Gabo Ferro: “Estamos dentro de esta maravillosa revolución feminista”

Especial para La Nueva Mañana

Gabo Ferro fue criado por el calor del rock y el hardcore en los 80. Fue músico y dejó de serlo en los 90. Se recibió de historiador y se enamoró de la figura de Rosas. Sorpresivamente, en 2004, apareció con el disco Canciones que un hombre no debería cantar, que a la luz de la historia fue un disco pionero en la inclusión de temáticas de género. 

¿Cómo fueron estos 15 años? ¿Cambiaste mucho?

- Aquel que escribió ese primer disco era alguien muy activo dentro de lo académico y como profesor de historia en la universidad. A la vez surgían estas canciones. Estaba tanteando para ver si era posible combinar estas cuestiones. Era una situación muy confusa, de muy poca certeza y de experimentación. Me había ido de la música en el 97 sin ánimo de regresar. Estaba muy feliz en la historia y lo disfrutaba. Cuando en 2004 vuelvo a escribir y a grabar no tenía un programa. Hoy día, en perspectiva, todo eso cuajó en una sola cosa. El tipo que hoy se planta y hace una canción lo hace también como historiador y cuando escribe algo histórico lo hace también con el intérprete. No es que cuando hago historia no hago canciones. Por supuesto que cuando hago una canción no me voy al archivo, pero todo eso está operando y estoy usando toda esa caja de herramientas para todo, todo el tiempo.

El disco apareció casi a la par que el cimbronazo de Cromañón...

- El azar desgraciado quiso que “Canciones...” saliera al toque de lo de Cromañón. Muchos periodistas tuvieron la gentileza de nombrar a este disco como el primer disco de toda una movida cantautoril post-cromañón. Es decir, una camada de discos que ponían el ojo en la guitarra, en lo que se decía y como se decía, pero no por ello con falta de intención rockera. No es la misma canción de autor de Silvio Rodríguez, de la tradición de cantautores, ni intenta serla. A mi la verdad que esa tradición, hay parte que la disfruto y hay parte que no. Yo vengo del rock, vengo del hardcore. Tuve mi adolescencia en los 80 y 90 y las reivindicaciones políticas que tenia ese ambiente de cantautores, no eran políticas que fueran propias de nuestra generación. Sí rescato la intención política del cantautor en su trabajo pero para mi no es una intención político-partidaria, sino la que usé y uso.

A mi del género me interesa trabajar subtextos. No leo el diario cuando hago una canción y quiero hablar de las políticas de género, de raza o de clase. Eso me interesa. Si eso sirve para afiliarme en un movimiento cantautoril del siglo XXI, puede ser que ingrese. Yo uso el término cantautor con muchas reservas. Cuando decimos cantautor, sabemos en que se piensa y la verdad que no es el lugar al que me interese ni salir ni llegar.

GABO FERRO en CÓRDOBA 15 años en canciones
Sábado 25 de mayo: Aleph Espacio Cultural (Alvear 254)

- A la luz de la historia ese disco también es un hallazgo por las letras que tienen una fuerte inclusión de temáticas de género, ¿por qué apareció eso?

Eso apareció de padecerlo en primera persona. Nace en mi niñez, en lo elemental de mi memoria cuando decían: “eso es de nena y eso de nene”. La verdad es que a veces me sentía muy atraído por las cosas de varón y otras por las de nena. Por suerte provengo de una familia donde eso nunca se coartó y me sirvió para darme cuenta e imaginar. En el 2004 hablar de deconstrucción era impensado. Te miraban y te decían: “¿de qué me estás hablando?”. Yo siempre creí que eso era algo que había que atender, por eso ahora en algunos lugares soy como una especie de “prócer” de la deconstrucción y cosas por el estilo, como cuando escribí “Costurera, carpintero”. Esas cosas estaban en el aire. Lo bueno es que aparecieron políticas institucionales que desde el 2010, 2011 se empezaron a ocupar de manera efectiva y se empezó a divulgar. Hoy estamos dentro de esta maravillosa revolución feminista que hay que acompañar, mirar y me parece genial.

- Alguna vez contaste que tu madre era peronista de Eva Perón, este año es su centenario, ¿cuál es tu visión de Eva?

El otro día alguien criticaba tontamente que Eva esté en murales en edificios públicos en Buenos Aires. La verdad es que es un personaje histórico y universal. Son todas las cosas que ya sabemos que hizo y por qué y para quién las hizo, las que la hacen enorme. Su figura fue de vanguardia y usando algo que siempre fue muy criticado del peronismo -como si otros sectores políticos no la usaran-, que mal llaman violencia y que en realidad era prepotencia de la justicia. La política tiene ciertos canales lógicos de corrección y correspondencia, ciertos circuitos y la verdad es que en Eva estaba esa cosa de que si había una necesidad no se podían recorrer esos circuitos de manera normal, porque había que resolverlos. Tenía mucha lucidez en muy pocos años.

Desde un sofá uno puede criticar esa prepotencia, ese cierto autoritarismo. Si uno sale a la calle, si tenés sangre en las venas hay cosas que no podés esperar a que vayan por canales, formas y rutas burocráticas. Cuando ves una persona con hambre, en la calle, no amada, no querida: ¿qué vas a esperar? El sufrimiento y las necesidades primarias deben ser abrazadas y atendidas de manera inmediata. Eva Perón tenía esa cosa, esa especie de urgencia. Eso tenía respuestas ingratas o que podían ser usadas con cierta publicidad demagógica pero eso era cuestión de otros. Hasta en el gesto más hermoso puede verse como escoria, pero esos son los ojos del miserable. 

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