“Las personas tienen que volver a invertir en arte"

Previo al show de Eruca Sativa en Plaza de la Música, Gabriel Pedernera, baterista de la banda, dialogó con La Nueva Mañana y nos dejó conceptos que pintan de cuerpo entero a uno de los grupos más relevantes del rock argentino.

Cultura 24/04/2018 Ignacio Martín Ignacio Martín
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Brenda Martin, Gabriel Pedernera y Lula Bertoldi al finalizar su concierto en el Luna Park. Foto: Manuel Rodríguez

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Diez años atrás, Brenda Martin, Lula Bertoldi y Gabriel Pedernera formaban Oruga, un nombre que ya de entrada reflejaba al futuro power trío cordobés: la idea de transformación, la idea de cambio dentro del rock.

Tiempo después, de Oruga pasaron a ser Eruca Sativa, el nombre científico de un tipo de rúcula, también llamada “oruga” en otros países. Cambió el nombre pero nunca se modificó la esencia de una banda que vuelve a reencontrarse con ese público primario, que la cobijó antes de recorrer el continente, antes de los Gardel y los Grammy. Al tope de una escena latina que aún tiene mucho por decir.

Antes de subirse al escenario de Plaza de la Música, Gaby Pedernera, baterista y motor rítmico del grupo, habló con La Nueva Mañana. Lejos de la omnipotencia y frialdad de algunos de sus colegas, no tuvo pelos en la lengua para dar su punto de vista sobre el rock y la realidad de nuestro país como interpeladora del arte.

-Siempre está bueno volver al lugar donde arrancó todo, ¿verdad?
Sí, la sensación es súper especial. Tocamos en Plaza de la Música, que es un lugar con mucha historia, dentro de la ciudad que nos vio nacer como grupo en diciembre de 2007. Es una experiencia definitivamente emocionante. El año pasado presentamos acá también Barro y Fauna (2016) y ahora volvemos, con 10 años cumplidos.

-Barro y Fauna vino después de una trilogía que arrancó con La Carne (2008) y terminó con Blanco (2012). Además del sonido, ¿cuál es la diferencia entre esa época y el Eruca actual? 

Yo creo que el disco es un punto bastante importante en nuestra vida como banda y como músicos también. Fue una experiencia muy enriquecedora desde todos los puntos. Casi todo el disco está producido en Los Ángeles (California), aunque muchas cosas están grabadas en nuestras propias casas. Entonces tiene la sensación de haberlo registrado en una ciudad tan emblemática para la música y el rock, y también pudimos explorar en nivel compositivo. Nos tomamos el tiempo de escribir tranquilos las canciones e incluso volver a arreglar temas enteros, cosa que nunca habíamos hecho antes. Los tres primeros álbumes están grabados medio a los apurones porque en ese momento se dio así. Entonces grabamos todo en tres o cuatro días y dale que va. Además, en el medio, cuando salió "Huellas Digitales" (2014), mis dos compañeras quedaron embarazadas y eso marcó un momento en el que aparecieron esos dos pequeños que fueron Emilia y Julián. Así que se trató de hacer un disco diferente, que es el desafío de siempre, porque no queremos repetirnos..

-¿Cuesta más tratar de no repetirse cuando formás parte de un trío?
En realidad, el reto está en que los tres tenemos que buscar y explorar posibilidades por fuera de nuestros propios instrumentos. Si no siempre terminamos cayendo en lo mismo. En base a lo que hicimos en vivo con Huellas, junto a una orquesta de cámara, empezamos a explorar por fuera del trío. Cada uno tiene su quiosco con otros instrumentos tratando de buscar una historia para contarla de manera sónicamente novedosa.

-Estuvieron nominados a los Grammy Latinos, una premiación con solo tres categorías de rock. A partir de eso y de las giras que hicieron en el exterior, ¿hay una escena latinoamericana?
A ver, el rock tuvo pocos momentos de masividad extrema y fue cambiando con el tiempo. De hecho, para mí nunca es bueno aferrarse a esa ortodoxia musical de esos tipos que consideran que todo lo que no sea AC/DC ya no es rock. Me parece que tendríamos que tener una noción más abierta en cuanto al abanico sonoro. Entonces, toda esta introducción es para hablar más allá del estilo y siento que justamente Latinoamérica está en un momento artístico muy rico. Están pasando cosas súper interesantes, algunas independientes o autogestionadas, otras con espíritu under sin serlo, como Diamante Eléctrico en Colombia o La Vida Boheme en Venezuela. Como la industria está cambiando y ya no es lo que era antes de Internet, hay muchas cosas que no podemos medirlas, como se hacía en los 80 o en los 90.

-Un momento de transición…
Sí, exactamente. Lo que pasó con Internet es que hizo temblar un montón de cosas y generó un montón de malos hábitos de consumo. El usuario se acostumbró a no pagar por el producto, a no necesitar intercambiar dinero por arte. La gente tiene que volver a entender que si quiere escuchar una canción de Maluma o una de Eruca Sativa tiene que garpar. Es algo que suena obvio, pero muy pocos lo hacen. Las personas tienen que volver a invertir en arte.

-Me nombrabas a La Vida Boheme, una banda que está muy influenciada por el contexto de crisis que se vive en su país. Tomando ese ejemplo, ¿Eruca Sativa se siente atravesada por la realidad argentina?
Sí, porque también sería muy difícil escaparle. Hay muchas situaciones de las que uno no se puede desentender por más que haga el esfuerzo, y el arte es una traducción de lo que se vive todos los días. Nuestras experiencias diarias se terminan convirtiendo en canciones, marcadas por lo que está pasando. No es lo mismo componer una canción en Alemania en 1944, en La Habana en 1959 o en Argentina en 2018. El contexto te hace ver las cosas de cierta manera y el país está pasando por momentos de muchos cambios, de mucha división. Pasan cosas bastante importantes y fuertes para cualquier persona, y yo lo único que espero es que todo mejore. Que no tengamos que lamentar tantas muertes, y tantas situaciones realmente terribles. En los últimos años hemos vivido cosas muy fuleras.

.¿Discuten al respecto en el seno de la banda?
Como compartimos tanto tiempo juntos y tantas experiencias, somos de hablar bastante y de todo. Intercambiamos muchas opiniones y siento que hay un respeto que valoro muchísimo.

Gabriel Pedernera - Eruca Sativa - Foto Luciana Dattoma
"Siento que nosotros como músicos tenemos un deber y un laburo muy importante por más que muchas personas, como te decía, no se acostumbren a pagar por arte". Foto: Luciana Dattoma


-Imagino que se habló de lo que ocurrió con el “Pity” Álvarez en Tucumán. Como banda de rock argentino, ese episodio los toca aún más.
Nos toca y trabajamos todos los días para que pase exactamente lo opuesto. Siento que nosotros como músicos tenemos un deber y un laburo muy importante por más que muchas personas, como te decía, no se acostumbren a pagar por arte. También pienso que la pose de rockero es algo que ya se acabó, es hora de abandonar esas costumbres, que la mayoría son malísimas para cualquier ser humano. Una persona que tiene una adicción grave no es un titán ¿viste? Es un enfermo que necesita ayuda. Un tipo que sale todos los días, se emborracha y vuelve arrastrándose no es gracioso. Es un problema grave. Nosotros, desde este lugar, tenemos que tratar de hacer lo mejor posible con las herramientas que tenemos. Si nuestro trabajo es hacer canciones, tenemos que hacer las mejores que podamos. Si tenemos que hacer shows, nos presentamos en el lugar, si es posible, 20 minutos antes.

-Algunos periodistas y músicos dicen que, más allá del sonido, las actitudes de alguien como el Pity o el propio Chano Charpentier tienen más rock que muchas bandas del género.
A veces veo en los argentinos que tenemos esta especie de competencia eterna para ver quién es más algo. El tipo que es hincha de Boca está constantemente compitiendo contra sus mismos colegas hinchas de Boca y frente a los de River. Esos extremos solamente llevan a desastres. Acá pasó algo con la hinchada de Belgrano que fue gravísimo (N. de R.: se refiere a lo ocurrido con Emanuel Balbo, que fue arrojado desde lo alto de una tribuna del Estadio Kempes durante un clásico con Talleres, luego de ser señalado como supuesto simpatizante de la “T”). Es la competencia para ver quién es más poronga, ¿viste? Con los músicos pasa exactamente lo mismo. Perdoname el vocabulario, pero estamos midiéndonos la verga para ver quién es más rockero. Cuando en realidad tendríamos que estar elevando la vara para que la gente vea un show cada día mejor. Aparte, ¿desde cuándo alguien decide los parámetros de la “rockeridad”? Es un tema que me calienta mucho porque el otro día hablaba con un periodista que me decía: “Qué raro lo del cruce con Abel Pintos” El tipo me encaraba como si, no sé, hubiera invitado al escenario a Charles Manson. ¿Por qué estamos gastando tiempo precioso en juzgar quién es más o menos rockero? ¿Por qué un tipo que dice cosas polémicas, que sale a la calle balbuceando, es más que otro responsable?

-¿Les pasa seguido que los señalan bajo esos prejuicios?
Nos pasa que la gente entra a los camarines, ven que estamos tomando agua mineral, tenemos una pila llena de frutas y lo primero que dicen todos es: “¡Eh! ¿Dónde está el rocanrol?” Negro, ¿me estás cargando? Yo estoy trabajando. ¿O para ser rockero tengo que tener un whisky en el camarín? Si estuviera tomando alcohol significaría que estoy bebiendo en el horario de mi trabajo y eso no está bueno. No es positivo. Estoy un poco harto de “lo rock” y “lo no rock”.

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