen, precisamente, cuando asume los riesgos de aquel punto de fuga, donde su centro narrativo se difumina. “La película propone una manera de relacionarse con la cultura y de cartografiar la ciudad”, dice el director, “Porque el macrismo está cartografiando la ciudad hace 12 años. Y de ninguna manera pueden verse signos explícitos. en contra del macrismo en la película, pero sí se ve una manera de vivir que no es la macrista”.

La película tiene un disparador narrativo, pero después se desvía de su centro dramático. ¿Por qué narrar desde el azar?

- Cuando lo pensé me interesaba reflejar la lógica de la noche en Buenos Aires. Había algo que no podía adecuarse a lo más narrativo y lineal. Necesitaba el desvío porque esa era la lógica. Incluso en una ciudad como Buenos Aires, donde los recorridos son rectos, pueden pasar un montón de cosas en una noche. Me parecía que para narrar una experiencia porteña había que tener muchas distracciones. Y la escritura del guión se fue organizando por la ciudad de Buenos Aires. Agarré un mapa y dije: “que salga de Palermo y termine en Villa Pueyrredón, pero que haga el camino largo”. Entonces se recorrían varios barrios, sin que lo que pasara fuera algo folclórico. No tenía que ser el estereotipo de esos lugares.

Hay algo muy fuerte también que tiene que ver con la ciudad como protagonista: lo que les pasa a los personajes es ficción, pero convive con algo documental de ese espacio

- Sí, la vivacidad de los espacios se nota. Principalmente porque no teníamos plata para cortar calles ni poner luces. En ese sentido, la precariedad nos sirvió porque filmábamos como ninjas, como un aparato documental. Éramos seis con una cámara y un grabador de sonido chiquito. Cuando no caés con el circo, se puede llegar mucho más al centro emocional de esos lugares. Y también es una cuestión de discreción, porque si estoy yendo ahí, quiero respetar ese lugar. No quiero cambiarlo. Desde la foto planteamos una manera de trabajar que implica la menor intervención posible del lugar. Y a la vez, yo notaba que desde el principio del Nuevo Cine Argentino había películas que llegaban a la calle y adquirían una textura documental: cámara en mano, mucha oscuridad, una cierta desprolijidad que reflejaba la urgencia de filmar en la calle, pero también la emparentaba mucho con la televisión.

Entonces sentía que eso le quitaba invención al cine. Le quitaba la posibilidad de nuevos ritmos, nuevas sensibilidades. Había algo que no me representaba ahí. Y pensé una película que no tuviera cámara en mano, sino trípode, luz, planos. En ese sentido lo pensé a contramano de una tradición cinematográfica y a favor de otra. Quería escaparle a la textura documental, porque cuando uno se apega mucho a la realidad, en cierto punto se pierde el juego. Y creo que la película, sin tanta intervención, genera un extrañamiento, algo de ensueño.

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"Las canciones en la película tienen una especie de toque social. Por ejemplo, La era está pariendo un corazón es como un llanto interno y a la vez habla de todos los hombres" Asegura Candela. Foto: Gentileza.

Además de Buenos Aires, el otro protagonista del film son los jóvenes. ¿Cómo describirías esa juventud y cómo la ves en relación a otras juventudes que han aparecido en el cine argentino?

- Me parece que es lógico que esta juventud tenga rasgos particulares, principalmente porque tenemos celulares y hay toda una idea de conectividad que antes no teníamos y que cambia nuestra percepción, nuestra manera de movernos. Cambia absolutamente todo. Y por otro lado, yo tengo 24 años y filmamos la película a los 22, de lo cual se deduce que hay una especie de nueva generación. Y con respecto a la comparación con otras generaciones, yo lo pienso bastante a eso. Puedo entender las críticas que se hicieron con respecto a los personajes con baja intensidad y al nadismo, pero a mi me parece que están usando un método interpretativo viejo para algo que todavía estamos mensurando.

¿Cuál sería el método nuevo?

- Lo estoy pensando. También hago crítica e intento ver qué pasa ahí. Pero igual en la película pongo elementos de otra época, medio para ver qué pasa. Eso sí fue la parte más experimental. Y las canciones tienen una especie de toque social. Por ejemplo, La era está pariendo un corazón es como un llanto interno y a la vez habla de todos los hombres. Si te quiero, qué es la que más me gusta, habla de un amor “en la calle codo a codo, somos mucho más que dos”. Hay una idea social ahí de la pareja y en ese sentido pienso que la idea de pareja ahora ha cambiado un poco. Tiene otra subjetividad.

En relación a otras generaciones, la película tiene puntos en común y diferentes. El punto común es que las historias de amor son siempre más o menos las mismas. Y la parte social en la película funciona como un fantasma: es como un recordatorio de “che, mirá, también te estás olvidando de la lucha social”. Es casi como un olvido, pero como un olvido demorado; como que ya va a llegar. De hecho, los personajes militan en la película, pero eso no aparece como algo que los determine. Los determina casi tanto como la camisa que tienen puesta. Porque antes la militancia en el cine era La noche de los lápices. Y yo que he militado, pienso que la militancia es un rasgo más, como aparece en la película. Hay intrigas amorosas dentro de las Unidades Básicas.

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