Jazmín Stuart, después del ‘98

La actriz habló con La Nueva Mañana sobre su actuación en Instrucciones para flotar un muerto, el film dirigido por el cordobés Nadir Medina que se estrena el 27 próximo. Por qué la película es un drama generacional.

Cultura19/09/2018 Iván Zgaib
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"Había algo que me resultaba muy empático de Jesi. Yo podía entender esa naturaleza y esa circunstancia de un personaje que es un poco una paria"

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MTV recién llegaba a la Argentina, los adultos se dedicaban a contar billetes y los pibes vagaban por las calles desoladas. Todo suena como si fuera un paisaje postapocalíptico, pero simplemente eran los ‘90. Para ese entonces, Jazmín Stuart apenas vivía su adolescencia. Ahora lo recuerda y describe esa época en un tono sombrío, lo cual resulta paradójico si se tiene en cuenta que se lanzó a actuar con Verano del ‘98, uno de los programas de consumo masivo más clásicos de aquel período.

Si llegamos a bucear en las profundidades de la web, seguramente encontremos videos de Jazmín diciendo que entró a trabajar a la televisión con muchos prejuicios; que le daba pena cuando veía a los adolescentes abarrotados contra las rejas del canal, gritando desquiciados por autógrafos.

Pero con el tiempo descubrió que la tira diaria le había enseñado mucho sobre el oficio. De ahí en más, su versatilidad como artista quedó demostrada con los pasos imprevistos que dio su carrera: actuó en novelas como Son amores, protagonizó películas de culto como Los paranoicos y dirigió sus propios largometrajes, como Pistas para volver a casa y Recreo.

Ahora, su nuevo rol protagónico la acerca al género dramático. En Instrucciones para flotar un muerto, el film dirigido por el cordobés Nadir Medina, Jazmín interpreta a Jesi, una mujer que regresa a Córdoba después de haber vivido muchos años en España. El disparador dramático es su reencuentro con Pablo (Santiago San Paulo), con quien debe convivir inesperadamente hasta enfrentar los fantasmas del pasado. Pero la particularidad de la película es que la relación entre los personajes permanece ambigua; hay un halo de misterio que vuelve a Jazmín enigmática. “Cuando lo conocí a Nadir me di cuenta de que iba a ser un proyecto súper disfrutable y donde iba a poder profundizar como actriz”, dice ella sobre la película que se verá desde el 27 de septiembre en el Cineclub Municipal Hugo del Carril.


- ¿Cómo crees que se diferencia Jesi de otros personajes que has interpretado?
- Había algo que me resultaba muy empático de Jesi. Yo podía entender esa naturaleza y esa circunstancia de un personaje que es un poco una paria, que no termina nunca de aterrizar en ningún lado, que le cuesta echar raíz y que a la vez intenta disimularlo. Intenta disimular esa soledad y esa no pertenencia, pero se le escapa, se le nota, se le ve. Había algo en la estructura de Jesi que parecía una cebolla, donde yo sentía que había un núcleo y alrededor había otras capas.

- En la película hay un trabajo sobre el malestar de los personajes que no es explícito, sobre lo no dicho. ¿Cómo te aproximás a un personaje así?
- Lo que tiene la película es que las acciones dramáticas propician eso. Porque ya de por sí, dos personajes que deben convivir de manera inesperada o no planificada propicia esta idea del “elefante en la sala”: esa sensación de que hay algo enorme, indisimulable, pero que al mismo tiempo ellos logran hacer de cuenta que no lo ven. Y esa sensación yo creo que se transmite muchísimo. Está presente todo el tiempo; es como una interferencia y eso creo que es lo más interesante entre esos personajes. La interferencia, el ruido: hay algo que está sonando y nadie puede decir qué es.

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En "Instrucciones para flotar un muerto" Jazmín interpreta a Jesi, una mujer que regresa a Córdoba después de haber vivido muchos años en España. El disparador dramático es su reencuentro con Pablo (Santiago San Paulo), con quien debe convivir inesperadamente hasta enfrentar los fantasmas del pasado.



- Y hay algo del pasado que aparece todo el tiempo: quiénes fueron ellos, quiénes querían ser. Hay un replanteo de la vida hecha por unos treintañeros. ¿Crees que es un drama generacional?
- Si, hay mucho de eso vinculado a una edad y a los ciclos vitales, pero también como de una época ¿no? De una época cultural de Argentina. De algo que se termina y tal vez no fue lo que uno imaginaba. Y entonces la sensación de ahora es: ¿qué viene? Y también en el caso de estos personajes es lo que quedó en el camino: la pérdida, lo que ya no está. Hay una sensación de duelo y de melancolía y también de reinvención. De rediseñarse y volver a salir a la cancha.

- ¿En qué sentido ves esto de la época cultural de Argentina?
- Creo que todos somos un poco el resultado del momento histórico y cultural en el cual vivimos nuestra juventud y nuestra adolescencia. Hay elementos que nos marcan para siempre. No es lo mismo haber pasado tu adolescencia en el menemismo que haber pasado tu adolescencia en el kirchnerismo. Vas a tener una info completamente distinta a miles de niveles. A nivel de lo que consumiste culturalmente, a nivel de cuánto está el ejercicio de la política sobre la mesa o no. Cada etapa tiene una índole distinta y eso te marca, porque la adolescencia es un momento de muchos formateos.

- Si tuvieras que mirar retrospectivamente tu adolescencia en relación al período histórico en el que la viviste (que coincide con el de Jesi) ¿cómo la describirías?
- Mi adolescencia fue en pleno menemismo. Fue en el desembarco de MTV en Argentina, imaginate. Llegaba de afuera una influencia que tenía que ver con el grunge, la música, la imagen y todo lo audiovisual. Al mismo tiempo los adultos estaban sumamente idiotizados por el dinero, porque era la época del 1 a 1 y había una fiebre de consumo y una superficialidad enorme, entonces los chicos andábamos muy solos, callejeando mucho. La droga era muy barata. Las fronteras se habían abierto al 100% y cualquier droga que uno quisiera consumir o probar estaba al alcance de la mano y a un precio regalado. Así fue que varios compañeros quedaron en el camino. Locos muertos, enfermos. Porque fue una época en donde había mucho abandono cultural. La política ni siquiera estaba dentro de las conversaciones. Era una época de mucho vacío. Y al mismo tiempo, el que podía agarrar las riendas de su vida se ponía a hacer cosas más piolas. Pero el clima general era ese. Y no es lo mismo haber crecido en esa época que haber crecido años después en el kirchnerismo. Y habría que ver qué va a pasar con los chicos que estén transitando su adolescencia durante este gobierno. Cada generación tiene su historia.

- ¿Y a Pablo y Jesi cómo los ves en ese marco histórico?
- No sé si los relaciono directamente con un período en particular pero si me da la sensación que son personajes que se fueron aislando. Ella se fue a vivir a otro país por la crisis del 2001. Tuvo que abrirse camino en otro lugar en donde nunca volvió a encontrar un grupo de pertenencia como el que tenía en Córdoba. Él sufrió sus pérdidas muy solo. Son personajes aislados, que se fueron volviendo ermitaños y cuando se encuentran no les queda otra que volver a abrirse y entregarse y decir lo que les pasa. Entonces es interesante.

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"Ella tuvo que abrirse camino en otro lugar en donde nunca volvió a encontrar un grupo de pertenencia como el que tenía en Córdoba. Él sufrió sus pérdidas muy solo. Son personajes aislados, que se fueron volviendo ermitaños y cuando se encuentran no les queda otra que volver a abrirse y entregarse y decir lo que les pasa. Entonces es interesante".



- El corte de tu pelo fue una decisión que apareció para Jesi, ¿cómo ayudó a la construcción del personaje?
- Me acuerdo que cuando nos juntamos con Nadir por primera vez y le dije que me imaginaba el pelo distinto. Él me decía: “Sí, yo me lo imagino por encima de los hombros”. Y yo le decía: “yo me lo imagino más corto”. Ella es como un varoncito en un punto; anda ahí dando vueltas con su mochila, con su pelo corto, casi como un soldadito. Un poco así se empezó a construir.

- Hay algo de los valores convencionales sobre lo que se entiende por masculino y femenino que está invertido en la película: ella es la fuerte, Pablo el más frágil.
- Sí, incluso es raro, porque nosotros dos somos más o menos del mismo tamaño, pero cuando veo la película la veo más grande a ella, como si tuviese un cuerpo más fuerte que el de él. Y es raro, porque creo que es una ilusión óptica que tiene que ver con la naturaleza de los personajes. Y después hay algo sobre el final donde el equilibrio de fuerzas entre ellos se compensa. Pero sí, la fuerza y la debilidad de los dos está en juego todo el tiempo.

- Hablando de géneros, quería preguntarte por tu participación en la lucha por la legalización del aborto y qué expectativas tenés para esa batalla cultural a futuro.
- Yo siento que la ley va a salir en algún momento. Y creo que todo el debate fue un ejercicio de educación política inmenso, porque nos sirvió para darnos cuenta quiénes son las personas que nos gobiernan. Y esto despertó una conciencia enorme sobre el cuidado que tenemos que tener con respecto a quiénes son los nombres que están en esa boleta que introducimos en las urnas. Yo creo que hay un antes y un después. Fue muy revelador: no queremos más ignorancia y cinismo en el Congreso. Y también visibilizó mucho la situación de las provincias. Ciertas complicidades que hay con la Iglesia. Si uno mira con lupa se da cuenta que hay complicidad en un sistema perverso que deja a las niñas y a las mujeres totalmente vulneradas, en estructuras patriarcales con las que hay que romper. Y hay que romperlas con decisiones políticas. Entonces yo creo que más allá de cuánto tiempo lleve legalizar el aborto, hay una ganancia que es el despertar de la consciencia.

- Por otra parte, considerando que Instrucciones para flotar un muerto integra el cine argentino. ¿Cómo ves la situación del cine independiente hoy en el país?
- Me parece que es dramática. Todos hemos tenido paciencia a lo largo de este gobierno, esperando que realmente las políticas de fomento sean de fomento cultural y no se trate al Instituto de Cine como si fuera una productora privada que tiene que rendir cuentas. Y no ha sucedido. No se ve el fomento ni la idea de preservación de la identidad cultural y de la diversidad cultural. Es increíble el retraso que lleva el Instituto de Cine en cuanto a la aprobación de proyectos y a poner en movimiento subsidios y créditos que ya estaban otorgados. Películas que ya fueron filmadas y que sostienen deudas con sus técnicos porque el dinero que debería destinarse a esos proyectos no termina de salir. Me parece que es crítica la situación. Y yo creo que no tiene que ver sólo con el desastre financiero en el que estamos metidos como país, sino que tiene que ver con una cuestión ideológica. Que es lo que más me preocupa. La verdad es que espero que terminen este gobierno con un poco más de dignidad para con la identidad cultural de Argentina. En algún punto deberían ocuparse de reparar todo el daño y todo el atraso que metieron en el circuito artístico.

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