70 años de participación política de las mujeres. Memoria para el presente

Las sendas de su memoria nos traerán ese pasado que construyó el hecho fundante para la presencia definitiva de las mujeres en los procesos políticos de nuestra Patria.

Ed Impresa 12/11/2021 Zulma Zárate*
CHOLA Y EVITA 2
El valor de la subjetividad en los testimonios vivos de nuestro pasado reciente tiene un peso específico singular para encontrarnos con la Historia de los Pueblos.

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OPINIÓN

El valor de la subjetividad en los testimonios vivos de nuestro pasado reciente tiene un peso específico singular para encontrarnos con la Historia de los Pueblos. En nuestro caso se trata la subjetividad de la Delegada Censista del Partido Peronista Femenino del departamento Juárez Celman de nuestra provincia de Córdoba. Las sendas de su memoria nos traerán ese pasado que construyó el hecho fundante para la presencia definitiva de las mujeres en los procesos políticos de nuestra Patria.

“Yo recuerdo que de lo primero que nos habló, fue de su fe inquebrantable en la Doctrina Justicialista. Y de lo importante que es para las mujeres nuestra formación”.

La memoria, ese continuo ejercicio de reconstrucción, resignificación y actualización del pasado. La narración de un pasado, que se torna necesaria para edificar un presente. Hoy, a 70 años de la primera vez que las mujeres argentinas ejercieron su derecho político a elegir a sus gobernantes y a ser elegidas, proponemos el relato de Chola Ayraudo, como reflejo de esa gesta de organización que transformaría para siempre la vida de las mujeres en nuestro país. 

A su vez, los recuerdos de Chola se encuentran con el pensamiento de Eva Perón en puntos centrales, sobre los que se erige la conformación del Partido Peronista Femenino.

Chola nos trae a Evita como referencia de un aspecto significativo de su subjetividad política: de la formación para la acción política.

“Ella impulsó la participación de la mujer en política”.

El diálogo de Chola con Evita es permanente.

“Lo primero que tuve que hacer en el movimiento femenino de mi Patria, fue resolver el viejo problema de los derechos políticos de la mujer”.

El derecho a la participación política es una categoría que está presente en la vida cotidiana de un grupo importante de mujeres que vivieron ese momento histórico. También es un imperativo en la concepción que mueve a Eva Perón en su representación del lugar de las mujeres, en un contexto sociocultural que está experimentando profundos cambios a favor de los sectores postergados por siglos en Argentina.

“Primero me nombran a mí subdelegada censista en Huanchilla, en mi pueblo natal y luego a nivel departamental. Entonces, yo inmediatamente reuní compañeras (…) organizamos la Unidad Básica Femenina, allí se realizaban cursos de oficios, enseñábamos a leer y a escribir. Y todas las semanas clases especiales de adoctrinamiento. Eso hacíamos las mujeres”.

La delegada censista cuenta cómo fue su acción desde el lugar que le fue asignado, por su trayecto de joven militante junto a su padre, por la confianza que tuvieron sus compañeras, las autoridades y la propia Evita, con quien se encontraría unos años después.

“Los centros políticos del partido femenino se llaman ‘Unidades Básicas´ (…) Perón quiso que los nuestros -los centros políticos del peronismo- fuesen focos de cultura y de acción útil para los argentinos. En las Unidades Básicas Femeninas se organizan bibliotecas, se dan conferencias culturales, y sin que yo lo haya establecido expresamente pronto se han convertido en centros de ayuda y de acción social”.

La relación directa entre la concepción de un modo de organización y su puesta en práctica en miles de espacios distribuidos a en cada pueblo, en cada barrio, en cada ciudad argentina, es un hecho que generó la mayor experiencia organizativa de nuestra historia reciente; y fue una tarea de conducción política de las mujeres.

“¡Y tuve la suerte que en ese viaje me recibe personalmente la Compañera Evita! (…) para mí fue un momento indescriptible (…) Y después pensaba, ay Dios! Estoy ante la mujer que dignificó al humilde con amor, con mucho amor y con espíritu solidario”.

“De nada nos valdría un movimiento femenino organizado en un mundo sin justicia social. (…) Sería como un gran movimiento obrero en un mundo sin trabajo. ¡No serviría para nada!”

Nuevamente se encuentran los conceptos que vertebran aquel Movimiento Femenino, producto de una concepción integral de la humanidad. La dignidad y la justicia social, son necesidades sentidas por las mujeres comunes, por las madres, por las trabajadoras; también es un elemento que se reitera en el pensamiento y en la obra de Evita como preocupación y como realización efectiva de su intensa, amorosa e inigualable labor.

Traer a la memoria estos hechos, estas vivencias que laten en los corazones de tantas mujeres, es necesario para apropiarnos de un pasado en permanente proceso de actualización y que por lo tanto interviene en las proyecciones a futuro; con las mujeres como protagonistas vitales, parte fundamental de la comunidad organizada. 

Este ejercicio de memoria, también nos brinda la oportunidad de construir estas fuentes históricas, para la generación de nuevos saberes, basados en conceptos y acciones que fueron profundamente transformadoras. Las mujeres argentinas seguimos elaborando nuestra memoria para este presente complejo que vivimos. Sin desconocer las desigualdades que aún nos duelen; pero respaldadas por una historia de luchas en la conquista de cada derecho y en la proyección de la soberanía de los pueblos, única garantía de genuino avance hacia el bien común.

N. de la E.: Este texto es un adelanto de la investigación que lleva adelante desde la UNC la licenciada Zulma Zárate, cedido exclusivamente a La Nueva Mañana.

*Lic. En Comunicación Social. Docente e Investigadora en Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Provincial de Córdoba.

 

 

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