Anoche fue un zoológico de gemelos malvados

"Nosotros", la nueva película de terror de Jordan Peele, indaga la identidad negra y la desigualdad social en una línea que une a expresiones culturales tan diversas como las de Obama, Beyoncé, Travis Wilkerson y Pantera Negra.

Ed Impresa06/04/2019 Iván Zgaib
Us Nosotros
La nueva perlícula de Peele cruza los conflictos de raza y de clase para recordar que la identidad nacional de Estados Unidos sigue fragmentada.

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Especial para La Nueva Mañana

Jordan Peele: estadounidense; 40 años; nerd autoproclamado que visita los parques de Harry Potter con el entusiasmo de un niño pinchando piñatas o soñando con montar escobas voladoras. Éste es el geek por el cual apuestan jugadores tan diversos como académicos de los estudios afroamericanos, productores sedientos de dinero y millenials que dejan las pantallas del hogar para visitar los templos del cine mainstream en decadencia.

Con ¡Huye!, su primera película que cortó entradas record, Peele llamó la atención por desacomodar los motivos del terror: los monstruos ya no eran los negros, sino familias blancas, progres y universitarias. Todas ellas, desesperadas por conjugar encantos hipnóticos con tacitas de porcelana heredadas del abuelo. ¿De qué otra manera podrían sostener su status quo de privilegio?
La joven obra de Peele puede pensarse dentro de una corriente de films disímiles que observan el presente de Estados Unidos; un tiempo interpelado por la sombra del primer hombre negro que llegó a sentarse en el sillón de la Casa Blanca.

El mito de un país post-racial, donde blancos y negros ahora vivirían armónicamente, es confrontado de manera tajante; especialmente tras la escalada de Trump al poder. En el documental detectivesco Did you wonder who fired the gun?, Travis Wilkerson viaja en el tiempo para evitar que las huellas del racismo se esfumen “como la niebla de la mañana”.

Es una jugada hermanada con la de Spike Lee en Infiltrado del KKKlan, donde una ficción policial interroga cómo las manchas del supremacismo blanco se han vertido sobre las relaciones sociales pero también sobre las representaciones del cine a lo largo del tiempo. En Blindspotting, el pulso de la actualidad puede percibirse en la calle: Carlos López Estrada filma un vecindario que se transforma mercantilmente y pone en tensión las identidades de la población negra que solía habitar ese espacio de otra manera. Incluso en el cine mainstream, Pantera negra emerge para reivindicar la tradición cultural de estos ciudadanos como una fuente de heroísmo.

Cada una de esas películas se niega a bajar la cabeza, porque el conflicto racial no es cosa de otra época. Hasta en la cultura pop, Jay-Z y Beyoncé emprenden una batalla semejante. Toman el Louvre y perrean frente al rostro inexpresivo de la Mona Lisa mientras cantan: “no puedo creer que lo logramos”.

Ahí están, refregándose en el palacio que exhibe la hegemonía cultural de un Occidente blanco. Y algo de ellos, del matrimonio pop de color imbatible y del Obama que asumió la presidencia, aparece reflejado en Nosotros, la nueva película de Jordan Peele que es y (a la vez) no es sobre el conflicto racial estadounidense. Los protagonistas, una familia negra que consiguió los derechos de cualquier otro ciudadano, son perseguidos por unos dobles malignos. Se ven igual que ellos, pero emergieron de los túneles subterráneos donde los marginados montan una guerrilla para reclamar su lugar en el mundo. Entonces: a cada Beyoncé y Jay-Z que “lo ha logrado”, una sombra de doppelgängers menos privilegiados, condenados a vivir en la pobreza.

Jay-Z y Beyoncé emprenden una batalla semejante.




Nosotros cruza los conflictos de raza y de clase para recordar que la identidad nacional de Estados Unidos sigue fragmentada. Las imágenes de una vieja campaña para combatir el hambre vienen a cumplir esa función dramática: configuran el recuerdo de una promesa incumplida que fue sepultada y condenada al olvido. Los monstruos que suben las alcantarillas y asoman sus cabezas retorcidas en las ciudades de cemento señalan eso: un retorno de lo reprimido.

Con el correr de la narración, Jordan Peele va humanizando aquellos dobles; les otorga necesidades dramáticas al igual que a los protagonistas. Un gesto: quebrar la figura del antagonista más tradicional en el cine de terror, cuyo accionar es puro salvajismo. Las divisiones entre buenos y malos, héroes y enemigos, se ponen en duda.

El modo en que Peele sortea esta mirada tiene resultados variados. Su fortaleza es más evidente cuando establece ese universo narrativo y se toma el tiempo necesario para enriquecerlo: el extrañamiento se construye de manera progresiva, la puesta en escena evoca el terror sin caer en golpes efectistas y el acercamiento a sus personajes se sostiene en la empatía. Ésta es una película que utiliza elementos fantásticos, pero nunca olvida que el eje emocional está anclado en los protagonistas.

A contramano, todo se enmaraña con el avance narrativo: parte de su estrategia se basa en usar personajes para explicar los giros de la historia, lo cual constituye una decisión por demás perezosa. Lo que eran hallazgos de atmósferas y personajes quedan limitados por un guión expositivo.

Nosotros, igual que ¡Huye!, se presenta como un objeto cinematográfico misterioso; lleno de grietas, pero también de destellos que anuncian otras exploraciones posibles en el cine industrial contemporáneo. Por lo pronto, una promesa: Jordan Peele tomó las riendas del terror estadounidense. No como un espectáculo de trucos ni evocaciones de dramas personales, sino como un prisma para mirar hacia afuera. Quizás más que nunca, el presente da miedo.



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