“¡No nos van a ver caer, ni ahora ni nunca, muchachas!”

El elenco de fútbol femenino de Villa Siburu milita en la Zona B de la Liga cordobesa y no ganó ningún partido en el torneo, pero tienen un espíritu único. El valor de ser un equipo.

Ed Impresa 07/06/2019 Marcos J. Villalobo Marcos J. Villalobo
Siburu © Florencia Fernandez00005
Fotos: Florencia Fernández.

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Escena 1.
Están sonrientes. Sus ojos brillan. Incluso se abrazan. ¿Ganaron? No, volvieron a perder. No ganaron ningún partido en todo el torneo, ni siquiera empataron algún juego. Al contrario, la mayoría los perdieron por goleada. Es inexplicable lo que sucede. En las tribunas las aplauden. La capitana del otro equipo se acerca y las felicita. Es habitual que venga la capitana del equipo adversario para saludarlas y decirles que no bajen los brazos. Ellas no sienten que volvieron a perder, sino que están victoriosas, ya que están vez sólo cayeron por 2-0, en la fase anterior ante el mismo equipo había sido 0-7. Su misión fue cumplida, les hicieron menos goles. Una meta superada. Por eso, en el vestuario ahora hay risas. Claro, se angustian por no poder ganar, pero en su cabeza hay otros anhelos y trabajan en pos de cumplirlos.

Son el equipo femenino de Villa Siburu, que milita en la Zona B de la Liga cordobesa. No ganan, pero dejan un mensaje. Y son escuchadas. Hay un dato que las pinta: En el torneo es muy difícil que los equipos logren sumar la cantidad de jugadoras para completar el banco de suplentes. No sucede en el albirrojo de la calle Igualdad al 3900 de la ciudad de Córdoba, ya que el plantel tiene a 20 jugadoras. No se dan por vencidas a pesar de no sumar puntos.

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“Somos un grupo de chicas de diferentes edades. La unión, el compañerismo y el respeto nos acompañaron siempre y nos ayudó a convertirnos en el hermoso equipo que somos hoy en día” (Rocío Castaño). Foto: Florencia Fernández.

Escena 2.
El sol está cayendo. El fin de semana pasado volvieron a perder. Pero en la práctica se hablan entre ellas de que están más cerca del objetivo. Martín Godoy, coordinador del fútbol femenino de Villa Siburu y el preparador físico, les propone salir a correr por el barrio. No van a hacer vueltas alrededor la cancha. Ellas se sorprenden, pero acatan. Algo nuevo. Mientras están trotando, los vecinos las saludan. “¡Vamos las chicas del femenino!”, grita una señora. No es la única. “Grande chicas de Villa Siburu”, alienta otra. De pronto se escuchan aplausos. Las aplauden a ellas. Sí, a ellas y no lo pueden creer. Las alienten. Son un ejemplo para el barrio. Perder, siempre perdemos, pero jamás nos daremos por vencidas. Es el mensaje de ellas, es el mensaje de los vecinos. Retornan al estadio. Están felices. Sonrientes. Corrieron 40 minutos por las calles del barrio, recibieron un apoyo inesperado y no están cansadas. Quieren seguir entrenando.

Escena 3.
La tabla de posiciones dice que jugaron 7 partidos, los perdieron a todos, que les hicieron 39 goles y no convirtieron ninguno. Entonces, “Nani” Córdoba postea en su Facebook: “Vamos a seguir porque nos rompemos el lomo entrenando abajo de la lluvia, con calor y frío. Vamos a seguir por la gente que nos critica, porque no saben lo que vivimos día a día. Pero sobre todo vamos a seguir por la gente que nos apoya desde adentro como desde afuera que son las mismas personas de siempre. Por nuestros entrenadores que dejan de lado miles de cosas para venir a entrenarnos. Pero sobre todo vamos a seguir por nosotras, que amamos estos colores y amamos defenderlos; porque sabemos lo que es salir arrastradas de una cancha pero sabiendo que dejamos el alma ahí adentro. Dejemos que los demás critiquen, que hablen lo que quieran, que solo nosotras sabemos lo que se siente defender estos colores tan lindos, que hablen lo que quieran... Mientras nosotras seguimos entrenando porque se nos viene la revancha. ¡NO NOS VAN A VER CAER NI, AHORA NI NUNCA, MUCHACHAS”! AGUANTE EL FEMENINO DE LA VILLA Y NADA MÁS.

Escena 4.
Colón y Cañada. Un bar. Martín Godoy, coordinador del femenino de Villa Siburu y preparador físico, habla emocionado de sus “hijas”. Es una de las formas de nombrarlas. Aunque el sobrenombre que tienen estas chicas es “La Máquina”. También las bautizó él. Entrenan como un equipo profesional, incluso hay días que hacen doble turno. “Nunca se quejan. Están siempre con una sonrisa. Se matan entrenando. Claro que hay problemas, pero se resuelven entre todos. Nos animamos entre todos. Los resultados son lo de menos, nosotros apostamos a otra cosa y se está logrando. Se nota la evolución. Hacen de todo para poder jugar al fútbol”, explica.

A propósito, semanas atrás, el entrenador Agustín Alegre les mando al grupo de WhatsApp: “Nunca caminarán solas”. Son una familia.

Llevar adelante el fútbol femenino no es una tarea fácil. Todo lo contrario. La profesionalización está muy lejos en Córdoba y más en clubes como Villa Siburu, donde todo es a pulmón. Cada partido es un gasto que deben afrontar las propias jugadoras. Por tal motivo, organizan rifas, ventas de empanadas, diversos eventos para recaudar fondos. El sábado pasado se hizo una matiné en las instalaciones del club, y fue todo un éxito. Con esa plata alcanza para contratar el transporte que las llevará al próximo partido. Todo a pulmón. Y los vecinos del club colaboran en cada iniciativa.

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El fútbol profesional aún está muy lejos en Córdoba.
Por tal motivo, las chicas tienen que organizar actividades para poder juntar dinero y bancarse la participación.

Escena 5.
Terminó el partido. Otra derrota. Esta vez fueron goleadas por las últimas campeonas, Racing de Nueva Italia. Laura Gómez sale de la cancha, vestida de jugadora, pero se pone una campera, se acerca a su bebé y comienza a amamantarla. ¡Toda una imagen del fútbol femenino! Es que en “La Máquina” hay chicas que van desde los 14 hasta los 34 años. Hay estudiantes, trabajadoras, madres, hijas. Un grupo heterogéneo dentro de un barrio con muchas necesidades, pero con enorme pasión. Villa Siburu es uno de los clubes históricos de la ciudad, más allá de que hace 15 años fue desafiliado y estuvo al borde de desaparecer. Pero está bien inserto en su comunidad, con una presidenta como Mariela Carreras, que es ya una leyenda en Córdoba. ¿Por qué? Porque es la primera mujer que preside un club de la liga cordobesa, y porque junto a un grupo de vecinos le pusieron muchísimas ganas para reabrir sus puertas hace cinco años, y volver a darle vida a un espacio familiar y de contención. Identidad. Eso es lo que tiene ese grupo de gente, eso es lo que posee cada persona que está en el club. Así lo reflejan estas chicas. “Amamos nuestros colores”, expresan a coro Valentina Weber, Ornella Garrido, Janet Chanampa, Florencia González, Eugencia Juárez, Gabriela Santillán, Brenda Ocaño, Erica Mugas, Celeste Bengolea, Carla Almada, Ana Ludueña, Melani Monje y Florencia Oliva; y no lo dicen por decir. Lo demuestran cada sábado, incluso después de perder y perder. Lo hacen intentándolo una y otra vez, una y otra vez.

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Mamá futbolista. Una imagen que expresa todo lo que dan las chicas que juegan en las canchas cordobesas. Y siempre con una sonrisa.

Escena 6.
Vestuario. Se escucha a todo volumen la canción de Rocky. ¡Pam, pam-pam-pam! Antes en el colectivo estuvieron con la música de Damián y la Banda de Carlitos. Música bien arriba. Ojo, hay días que para la entrada en calor se escucha Metallica. Bien pilas. Las chicas ya se cambiaron. Se pusieron su camiseta. Saltan, se acomodan las medias. Ya están listas para salir a jugar. El joven técnico Agustín Alegre les dio las indicaciones, a su lado lo acompañan Luciano Bardus y Nicolás Rodríguez, Martín Godoy la alienta. Y le dan la palabra a Rocio Castaño. La capitana las mira a todas y comienza a arengarlas.

“Es muy importante transmitirle a mis compañeras seguridad, ya que ellas confían en mí tanto adentro como afuera de la cancha. Por eso soy la capitana, les recuerdo lo que hemos hecho en la semana, de valorar el esfuerzo de todos, de los profes, de nuestra familia que siempre nos acompañan. ¿Ganar? Ganar es un objetivo que nos pusimos a largo plazo, nos afecta perder pero no a lo grande, nos propusimos pequeñas metas antes de ganar”, le relata Castaño a LA NUEVA MAÑANA. Es real lo que dice esta chica que llegó al club el año pasado, luego de jugar en Belgrano. Es real porque este grupo de chicas lo comprendió en medio de este feroz sistema que te dice que sólo sirve ganar, que la victoria tiene que ser como sea, que se rechaza la idea de perder. Es tan fuerte el mensaje que se impone desde muchos sectores sobre que siempre hay que ganar. Y es una mentira total. Este equipo femenino es un ejemplo. ¿Ellas quieren ganar? Por supuesto.

Ya están organizando un asadazo si se llega a dar. Lo sueñan, lo anhelan, pero no a cualquier precio, sino con un camino recorrido que haya valido la pena. Y vaya que así, como ellas lo afrontan, vale la pena.  

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“Las chicas dejan muchas cosas para entrenar, y eso te emociona. Están convencidas de defender los colores que aman. Le damos herramientas para enseñarles que no hay que caerse a pesar de las derrotas. Le ponen mucha garra, y cuando alguna se angustia se pone duro, pero entre todos nos levantamos el ánimo” (Martín Godoy) Fotos: Florencia Fernández.





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