La historia de la monja amiga del Papa que rompió el protocolo para darle el último adiós y conmovió a todos

En el inicio de los ritos finales para despedir al papa Francisco, hubo una escena que recorrió al mundo por conmovedora y por la historia que guarda detrás. Ocurrió cuando la monja Geneviève Jeanningros se acercó al féretro del sumo pontífice y salió de todos los protocolos, este miércoles en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

País23/04/2025Redacción La NUEVA MañanaRedacción La NUEVA Mañana

La foto conmovió a quienes fueron testigos tanto presenciales como desde las redes sociales. Una monja franco-argentina, de rodillas ante el féretro del papa Francisco, rompió el protocolo y rezó este miércoles en silencio durante más de veinte minutos.

Se trata de Sor Geneviève Jeanningros, de la Congregación de las Hermanitas de Jesús, una mujer con una vida marcada por la entrega a los olvidados y una profunda amistad con el pontífice argentino.

Aunque el protocolo vaticano reservaba los primeros homenajes para obispos, sacerdotes y cardenales, Sor Geneviève logró acercarse discretamente por un lateral del altar mayor de la Basílica de San Pedro. Nadie se atrevió a interrumpirla. Su emoción era visible.

Frente al cuerpo de Francisco, revestido con los paramentos litúrgicos rojos, la religiosa cerraba un ciclo que comenzó décadas atrás, en Buenos Aires.

La historia de esta hermana de mirada serena y vida austera no es común.

Vive en una zona periférica de Ostia Lido (Italia), cerca del mar, en un asentamiento precario del Luna Park, junto a feriantes y artistas de circo. Allí comparte la pobreza, sin luz eléctrica ni servicios básicos, con quienes viven al margen de la ciudad y muchas veces, también, al margen de la sociedad.

Pero su labor va más allá. Sor Geneviève acompañó durante años a un grupo de personas transexuales en situación de prostitución. Les ofreció escucha, consuelo y, en más de una ocasión, las llevó consigo a las Audiencias Generales del Papa en la Plaza San Pedro. Porque su misión -al igual que la de Francisco- fue siempre la de abrazar a los excluidos.

La relación entre ambos nació en los años en que Jorge Mario Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires. Desde entonces, construyeron una amistad silenciosa pero profunda, alimentada por la sensibilidad hacia las periferias físicas y existenciales.

La monja es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas secuestradas en la dictadura
Sor Geneviève también carga con una herida histórica. Es sobrina de Sor Léonie Duquet, una de las dos monjas francesas desaparecidas en la Argentina en 1977, durante la última dictadura cívico-militar.

Su cuerpo fue hallado en una fosa común junto al de Esther Ballestrino de Careaga, exjefa de laboratorio del joven Bergoglio cuando trabajaba como técnico químico. Ambas fueron víctimas de los llamados “vuelos de la muerte”, en los que los detenidos eran arrojados vivos al mar.

Con su oración prolongada ante el Papa fallecido, Sor Geneviève no sólo despidió a un amigo: también rindió tributo a una vida compartida de entrega, dolor, ternura y fe en los márgenes.

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