Un enigma que terminó develando una espiral de violencias

El 15 de agosto se conocerá la sentencia por el caso Drigani, caratulado como homicidio doblemente agravado por el vínculo y por violencia de género.

Ed Impresa 09/08/2019 Soledad Soler
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 El único imputado es Hugo Salas (72), la última pareja de Carina Drigani. Foto. Soledad Soled

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Especial para La Nueva Mañana

FINALIZA EL JUICIO POR CARINA DRIGANI

El próximo 15 de agosto se conocerá la sentencia del Tribunal integrado por María Antonia de la Rúa, Luis Nassiz y Enrique Berger sobre el caso Carina Drigani, que el 25 de junio llegó a juicio oral bajo la carátula de homicidio doblemente agravado por el vínculo y por violencia de género, conforme al artículo 80 del Código Penal, incisos 1° y 11°. El único imputado es Hugo Salas (72), la última pareja de Carina.

El veredicto se producirá después de que el lunes 12 de agosto se desarrollen los alegatos del fiscal, Raúl Gualda; de las partes representadas por los abogados querellantes Carlos Nayi, Gustavo Nuñez, Germán Matheu y José Lazcano (Asesor Letrado de la menor); y de las abogadas defensoras Teresita Larrazábal y Andrea Amigo.

Según las pericias presentadas como prueba durante este proceso oral, Carina sufrió una asfixia por sumersión: murió ahogada. Su cuerpo, hallado el 5 de mayo de 2016 a la vera de un arroyo de escaso caudal en la localidad de Icho Cruz, presentaba 21 lesiones entre moretones, heridas corto-punzantes y laceraciones, que fueron descriptas en detalle por los peritos forenses Uriarte y De Fagott durante el proceso oral.

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El fantasma de la muerte accidental

Durante este juicio la estrategia de la defensa fue retrotraer la causa a la hipótesis de muerte accidental, haciendo referencia al estado psíquico de Carina; mientras que la querella sostuvo hasta el final la hipótesis de femicidio, basándose en una interpretación concurrente de la prueba incorporada en la causa.

En diálogo con La Nueva Mañana, el abogado querellante Gustavo Nuñez planteó la importancia de “leer la prueba de manera integral”. “A la muerte de Carina Drigani hay que agregarle la concurrencia de violencia de género de parte de Hugo Salas”, afirmó. En relación a la finalización del proceso oral, el abogado que representa a los hijos de Carina deposita toda su confianza en la decisión “del jurado popular”.

“Desde el punto de vista probatorio, las evidencias son contundentes, de alta calidad”, afirmó por su parte el abogado Carlos Nayi, quien representa a Tania Ambrosioni, una de las hijas mayores de Carina. En relación al peso de la prueba, Nayi afirmó que es posible “condenar en base a indicios” y que en este caso “hay certeza para condenar”. “Sobrados son los casos en los que el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba ha dado respuesta a toda la sociedad frente a crímenes aberrantes”, destacó.

“A partir de las distintas audiencias a las que han comparecido psicólogos, peritos, médicos, técnicos esta defensa tiene la certeza absoluta de que la muerte de Carina fue accidental”, indicaron Amigo y Larrazábal en diálogo con este medio. En esa línea, la defensa pedirá la absolución de Salas.

De un “enigma” a una espiral de violencias

El caso que se presentó como un “enigma” a resolver, terminó develando el entramado de violencias que atravesó la vida de Carina. Ella se sentía atrapada. Su pareja, Hugo Salas, le revisaba el celular, controlaba su dinero y monitoreaba cada uno de sus movimientos, incluso fuera de casa, cuando visitaba a sus pacientes. De esto dejaron constancia los testimonios de sus amigas y familiares. Desde la defensa de Salas lo definieron como un vínculo “de amor y de cuidado”.

Madre de cuatro hijos/as, Carina tenía 44 años y una profesión. Era fisioterapeuta, tenía una agenda de pacientes, lo cual le permitía generar ingresos propios. Este aspecto de su vida también se visibilizó durante el proceso oral y junto a las pericias psicológicas presentadas, echó por tierra la posibilidad de contemplar un perfil suicida.

Hugo Salas (72) conoció a Carina Drigani en 2014. A partir de este momentos su vida comenzó a verse atravesada por distintas situaciones que incluyeron desde la recepción de amenazas telefónicas, hasta el incendio de la vivienda en la que residía junto a sus dos hijos menores. Según consta en las pericias incorporadas en la causa, en poco tiempo, la mujer se alejó de sus vínculos afectivos más cercanos, incluso de su hijo Giuliano a quien dejó de ver.

Durante el juicio, la querella sostuvo que el vínculo con Salas afectó incluso la relación con Daniel Baretta, ex pareja y padre de M. y de Giuliano, a quien la mujer culpó de los episodios de violencia referidos. Acompañada por el propio Salas terminó denunciando a Baretta por violencia de género. Por este motivo, Drigani tenía un botón antipánico que dejó presuntamente olvidado junto a sus efectos personales al momento de su desaparición. En julio de 2016 la fiscal de Violencia Familiar Mercedes Balestrini sobreseyó a Baretta, quien había permanecido 45 días en la cárcel de Bouwer.

El rastro que dejó el movimiento de ese botón antipánico, que Salas tenía en su poder, es clave para reconstruir con exactitud los pasos del imputado al momento de los hechos. En ese sentido, el testimonio del especialista Diego Visotzky permitió despejar dudas en relación a la exactitud de la lectura que ofrece el dispositivo SALVA. Mientras que el testimonio de M. fue clave para ilustrar el vínculo con Salas, un aspecto central para justificar el agravante de femicidio que sostiene la querella.

En caso de que se encuentre culpable a Hugo Salas, la pena correspondiente por la figura de homicidio agravado por violencia de género es la de prisión perpetua.

  

 

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