Red de Orquestas Barriales: “Hay una idea movilizadora que es hacer música juntos”

La Red de Orquestas Barriales apuesta por la música como derecho y herramienta; como espacios para el fortalecimiento del vínculo comunitario en las barriadas vulnerabilizadas de nuestra ciudad.

Ed Impresa 23/10/2020 Barbi Couto
Cingolo © Lorraine Carrano
Orquestas Sinfónica y Típica el Chingolo. Foto: gentileza Lorraine Carrano

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Especial para La Nueva Mañana

Guillermo Zurita, quien es músico y se define como “laburante territorial”, es el coordinador de la Red de Orquestas Barriales, que integra la creación de orquestas en escuelas de barrios marginales de Córdoba. Con su relato atraviesa muchos años de la historia del proyecto desde los inicios en 2005 hasta llegar al presente. Va nombrando barrios, programas, hitos, compañeros de todas las épocas.

En tramos de la charla asoma la bronca de las condiciones de violencia y precariedad de las barriadas donde trabaja y que busca modificar a través del arte compartido, en otros tramos desborda orgullo de los logros conseguidos. Pero algo se sostiene a lo largo de toda la entrevista: una certeza en su tono de voz, tranquila, definida, contundente: “Para nosotros la orquesta debe ser justamente una herramienta para aquellos que la necesitan, los que están más atravesados por la violencia, por situaciones que no pueden controlar y que los supera. Es ahí donde nosotros debemos estar y eso implica que el trabajo orquestal se hace, se justifica a sí mismo, dentro de ese marco. Estamos en las barriadas más vulnerabilizadas, y digo vulnerabilizadas y no vulnerables porque vivimos en un país que no es pobre, es injusto, entonces hay una vulnerabilización clara. Son las más violentas y las más atravesadas con toda clase de tráfico mínimo y cotidiano de sustancia, pero tráfico al fin, donde por ahí nos pasa que estamos ensayando y se están cagando a tiros en la calle. Nosotros no queremos estar en lugares donde nos sea cómodo, queremos estar en lugares donde realmente sea necesario lo que estamos haciendo y eso es toda una definición”.

Hoy por hoy la red incluye las Orquestas Sinfónica y Típica en Chingolo, la Orquesta Marqués Anexo, la Orquesta Barrial y Taller de Luthería en Müller y Maldonado, a la vez que van creciendo preorquestas y desarrollos orquestales en varios otros territorios y zonas de influencia (Campo de la Ribera, San Jorge, Yapeyú, Remedios de Escalada, Bajada San José, zonas cercanas a Los Tinglados, Villa Inés, Villa Libertador) en una apuesta socioeducativa que alcanza a 400 familias.

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Orquesta Marqués Anexo. Foto: gentileza Sebastián Salguero



No se trata solo de que las chicas y chicos puedan aprender a tocar un instrumento y saberse parte de un proyecto musical colectivo, sino de la apuesta y construcción de una red comunitaria de vínculos y esto fue así desde el inicio. Guillermo recuerda: “Una de las líneas del trabajo de campo que comenzó en 2005 tenía que ver con ir hablando con los vecinos en tardes y mañanas de mateadas y preguntando de qué se trataba o qué entendían ellos por una orquesta, las respuestas eran las más cercanas, la murga, que era algo conocido, el cuarteto y la cumbia. No se veía lo que implicaba la orquesta en sí misma pero sí había un imaginario muy alegre, muy hermoso que yo podía advertir que estaba dado en que los vecinos y vecinas tenían una especie de sueño de pibes tocando, que eso fue lo que para mí fue la revelación”.

La Red de Orquestas Barriales, que actualmente está participando en la Mesa de Derechos Humanos y en el Frente de Artistas como espacio de cultura comunitaria, recibe donaciones de todo tipo: celulares, computadoras, alimentos para las familias. Las donaciones pueden hacerse desde >>este enalace<<, o también comunicándose con Guillermo Zurita (351-5582258) o con Carolina Rodríguez (351-6971456).

Con la pandemia, muchas familias tuvieron que vender incluso sus celulares para enfrentar la situación. El entramado entre el proyecto y la comunidad de los estudiantes reforzó la necesidad del mantenimiento de esos vínculos. Entonces hubo colectas para recuperar celulares, a fin de poder compartir las clases, también pedido de computadoras, distribución de los módulos alimentarios, alegrías como fue la de recibir hace poco dos pianos que se suman a los instrumentos de las diferentes orquestas… un trabajo sostenido, comprometido y colaborativo entre los docentes, los alumnos y las familias, “en la construcción de un trabajo comunitario se trata de poner el cuerpo aun cuando poner el cuerpo es algo complicado”, cierra Guillermo.

Muller Maldonado
Orquesta Barrial y Taller de Luthería en Müller y Maldonado. Foto: gentileza



Para él la orquesta puede ser un eje vertebrador: “En barriadas cuyos habitantes muchas veces se levantan a la mañana siendo muy chiquitos sin un adulto que les haga la leche, sin la mínima contención que a veces se puede esperar porque en la mayoría de los casos se trata de familias quebradas… Esta situación también pone a la orquesta como un gran espacio que genera vertebración interna porque es un espacio que se comparte, nosotros compartimos meriendas que hacen que socialicemos, charlemos, nos contemos cosas y que es fundamental para esa construcción y para esa restitución de todos esos vínculos”.

Para Guillermo, muchas veces cuando se piensa en barrios vulnerables y proyectos posibles enseguida viene la idea de un taller de oficios, poniendo al pobre en el lugar de vago y de quien debe aprender algo para ser ‘productivo’. En cambio desde el proyecto creen que las orquestas generan un tipo de trazo que obliga a pensar de otra forma: “Creemos que los programas socioeducativos tienen esa mirada, por eso es que son tan potentes”, explica, “son una herramienta fuertísima de inclusión y de transformación social” y habla de construcción de la ciudadanía, empoderamiento, de aprender a utilizar la voz y que eso te transporte a otro lugar como persona, habla de trabajo, de marcos teóricos que se enriquecen desde una mirada de la construcción permanente, habla de la producción de un elemento artístico: “Trabajamos en ensayos, en preparaciones, en clases, todo lo que tiene que ver con la cotidianeidad y eso se hace en un ambiente de juego, de mucha amorosidad, donde se respeta la idea de que ni los profes ni la orquesta van a llevar la luz de Prometeo, el fuego sagrado del conocimiento, somos nosotros más bien quienes vamos a aprender ahí y hay una idea movilizadora que es hacer música juntos”.

 

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