Sin plan: la caída del consumo, única ancla inflacionaria del gobierno nacional

Las subas menguaron en enero tras el récord de diciembre. Festejan en la Casa Rosada mientras sigue sin freno la quita de subsidios en todos los sectores. Los dólares paralelos bajan mientras la clase media vende ahorros.

Economía 17/02/2024 Facundo Piai
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Fotos: freepik

Conocido el dato oficial sobre la inflación de enero, en los pasillos de la Casa Rosada hubo júbilo. El informe de Indec marca que, tras el pico inflacionario de diciembre, en donde los precios subieron 25%, el primer mes del año comenzó con una desaceleración.  

Cinco puntos porcentuales menos que el mes anterior bastan para que desde el gobierno reafirmen que los aumentos irán decreciendo en los próximos meses. Comenzó, para el gobierno liberal libertario, la senda de la desinflación. 

En efecto, si bien elevadas, las subas de enero fueron más bajas de lo que estimaban muchas consultoras. No obstante, los precios continúan sufrieron aun la onda expansiva de la megadevaluación de más del 100% aplicada en diciembre.

Esto se debe a que parte del encarecimiento de los costos que significó esa suba violenta del dólar se trasladó a los precios durante el primer mes del año. También impactó la suba del transporte en los precios, en donde la tarifa comenzó a subir en enero y dará un nuevo salto en todo el país producto de la quita del subsidio al transporte.   

Por su parte, los alimentos acumularon incrementos por 296% en los últimos doce meses. Esto significa 42 por ciento más que las subas totales acumuladas durante el último año. En el último mes la inflación de alimentos estuvo en línea con el promedio de subas generales, lo cual de consolidarse podría ser un dato positivo ya que los alimentos venían escalando muy por arriba de los precios promedio.

No obstante, los alimentos más importantes de la canasta popular escalaron más del 30%: es el caso del pan, harina, arroz, aceite y leche. Mención aparte merecen los artículos de higiene personal que subieron en torno a 40%.

La suba de servicios y alimentos no da tregua frente a los salarios, que día a día pierden su capacidad de consumo a la espera de una paritaria que detenga su caída.

¿Se puede hablar de desaceleración de precios?

En los precios de febrero y marzo impactarán los diferentes acuerdos paritarios que buscan recomponer el poder de compra perdido y en este estado de precios sin ancla, sin ningún tipo de acuerdo ni plan de estabilización, las empresas trasladarán esas recomposiciones a los precios. Mientras que, conforme continúe la poda del gobierno nacional a las partidas enviadas a las provincias para subsidiar el boleto de colectivo, el incremento del transporte será clave en los precios.  

Además, a esto hay que sumarle la quita de subsidios que impactará en las facturas de gas y luz, con aumentos arriba de 300% en algunos hogares y fuerte repercusión también en el sector productivo. Se trata de incrementos que se pagarán en abril. Con lo cual se genera un interrogante sobre la consistencia de la desaceleración de la inflación, incluso manteniéndose el tipo de cambio quieto o prácticamente invariable. 

Es clave destacar esto porque desde la suba del dólar hasta hoy la inflación escaló 50%, consecuencia de haber devaluado sin un plan de estabilización. Con lo cual, esto significa que la escalada inflacionaria quita competitividad al tipo de cambio y así se genera algo verdaderamente insólito: a dos meses de una de las mayores devaluaciones de la historia económica del país, algunos operadores importantes de la exportación de granos ya comienzan a hablar de dólar atrasado. Dado al estado de situación, la pregunta del millón es: ¿cuándo se viene la segunda devaluación del gobierno libertario?

En los precios de febrero y marzo impactarán los diferentes acuerdos paritarios que buscan recomponer el poder de compra perdido, y las empresas trasladarán esos incrementos a los precios.

El gobierno acumula reservas, pero las dudas sobre el dólar no están despejadas

Indefectiblemente, la baja de la inflación que festeja prematuramente el gobierno se borrará de un plumazo cuando el tipo de cambio recomponga su valor. Pero volviendo al tema en cuestión, la desaceleración de la inflación en enero, hay otro factor que lo explica del cual no dijimos nada aún: la caída del consumo. El desplome de la demanda oficia como un ancla para los precios. De hecho, es la única ancla que propone el gobierno anarco capitalista. 

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Así, en el primer mes del año se advierte una caída de la demanda a tono con la recesión de la actividad económica. Esto se nota en bienes durables; es el caso de los automóviles, que antes se utilizaban como resguardo de valor. El mes pasado el bajón se sintió en las concesionarias que vendieron 16.636 0km menos que hace un año atrás. En la misma tónica se encuentran los electrodomésticos, destacados por ser elegidos cuando la gente adelanta consumos por la inflación (en contexto de alto nivel de actividad económica).

Enero fue menos inflacionario por el peor motivo posible

Pero no solo se desploman las ventas de bienes durables o semidurables. En una economía como la nuestra, con alta informalidad y altos niveles de pobreza, la recesión impacta en el consumo de bienes de primera necesidad. Asimismo, durante enero, el último informe sobre ventas de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa destaca que las ventas de comercios del rubro alimentos cayeron 37% en relación al año pasado. Mientras que en el caso de los supermercados las unidades vendidas se contrajeron un 6% en comparación con el año pasado, según nos comentó la cámara de supermercados.

En efecto, la causa de la merma del consumo se explica por la suba de los precios, naturalmente, pero también por una recomposición salarial que se movió por abajo. Al punto tal que, sólo en el mes de diciembre, la diferencia entre la inflación y los aumentos salariales fue de 13%, según el índice Ripte que mide la variación de los ingresos registrados. La caída de diciembre fue incluso mayor a la registrada en los peores meses del crack del 2001 y la posterior devaluación (abril del 2002) que le puso fin a la convertibilidad. 

En una economía como la nuestra, con alta informalidad y altos niveles de pobreza, la recesión impacta en el consumo de bienes de primera necesidad.

Comenzó la quema de ahorros para pagar alimentos y alquiler

En este contexto de caída de la actividad, alta inflación y perdida brutal del poder de compra de los ingresos se advierte un fenómeno que hacía mucho no se veía. Por la pulverización del poder de compra de los ingresos, sectores con capacidad de ahorro se están desprendiendo de sus dólares para poder pagar gastos corrientes. Nadie está comprando dólares -de ahí la plancha del dólar blue-, todos venden. “Vende la clase alta para seguir manteniendo su nivel de vida y vende la clase media para llegar a fin de mes”, dijo un arbolito a un medio especializado. 

¿Resiste una economía en donde la clase media tiene que vender sus ahorros en dólares para poder llegar a fin de mes?

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