Todos querían a la “Pepona”

José Omar Reinaldi fue uno de los mejores futbolistas que dio la provincia de Córdoba. Hizo una carrera brillante. Se dio el lujo de marcar más de cien goles con la casaca de Belgrano y la camiseta de Talleres. Un jugador completo que surgió desde Villa María y llegó hasta la Selección.

En 1975, cuando se estaba formando uno de los mejores River de todos los tiempos comandado por Ángel Labruna, la “Pepona” se sumaba al “Millonario” dejando Belgrano.

Su arribo estuvo precedido por una gran historia, que la narró maravillosamente el periodista Carlos Marcelo Thiery para la legendaria revista El Gráfico.

Compartimos un fragmento:

La Pepona Reinaldi terminó de entrenarse por última vez en la cancha de Belgrano de Córdoba y cuando anunció que se iba del club para jugar en el gran River Plate de Buenos Aires nadie quiso creerle.

- Avisá, cabeza escoba que se le salieron los piolines. ¡Qué te vas a ir!

Y realmente los folcloricos hinchas de Belgrano tenían `bastantes razones para desconfiar. Porque tratándose de la Pepona sus transferencias frustradas fueron tan famosas en Córdoba como sus chanfles, sus goles o su brocha de pelo rubio.

Todavía jugaba en Unión Central de Villa María cuando viajó a Buenos Aires para probarse en Ferro Carril Oeste. “Compralo urgente”, aconsejó don José Scalise, Pero inesperadamente apareció un pasaje de vuelta en vez del contrato.

Pocas semanas después el zurdo Miguel Ángel López - su paisano- lo llama para incorporarlo a River. No sabía que un día antes José Omar Reinaldi ya había firmado para Lasalle de Córdoba.

Ya jugaba en Belgrano y fue a buscarlo Peñarol de Montevideo. Conformó pero lo rechazaron “porque todavía tenía que hacer el servicio militar en la Argentina”. La Pepona se salvó del servicio por número bajo.

Después le tocó el turno a Nacional de Montevideo, quien le dio este encargo al emisario: “Vaya a verlo al nueve de Belgrano. Si le gusta, traigalo enseguida”. Lo vio y le gustó. Pero se llevó a Mamelli, porque aquella noche, inesperadamente, la Pepona y el Palito habían intercambiado las camisetas y Reinaldi salió con la 10 en la espalda.

En 1973 se acordó su transferecnia al Red Star francés. La Pepa fue, vio y volvió enseguida, despreciando una cifra millonaria, “porque en ningún lado podria vivir tan a gusto como en Córdoba”. En 1974 lo tentó Boca, pero siguió empaquetado en la blusa celeste de Belgrano. Y a principios de este 1975 una gestión del zurdo López casi lo anuda a Independiente.

Hasta que apareció River haciendo flamear la romántica cantidad de 150 millones de pesos viejos frente a la comisión directiva de Belgrano y se produjo el milagro...

(...)

El viernes pasado, apenas llegó a Buenos Aires, una implacable escuadrilla de periodistas quiso saber de qué jugaba, a quién debería sacar Labruna para ponerlo y qué número de camiseta prefería.

- A mi me gustaría jugar como en Belgrano - dijo Reinaldi- donde según el partido y los jugadores disponibles me daban cada vez una camiseta distinta. ‘Tome la 7, tome la 9, tome la 10, tome la 11, pero juegue por donde quiera’, me decían. Y así, sin puesto fijo, estaba de pronto empezando una jugada en la mitad de la cancha, listo para plantar la pelota en la red. No vengo a sacarle el puesto a nadie en River. Vengo simplemente para incorporarme al plantel y para jugar donde el técnico me indique. En cualquier puesto y en cualquier función me sentiré cómodo...

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