Serafín, la supercomputadora de Córdoba para la ciencia argentina

El cluster científico con mayor poder de cálculo del país está en Ciudad Universitaria y se pone en marcha el próximo 4 de agosto, lo armó un grupo interdisciplinario de investigadores con una visión de “política abierta”. Es decir, al servicio de todas las provincias.

Ed Impresa 30/07/2021 Miriam Campos Miriam Campos
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Oscar Reula, director del Centro de Cómputo de Alto Desempeño y Marcelo Mariscal, vicedecano de Ciencias Químicas, durante el traslado del equipamiento de Serafín, cuando llegó a Ciudad Universitaria en febrero de este año. Foto: gentileza Unciencia.

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“Lo bueno de esta supercomputadora es que la utilizará mucha más gente. Investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) pero también de todo el sistema científico del país”, dice a La Nueva Mañana, Nicolás Wolovick, doctor en Ciencias de la Computación, investigador, docente y parte del Directorio del Centro de Computación de Alto Desempeño (CCAD) que funciona en el Data Center de Ciudad Universitaria. “Tenemos una política súper abierta respecto a sumar gente de otros lugares y puede ser utilizada para proyectos de astronomía, química, física, biotecnología, entre otros”, agrega. 

El próximo 4 de agosto el CCAD presentará Serafín, el cluster que toma el nombre de uno de los personajes de la historieta argentina “Inodoro Pereyra” de Roberto Fontanarrosa, y que tiene una capacidad para hacer 156 billones de operaciones por segundo (156 TFLOPS de potencia de cálculo), posicionando a Córdoba en la línea uno, en cuanto a Cómputo de Alta Performance (HPC)  en Argentina.

 A modo ilustrativo, podría decirse que una ejecución que se demora un día en una máquina de escritorio, en Serafín, con el poder de cómputo que tiene -salvando la distancia- tardaría aproximadamente, menos de un minuto. Además de poder hacer cálculos que en una computadora como la que utiliza el común de los mortales, jamás serían posibles. Este cluster para las y los investigadores de distinta disciplinas, que necesitan de la tecnología de punta para simulaciones de fenómenos complejos, es oro: reduce costos y tiempo.  

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El cluster Serafín tiene capacidad para funcionar como si fueran una sola PC y con características muy especiales: “puede estar funcionando las 24 horas del día durante cinco años seguidos sin que falle nada”, dice Nicolás Volowick, investigador y docente de la UNC. Foto: gentileza Unciencia

“Desde un lado, se puede pensar Serafín como si fuera una colección de computadoras, exactamente 60, pero no se acaba ahí el cuento. Se llama supercomputadora porque son 60 ordenadores interconectados y que a su vez, cada uno es muy potente. Tienen capacidad para funcionar como si fueran una sola PC y con características muy especiales: puede estar funcionando las 24 horas del día durante cinco años seguidos sin que falle nada. Ni las fuentes, el procesador, ni tampoco la memoria que puede hacer autocorrección de errores”, explica Wolovick sobre este cluster y añade: “Todo eso hace que sea costosa, pero lo importante es que es una máquina que se puede utilizar como si fuera una sola computadora”.

El servicio que ofrece el CCAD no solo apunta a reforzar proyectos científicos de distintas disciplinas sino que ha dado prioridad en el sistema de cómputos a las investigaciones sobre Covid-19, que necesitan realizar simulaciones en los clusters. A su vez, ha sumado cooperación con empresas públicas y privadas, como el caso de la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) donde le proveé horas de cómputo para cálculos de dinámica de fluidos computacional para el desarrollo del avión de entrenamiento primario IA-100 Malvinas, que lleva adelante la empresa.  

Serafín surgió a través del Programa de Adquisición de Grandes Equipos (PAGE) que lleva adelante la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la UNC y demandó 371.748 dólares. “Es un proyecto que armamos muchísima gente cuyo director es Marcelo Mariscal, vicedecano de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, presentamos un montón de grupos con proyectos en distintas áreas. Nos encolumnamos atrás de todo esto, y no solo ganamos el financiamiento sino que salimos primeros”, cuenta el investigador sobre la supercomputadora, que se suma a los otros cluster, de similar tecnología, con los que viene trabajando el CCAD: Mendieta (9 TFLOPS), Mulatona (6 TFLOPS) y Eulogia (56 TFLOPS).  

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“Alentamos la demanda, el uso del servicio de los clusters, porque si no hay, quiere decir que nuestra ciencia se está quedando obsoleta porque donde mires, en cualquier país, hay una inversión inmensa en cómputo, y la usan”, dice el director del CCAD, Oscar Reula. Foto: gentileza CCAD

Construir 

“Argentina debería invertir por lo menos, cinco millones de dólares cada cinco años y mientras tanto un millón de dólares cada año para mantenimiento, capacitación, pagar personal en HPC, y no se hace”, indica Wolovick y explica que en el Top500, que rankea las 500 supercomputadoras con mayor rendimiento del mundo, el nuevo cluster de la UNC, pese a su potencia está lejos de formar parte esa elite. “Serafín son 370 mil dólares, es nada al lado de lo que se debería gastar en un país de nuestro tamaño. Aún así pasa a ser el cluster científico más grande de Argentina pero para avanzar hay que poner las cosas en contexto global, tener una perspectiva de dónde está uno y proyectar”. 

Para el científico, Argentina no está a la altura que debería estar de acuerdo al PBI del país, a la cantidad de producción científica por habitante. Si se miran todos los indicadores y se buscan países similares, como Polonia, ese país europeo tiene 10 veces más poder de cómputo que Argentina. “La situación muestra que nuestra clase política no entiende estas cosas y que así como hubo un Arsat que por 500 millones de dólares el país tuvo un satélite de comunicación, por 10 millones de dólares Argentina podría poner por primera vez una supercomputadora en el top. Solo 10 millones de dólares, que no significan nada en gasto para el Estado pero sí es algo determinante para el desarrollo científico del país”, ilustra.

“En la mesa del CCAD nos sentamos representantes de distintas facultades: de Ingeniería, FaMAF, Químicas y también del Observatorio de Córdoba. Hay asimismo, tres técnicos (que estuvieron a cargo del ensamble e instalación del artefacto que pesa unos 800 kilogramos) y logramos tener un becario nuevo.  Más o menos, eso es el grupo, unas 10, 12 personas. El gran valor que tenemos es ser un equipo interdisciplinario, con respeto mutuo por lo que hace el otro”, dice Wolovick, que como el resto del equipo, que empezó a gestarse previo al centenario de la Reforma Universitaria, le pone energía a este desarrollo cordobés, ad honórem. 

“Cada uno deja un poquito de trabajar en lo suyo, para abocarse a lograr tener poder de cálculo”, dice en esa misma línea, Oscar Reula, doctor en física, docente, investigador y quien está a la cabeza de todo lo que se cocina desde el Centro de Cómputo de Alto Desempeño. “Somos conscientes de que si no tenemos eso, no vamos a ningún lado. Nosotros ni nadie en el país, eso es transversal porque el supercálculo se usa en todas las disciplinas”, explica el director del CCAD y agrega: “Más ahora con la inteligencia artificial que va permeando todas las disciplinas, no puede ser que no se tenga poder de cálculo mínimo. Nosotros, este grupo de científicos, decidimos que vamos a pelear por esto. Lo importante es construir, a la adversidad uno la afronta y eso ayuda a también a vivir”. 

“Alentamos la demanda, el uso del servicio de los clusters, porque si no hay, quiere decir que nuestra ciencia se está quedando obsoleta porque donde mires, en cualquier país, hay una inversión inmensa en cómputo, y la usan. ¿Y qué pasa con nosotros? Ahí hay un problema de que nuestra ciencia, en algún punto se está quedando”, advierte Reula y explica que el paradigma de la inversión científica siempre ha sido apuntar a la compra de algún aparato concreto y no la visión de un proyecto científico particular. “Y eso es un problema porque la computación es algo transversal. Todas las áreas necesitan y el Estado tiene que entender la necesidad de invertir ahí”. 

“Empezamos Mendieta, en honor al perrito de Inodoro Pereyra, después seguimos con Eulogia, luego Mulatona, que es un cluster chico. Ahora tenemos a Serafín, y también tendremos Nabucodonosor II que va a ser un cluster futuro para Inteligencia Artificial, nuestro siguiente proyecto”, anticipa Reula y cierra: “Estamos dejando Inodoro para cuando tengamos máquinas realmente grandes”. 

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