El dilema que tiene en vilo al PRO: ¿puede volver Mauricio Macri?

El ex Presidente volvió a la escena pública y no se baja de las aspiraciones para 2023. ¿Cómo juega entre Bullrich y Rodríguez Larreta? El escenario antigrieta y el factor Milei.

Ed Impresa 14/04/2022 César Martín Pucheta César Martín Pucheta
Larreta Macri Bullrich © el economista
Patricia Bullrich, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Foto: gentileza.

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Una foto con Donald Trump. Un movimiento sorpresivo y efectista a través del cual Mauricio Macri parece querer reafirmar su rol de líder opositor de cara al sprint que comenzará a definir las candidaturas dentro de Juntos por el Cambio, la alianza política que se construyó alrededor de su figura y que lo llevó a la Presidencia entre 2015 y 2019. Después de un tiempo de aparente ostracismo, el ex mandatario vuelve a ocupar espacios centrales en el universo opositor reuniéndose con dirigentes, empresarios, y referentes empresarios. Sin embargo, nadie lo ve como candidato. La pregunta es si eso responde a sus verdaderas intenciones o si, en verdad, el contexto se lo impide. 

Para Raúl Aragón, “no hay que correr a Macri del mapa porque él mismo no se ubica afuera”. “Ha vuelto a tener un posicionamiento muy fuerte, contratado nuevos asesores y va construyendo un discurso mucho más coherente respecto a sus ideas para el país”, señala en diálogo con La Nueva Mañana. 

“A Macri le levantaron el perfil y él, como buen político con ambición de poder y legitimación, aprovecha esa situación”, lee la politóloga Valeria Brusco. “La solución de algunos temas relacionados con la deuda y el fracaso en la resolución de urgencias económicas como es el caso de la inflación, le deja a Macri la posibilidad de salir a hablar desligándose de las responsabilidades que le competen. Si a eso le sumás la protección mediática, parece como si la gente lo hubiese perdonado”, explica. 

“Si todo está tan mal, no parece una locura que Macri sea candidato”, ejemplifica advirtiendo la tendencia electoral que termina votando la principal opción alternativa para modificar la realidad que le es adversa. 
Sin embargo, ese perfil renovado no le garantiza al ex Presidente una chance concreta de ubicarse en lo alto de la palmera con chances de aspirar a un segundo mandato. En palabras de Aragón, el problema es que su figura sigue representando parte de un universo político hijo del 2001 que “ha fracasado”. 

“Tanto Macri como Cristina surgieron como parte de espacios que se ubicaron originalmente en la centro-derecha y la centro-izquierda, a medida que esos posicionamiento se fueron extremando, el centro fue desapareciendo y el diálogo se hizo imposible. Eso se nota también en la pérdida de poder dentro de cada uno de las coaliciones. En un bloque de 35 senadores, Cristina sólo consiguió 13 votos en contra del acuerdo con el FMI; y Macri le pidió a sus legisladores que se levantaran de la Asamblea Legislativa de comienzo de año y se levantaron 20 o 25 de una asamblea en la que hay más de 300 personas”, analiza Aragón.

La interna amarilla

En ese universo marcado por la necesidad de cambiar nombres, la oposición analiza cuál puede resultar la mejor manera de definir candidaturas sin dañar la unidad del espacio. Hoy se analizan varios escenarios, pero ninguno evita la confrontación interna. Una de las chances es que la disputa sea entre partidos, sin posibilidades de “cruces” en las listas. En caso de prosperas las propias fuerzas que integran la coalición tendrían que definir previamente las pre-candidaturas. Ahí Bullrich no quiere saber nada. Ya avisó que “va o va” a las PASO. “Si Mauricio es candidato, Patricia se tiene que bajar”, señala un referente del PRO cordobés consultado al respecto. “Si Macri apoya a Bullrich, Rodríguez Larreta no tiene ninguna chance”, sentencia Aragón. “De ninguna manera hay que pensar que Bullrich y Macri son lo mismo, de hecho, ella va a ser lo imposible para que él no sea candidato porque su voluntad es ser protagonista” advirtieron desde las filas patricias. 

Nunca antes los espacios internos del PRO estuvieron tan claros. Pese a que los dirigentes esbozan discursos de unidad y los analistas más críticos adviertes que, en el fondo, el proyecto que los une es el mismo, los territorios se delimitan con claridad. Sobre todo en materia de estrategia. 

“La boludez de halcones y palomas”

“No jodamos más con esa boludez de halcones y palomas”, lanzó el fin de semana Horacio Rodríguez Larreta, afirmando su disfraz de paloma. “Acá la diferencia es los que cambian la vida de la gente. Vamos a ganar la elección del ‘23, a ver si nos hacemos cargo”, completó mientas le hablaba a la militancia amarilla reunida en el Congreso Anual de la agrupación juvenil La Generación, uno de los brazos políticos sobre los que se apoya su gestión en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Según analiza el director de Raúl Aragón & Asociados, pese a las proyecciones, el alcalde porteño “está esperando” para definirse. En su lectura, la estrategia consiste en sumar a los sectores más alejados de los extremos al interior de la coalición. “Si logra sumar al radicalismo de Morales y a la Coalición Cívica de Elisa Carrió, ese espacio se convertiría en el componente hegemónico de Juntos por el Cambio”, advierte al analizar los movimientos del jefe de Gobierno de la Caba. 

El factor Milei

En el juego de centros y extremos, un factor externo conmueve al universo opositor desde hace meses: el creciente movimiento libertario corporizado en Javier Milei. El economista es un elemento disruptivo no sólo porque pone a discutir límites en la estrategia de amplificar la alianza sino porque desde hace tiempo experimenta un crecimiento sostenido que ya lo ubican como un candidato nacional a tener en cuenta de cara al 2023. Por su perfil ideológico, los votos de Milei se expolian, en su gran mayoría, desde Juntos por el Cambio. Hoy, su figura ostenta una intención de votos que ya ronda el 20%. 

Con fuerte llegada a jóvenes de clase media y media alta

Para Brusco, esa discusión evidencia el real problema que encarna la figura de Milei. No cuenta con los votos suficientes como para ganar una elección pero “instala su agenda”. “Es un como el que se vayan todos, pero con una actitud que suma insultos y una postura incorrecta que muchas veces tira cosas en chiste que se instalan”, señala a la vez que destaca “la llegada” de ese tipo de referencias entre los jóvenes. “Si se le pregunta a la gente más joven de clase media y clase media alta, medio hasta con vergüenza te dicen que van a votar a Milei. Sobre todo entre quienes eran votantes del PRO”, señala.  

Esa lectura coincide con la de Aragón que advierte que el sector libertario recogió las banderas de la antipolítica que alguna vez supo sostener el partido que llevó a Macri a la Jefatura de Gobierno porteña. “Cuando el PRO apareció se presentaban como la novedad por fuera de la política tradicionales. Eran todos empresarios y administradores, y luego fueron el Gobierno de los CEOs. Bueno, hoy el PRO se convirtió en un partido político y esas ideas las representa Milei”, analiza. 

 

 

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