El arreglo con el Club de París, en el centro de la agenda de la gira europea

La misión oficial busca acercar posiciones con potencias europeas en la reestructuración de los desembolsos con el FMI. Intenta cosechar adhesiones para llegar a un entendimiento.

Ed Impresa 14/05/2021 Facundo Piai
Alberto Macron © NA
Alberto Fernández y Emmanuel Macron, presidentes de Argentina y Francia. Foto: NA.

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Especial para La Nueva Mañana

Últimos días de la gira. La comitiva argentina encabezada por Alberto Fernández continúa su peregrinación por el viejo continente buscando apoyos que permitan renegociar la deuda externa. Acompañan al presidente, el ministro de Economía y el canciller Felipe Solá. La misión busca acercar posiciones con las potencias europeas en la reestructuración de la agenda de desembolsos con el FMI. Pero, por sobre todo, el gobierno argentino intenta cosechar adhesiones para llegar a un entendimiento con el Club de París.

A una agenda atravesada por los reveses que la pandemia ocasiona cotidianamente y eventuales inversiones económicas, se anteponen las urgencias de compromisos de deuda tan abultados como antiguos. En este punto, al igual que en la negociación con los acreedores privados, el gobierno  busca evitar el default. Sin embargo, a la hora de negociar, como otrora, la cesación de pagos es planteada como una posibilidad por el equipo que dirige Martín Guzmán.

Cierto es que, en este estado de situación, en donde el Estado perdió instrumentos para controlar el ciclo económico y el ahorro nacional, no pagar significa enfrentar corridas cambiarias con final incierto. O, mejor dicho, conocido por todos, puesto que las presiones sobre el tipo de cambio siempre terminan con el peso devaluado. Asimismo, pagar de acuerdo a lo pautado años atrás significa la pérdida de reservas internacionales que dejarían endebles a las finanzas del país, añadiendo más incertidumbre a un escenario ya de por sí inestable.

artín Guzmán, se reunió este viernes en la ciudad de París con su par de Finanzas francés, Bruno Le Maire © gentileza
Martín Guzmán, se reunió este viernes en la ciudad de París con su par de Finanzas francés, Bruno Le Maire.

A fin de mes, Argentina debe pagar 2.400 millones de dólares

A todo esto, las negociaciones entran en la recta final puesto que a fin de mes Argentina debe pagar USD2.400 millones al Club de París. Los problemas estructurales de una economía oscilante, más los daños ocasionados por la coronacrisis, dificultan que Argentina desembolse conforme lo acordado. A este inconveniente material se le añade otro. Los países acreedores solicitaron al ministro Guzmán que acordar un programa de repago con el Fondo (principal acreedor) es condición necesaria para reestructurar la deuda con el Club de París. ¿Podrá el Gobierno resolver este nudo gordiano sin que la premura condicione la sustentabilidad de la economía real?.

Si bien los mandatarios europeos se mostraron optimistas y “apoyo” es la palabra más empleada por la administración nacional al concluir los cónclaves, el guiño de los presidentes de Portugal, España, Francia, Italia o del mismo Papa Francisco, no garantiza que la negociación llegue a buen puerto. Más aún cuando Alemania y Japón concentran el 60% de la deuda y, por diferentes motivos, no forman parte de la gira de Alberto Fernández. Especialistas en finanzas internacionales ponen en duda que se llegue a un acuerdo en estas negociaciones. Muchos especulan con que, en realidad, el Gobierno argentino fue a buscar una extensión de la declaración oficial de default de parte de los acreedores. Actualmente, vencido la fecha del desembolso (fines de mayo), se abre un plazo de gracia de 60 días. Es posible que busquen estirar este plazo para ganar tiempo y seguir negociando.

Los problemas estructurales de una economía oscilante, más los daños ocasionados por la coronacrisis, dificultan que Argentina desembolse conforme lo acordado.

Un invento nacional

El Club de París es casi un invento argentino”, dijo en 2014 la presidenta de aquel entonces mientras acordaban la novena renegociación con los acreedores. Menos célebre que el dulce de leche, los alfajores o El Diego, seguramente; pero no por eso, menos cierto. Esta organización de países acreedores se conformó en 1956 como consecuencia del alto endeudamiento del país, tras el golpe de 1955. En aquel entonces, los sucesivos problemas de balanza de pagos llevaron a que más de 20 países acreedores unifiquen 59 empréstitos para negociar en bloque con la Argentina. El domingo próximo se cumplirán 65 años de su creación. Aquel ciclo de endeudamiento, como casi todos, responde al intento de resolver un problema estructural de la economía nacional. La falta de dólares, técnicamente conocida como restricción externa. Problema estrechamente vinculado con la inserción de la economía argentina en el mercado internacional, como proveedora de materias primas y demandante de manufacturas más sofisticadas, por tanto, más costosas.

Durante los gobiernos de Perón, el proceso de industrialización (parcialmente conseguido) por sustitución de importaciones encontró límites cuando el precio de los commodities agropecuarios caía y las exportaciones no lograban reponer las divisas demandadas por la expansión fabril y del consumo. La balanza comercial fue uno de los enemigos principales de la economía peronista. Razón por la cual el Estado fortaleció el control a las importaciones y buscó nuevos destinos para poder incorporar valor agregado a las exportaciones.

Muchos especulan con que, en realidad, el gobierno argentino fue a buscar una extensión de la declaración oficial de default de parte de los acreedores.

Contrariamente, la dictadura de Aramburu acabó con los controles impuestos por el peronismo y los acuerdos bilaterales. La autoproclamada “revolución libertadora” apeló a la desregulación del comercio exterior y devaluó la moneda como mecanismo de promoción de exportaciones y desalentar las importaciones. Lo cierto es que, luego de ir y venir con los controles a las importaciones, las políticas implementadas no tuvieron los efectos buscados. Ergo, la restricción externa continuaba indomable.

Frente a esto, la dictadura eligió acudir al financiamiento externo mediante empréstito directo de países y organismos multilaterales de crédito (FMI). Así las cosas, ni los dólares prestados, ni las inversiones extranjeras directas en sectores específicos, como el petróleo, lograron resolver los problemas estructurales de un aparato productivo con primacía de materias primas. Conclusión, a más de medio siglo de aquel derrotero, los desequilibrios de balanza comercial no se resolvieron, el dinero fresco de los empréstitos no se invirtió en la infraestructura necesaria para resolver el principal problema y el país tiene que devolver el capital más los intereses.

De Trump a Biden

La negociación con el Fondo tiene otro bemol. Hay pleno consenso ya que fue Trump quien motorizó el préstamo del Fondo al Gobierno de Cambiemos, violando el estatuto del Fondo, inclusive. El neoyorquino buscaba fortalecer la influencia de la industria norteamericana en la región de la mano de acuerdos específicos con Bolsonaro y Mauricio Macri, quien se desvivía por abrir el comercio a la potencia norteamericana. De lo anterior se desprende que la renegociación de la deuda con el organismo multilateral es con Joe Biden más que con la búlgara Kristalina Gueorguieva. En este escenario de hegemonía multipolar, los norteamericanos ven en las relaciones de Argentina con China la principal barrera para lograr entendimientos. Este es el principal nudo gordiano que debe resolver el gobierno, que liga la política exterior con la deuda. Después de todo, “la política, es la política exterior”, dijo un sabio.

  

  

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