La detección de ondas gravitacionales gana el premio Princesa de Asturias

Los padres del experimento LIGO y los más de 1.000 científicos de 18 países que colaboran en él, entre ellos la astrónoma cordobesa Gabriela González, reciben el galardón dotado con 50.000 euros.

Córdoba 14/06/2017
Gabriela Gonzáles 1

La detección de ondas gravitacionales ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2017. El galardón ha recaído conjuntamente en los estadounidenses Kip Thorne, Barry Barish y Rainer Weiss, padres del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) en EEUU, en el que trabaja la científica cordobesa Gabriela González, y el grupo internacional de científicos vinculado al proyecto.

"El premio reconoce el talento individual y la obra colectiva de más de mil investigadores de un centenar de instituciones de 18 países", dice el acta del jurado. "La detección de ondas gravitacionales abre una nueva ventana para el estudio del universo que permitirá descubrir nuevos fenómenos y alcanzar regiones del espacio-tiempo no accesibles con las técnicas actuales", destaca.

"Es un placer ver cómo se reconoce este descubrimiento en diferentes partes del mundo, lo que le convierte en universal", comenta Gabriela González astrónoma egresada de la UNC, y portavoz de la colaboración LIGO.

"Estas ondas son las únicas que nos permiten recibir señales directas de agujeros negros y gracias a ellas estamos viendo el lado oscuro del universo", resalta.

Los responsables de LIGO anunciaron la primera detección de ondas gravitacionales, predichas por Albert Einstein hace 100 años. De acuerdo con la teoría de la relatividad, las ondas gravitacionales son ondulaciones en el espacio tiempo, el material del que está hecho el universo, que viajan a la velocidad de la luz y que son producidas por agujeros negros, estrellas de neutrones o supernovas.

Einstein dijo que estos fenómenos sucedían tan lejos que serían imposibles de captar en la Tierra. Sin embargo, desde septiembre de 2015, los dos detectores de LIGO han captado en tres ocasiones estas perturbaciones producidas por la fusión de agujeros negros.

La última, anunciada el 1 de junio, se produjo hace 3.000 millones de años por el choque y posterior fusión de dos agujeros negros para crear uno solo con una masa equivalente a 49 estrellas como el Sol. Al fundirse, parte de la masa de los agujeros negros se desintegró en forma de ondas gravitacionales.

Como predijo Einstein, estas ondulaciones son ínfimas al llegar a nuestro planeta, pero los interferómetros de láser de LIGO pueden detectar cambios de posición equivalentes a la diezmilésima parte del diámetro de un protón, lo que permite captar la señal original y determinar su origen.

Fuente: El País

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