Death Metal, encontrando una causa dentro del caos

Aprovechando la entrevista en exclusiva que le brindó a La Nueva Mañana Steve Tucker, bajista y vocalista de Morbid Angel, hablamos de uno de los subgéneros más extremos dentro de la música y el arte en general.

Cultura20/03/2018Ignacio MartínIgnacio Martín
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Morbid Angel en vivo, con Steve Tucker al frente.Foto: Alternative Nation

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Por: Ignacio Martín

Cuando uno busca “Morbid Angel” o “Death Metal” en Google y usa el filtro para que se visualicen solo resultados de Argentina, el buscador se limita a mostrar páginas de venta de discos y remeras. Si uno sigue scrolleando hacia abajo, empiezan a aparecer algunas pocas gacetillas copiadas y pegadas en diversos portales de noticias. Se trata de bandas como Arch Enemy, Cannibal Corpse o Napalm Death que tiempo atrás tocaron en Buenos Aires y quizás en el ánimo de conseguir alguna acreditación, se colaron entre Lázaro Báez, Fede Bal, el “Pipita” Higuaín y Ozuna.
Buceando un poco más nos encontramos con una nota perdida en el archivo de Clarín. Pablo Raimondi firma una entrevista con John Tardy, vocalista de Obituary, para el extinto suplemento Sí! del diario. La nota es de junio de 2007.
Confirmo una vez más que el Death Metal es un sonido demasiado underground. Es decir, “debajo de la tierra”, en el anteúltimo subsuelo. Al borde de un abismo artístico, que en el caso de otras expresiones colma museos alrededor del mundo, haciéndonos dudar si eso que vemos es arte o un poco de pintura manchando un lienzo.
Sí, el Death Metal es arte extremo. Un tipo de arte subterráneo y mundial.

“No podíamos llamar a eso ‘Flower Metal’”

El género que tiene a Morbid Angel, Obituary, Deicide y Death como algunos de sus principales exponentes no tiene un lugar de origen puntual. A diferencia de otras expresiones, el sonido nace a partir de un sentimiento descentralizado de agregarle complejidad y rudeza al Thrash que Metallica o Slayer despuntaban, sobre la costa oeste de los Estados Unidos.
En otras palabras, se adoptaba la filosofía punk pero se alejaba de su sonido. Y no pasaba solo en Florida, donde históricamente se posicionó la escena más fuerte entre las olas, el viento y el ruido del mar. Pasaba también en Noruega (Darkthrone), en Grecia (Rotting Christ), en Cuba (Sectarium). Pasa en Botsuana (Overthrust) y en Córdoba (Sadistic Kill).
“Tocábamos esta música y estábamos tratando de ser lo más pesado del planeta. Queríamos simplemente que la gente se enoje y que todos se vuelvan a casa. No podíamos llamar a eso ‘Flower Metal’”, comentó una vez Jeff Becerra, frontman de Possessed, otra banda pionera. Mediante el envío de cassettes por correo y la aparición de los primeros fanzines, el ya bautizado Death Metal se globalizó. Cientos de “marginados”, como bien los describe Tucker en la entrevista a continuación, se hicieron eco de esa radicalización y escaparon hacia las fronteras.
Le escaparon a lo cómodo, a lo accesible. Abrazaron un arte sin la necesidad de emular estilos de vida ajenos, ya que surgía como una necesidad de todos ellos “en comunidad”. Con -15 grados o 38 a la sombra, ese “subsuelo” los acogía y acoge hoy en día, atraídos por ese extremo que incluso algunos buscan todavía maximizar.

“Cuando el mundo se vuelve loco, más personas abrazan la música pesada como una forma de liberación.”

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Steve Tucker. Foto: Distorted Sound

Steve Tucker, bajista y vocalista de Morbid Angel, es uno de esos descontentos que preferían poner en “10” la perilla de distorsión y afinar un par de tonos más abajo los instrumentos, además de ensuciar la voz hasta niveles inentendibles.
LA NUEVA MAÑANA lo entrevistó de manera exclusiva en Argentina, para “bucear” un poco más profundo dentro de su banda y dentro de un movimiento global de brutalidad artística.

- Steve, para un lector que no los conoce, ¿qué es Morbid Angel?
Definiría a la banda como algo original. Creo que Trey (Azagthoth, guitarrista, compositor y líder fundador de Morbid Angel) ha hecho un trabajo increíble al desarrollar nuevas ideas, haciendo que Morbid Angel suene como solo sabe sonar Morbid Angel. Si hay algo que distingue al grupo del resto, es que cuando sale un nuevo álbum, la gente queda shockeada porque siempre es diferente.

- ¿Y cómo se encuentra el grupo hoy?
La banda lo está haciendo muy bien, nos estamos preparando todos los días para comenzar a hacer shows en vivo para Kingdoms Disdained y todos están entusiasmados. Tenemos planeada una gira, al menos por Estados Unidos, para presentar el disco. Esperamos también poder visitarlos a ustedes en Sudamérica.

- Los que escuchamos a Morbid podríamos decir que se nota un cambio en el sonido entre este último álbum y Juvenilia (2015)…
Sí, creo que hay una evolución desde los discos en los que Trey y yo hemos trabajado juntos en el pasado. En esta última placa profundizamos más en sonidos polirrítmicos. Nos pusimos a mezclar dos melodías separadas y dos flujos rítmicos diferentes. En otras palabras, estábamos encontrando una causa dentro del caos.

“Nosotros vemos a los argentinos como personas orgullosas, hermosas, que son leales y aman el Metal”.

- También leí que en este disco se deja atrás una “influencia industrial” que estaba presente en Illud Divinum Insanus (2011). ¿Estás de acuerdo?
Sí, estaría de acuerdo con eso. Pero, aclaro, eso tampoco debería ser impactante. Morbid Angel es una banda que siempre está experimentando y evolucionando. No todos los productos químicos funcionan de la misma manera cuando uno los mezcla, y esto solo se descubre experimentando. Además, nunca leo las críticas en los medios y los otros miembros de la banda tampoco. Entonces, la influencia de las opiniones de otras personas no genera problemas para Morbid. Creo que es por eso que salen a la luz discos tan diversos, dentro del mismo género.

- Entonces, ¿cómo definirías al Death Metal?
Es una música pesada y emocional, a veces extremadamente técnica y a veces extremadamente simple, como las emociones. Es música para las personas que no encajan con las masas, las personas que piensan más profundamente. Es un sonido para aquellos que están mucho más apegados a las realidades del mundo. Es la música de los marginados, no de las personas que abrazan la cultura pop; que esos marginados desprecian. Se trata de algo no muy diferente al Punk, antes de que se tornara pop. En síntesis, el Death Metal es entrega y emoción. Se adapta y cambia constantemente, como nosotros mismos.

- Asimismo, ¿es posible innovar dentro del género? ¿Se busca llegar a un público mayor?
El Death Metal no es música para las masas. Y tampoco creo que deba ser así en algún futuro. Sé que personalmente no escribo canciones para que suenen en las radios populares y todos las escuchen, porque no creo que puedan comprender lo que tengo para decir.

- ¿Tenés alguna opinión sobre aquellas bandas que comienzan con un sonido extremo y luego varían hacia géneros más “accesibles”?
Creo que la gente cambia con el tiempo, y si sos honesto, tu música cambiará contigo. Hay muchas bandas de Death Metal que se han mantenido fieles a sus raíces, mientras que permiten que la música evolucione con el tiempo. Mientras sea con honestidad…

“El Death Metal no es música para las masas. Y tampoco creo que deba ser así en algún futuro”.

“Es un sonido para aquellos que están mucho más apegados a las realidades del mundo. Es la música de los marginados, no de las personas que abrazan la cultura pop”.

- Siguiendo el tema del público, ¿qué imagen tienen de los metaleros argentinos? ¿Pasarán por nuestro país este año? No se olviden de Córdoba…
Nosotros vemos a los argentinos como personas orgullosas, hermosas, que son leales y aman el Metal. Espero que lleguemos a Argentina en 2018 y los veamos ahí apoyándonos.

- ¿Existe alguna explicación de por qué un sonido tan pesado y distorsionado llega al mundo entero?
Mirá, no creo que sea un accidente o una casualidad que el Death Metal haya vuelto a ser mucho más apreciado como lo era a finales de los ‘80. El género va de la mano con nuestros tiempos, es un destello a las tonterías que la gente ve todos los días. Cuando el mundo se vuelve loco, más personas abrazan la música pesada como una forma de liberación.

- ¿Qué le aconsejarías a un joven que recién empieza a tocar Metal?
Simplemente le diría: “si el motivo por el que hacés Metal no es el amor a la música, mejor dedicate a otra cosa”.

- Pero por más amor que uno le imprima, pareciera que hoy en día es más difícil hacer este tipo de música que en el tiempo de Altars of Madness (1989)…
El mundo y todo lo relacionado con la industria de la música cambiaron mucho de 1988 hasta hoy. Creo que es muy dificultoso salir con algo nuevo y extremo en estos tiempos; porque a veces siento que siempre se necesita más y más para sorprender a la gente. Y no solo dentro de nuestro género.

- “Quiero hacer música asesina con gente asesina”, supo decir Trey Azagthoth antes de que saliera el último disco. ¿Lo lograron?
¡Por supueso! Hicimos exactamente lo que nos propusimos. Creo que este álbum es vil y sucio, como Morbid Angel. Como el Death Metal.

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Tapa del último disco Kingdoms Disdained-Morbid Angel



 

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