Argentina y Brasil negocian acuerdos, pero la economía los condiciona

La asunción de un gobierno aliado en el segundo país más poblado entusiasma al Frente de Todos. Lula deberá lidiar con altas cifras de pobreza.

Ed Impresa 06/01/2023 Facundo Piai (Especial para LNM)
Alberto Lula 2 © NA
“Se viene un gran acuerdo” con el gobierno de Lula, sostienen en el Frente de Todos . Foto: NA

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En Brasil se cumplió la repetida frase de que con la ideologización fanatizante se pueden ganar discusiones, incluso, hasta elecciones, pero es inútil para gobernar un país. Le ocurrió a Jair Bolsonaro quien desde un principio se mostró a favor de los Estados Unidos, la desregulación de la economía y el orden fiscal. Sin embargo, para subsistir implementó políticas poco armónicas con la estridencia de su discurso público. El mismo Lula da Silva que asume con alrededor de 60 millones de pobres e inflación seguramente tenga que recurrir también a medidas diferentes a las que lo identifican, con los recursos para la “seguridad pública” vaciados, como señaló en su asunción.


Bolsonaro dejó el poder con un rojo fiscal elevado

Ocurre que el militar retirado deja el poder con un rojo fiscal elevado (contando gasto social más compromisos de deuda para financiarlo). El déficit escaló fuerte cuando el Gobierno decidió ampliar el alcance de los beneficiarios de planes sociales, llevándolo de unos 14,7 millones de familias, a casi 17 millones de hogares en el 2022. Además, aumentó el dinero del subsidio social percibido por hogar, reemplazando el programa Bolsa Familia identificado con Lula por otro con sello propio, Auxilio Brasil.

Visiblemente se trató de una medida electoralista para mantenerse competitivo en la preferencia popular. Sin embargo, el deterioro de los indicadores sociales demandaba medidas más allá de las poses ideológicas del actual ex presidente brasilero que relacionaba al gasto social con el populismo, vinculándolo a dos calificativos: deterioro y atraso. Aunque esto no le impidió ampliar el gasto durante su gestión y obtener, por momentos, resultados aceptables en los indicadores socioeconómicos.

Bolsonaro by NA
Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil.

Índice de pobreza de casi 30% en el país vecino

Así, de la mano de una política fiscal muy expansiva, Bolsonaro logró reducir la población pobre de 25,6%, cuando asumió, al 22% en el 2020. Para ello, en el año de la pandemia, 100 millones de personas recibieron algún tipo de ayuda estatal. Se trató de casi la mitad de la población, mientras que en el 2019 poco más del 10% de los brasileros recibieron algún beneficio del estado, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Sin embargo, la reducción no fue tendencia y no tardó en incrementarse, incluso, alcanzando niveles superiores el año posterior.

El mismo instituto estatal midió en 29,4% a la pobreza del 2021. La suba, explican, obedeció a una disminución de los beneficiarios de los subsidios en la post pandemia, más el estancamiento del mercado laboral y la inflación que deterioró el poder de compra de los brasileros, afectando más a quienes necesitan de subsidios para acceder a la canasta básica de alimentos. Con todo, los paliativos electoralistas se consumieron, la necesidad de financiar el rojo fiscal aumentó, y la nueva administración deberá resolver el problema de hambre severo que afecta alrededor de 33 millones de brasileños, de acuerdo a la plataforma de investigación brasilera Aos Fatos.


Brasil perdió terreno comercial con las potencias occidentales

En la política internacional, el líder del Partido Liberal también viró. Si bien abandonó La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en claro gesto hacia las potencias occidentales, no logró fortalecer el intercambio comercial con EEUU y Europa. Por caso, en su primera visita a Washington, Bolsonaro se definió como pro estadounidense y admirador de Donald Trump (quien corriera la misma suerte), sin embargo, esto no tuvo mayores efectos, ni en compras ni ventas a ese destino. Además, la guerra no impidió el comercio con los rusos.

Asimismo, según información del Ministerio de Comercio Exterior con sede en Brasilia, el volumen de importaciones norteamericana se mantuvo prácticamente igual al año anterior a la asunción del Partido Liberal. Mientras que las importaciones europeas perdieron terreno con Bolsonaro. De modo tal que, durante los últimos cuatro años, siempre analizando cantidades, Brasil demandó más de Rusia, China, India y los Emiratos Árabes que de las potencias occidentales. Siendo los BRICS, más algunos otros, mercados claves para superar la crisis energética.

“Se viene un gran acuerdo” con el gobierno de Lula, sostienen en el Frente de Todos 

Argentina intentará fortalecer la relación con un Brasil asediado por una economía oscilante. Daniel Scioli, embajador en el país vecino, sostiene que las coincidencias políticas y la estrecha relación que une a los máximos dirigentes del Frente de Todos con Luiz Inácio Lula da Silva son un aliciente para las relaciones diplomáticas. Si bien el comercio durante la gestión del presidente saliente no fue malo, con el ex dirigente sindical en el Palacio de Planalto se espera una profundización de la mano de acuerdos bilaterales que potencien el intercambio comercial. 

Daniel Scioli jura como ministro de Desarrollo Productivo (Twitter Alberto Fernández)
Daniel Scioli, embajador argentino en Brasil. Foto: NA

Profundizar acuerdos con la octava economía del mundo es clave para la Argentina al ser Brasil el principal destino de las exportaciones. De hecho, junto a la potencia sudamericana, China, los Estados Unidos y siete destinos más, representan casi el 60% de las ventas de la argentina al mundo. Pero eso no es todo, la cercanía, sumado a los bajos aranceles por ser miembros del Mercosur permite a la argentina exportar manufacturas industriales. Así en las exportaciones al segundo país más poblado del continente, abundan las industriales (automóviles, motores, oro, naftas, tubos de acero) y las agroindustriales (biodiesel, vino, leche entera y en polvo, malta), por sobre los cereales y oleaginosas.

“Una gran integración energética, industrial y monetaria”, a decir de Scioli

El desafío que tiene por delante el Gobierno de Alberto Fernández es el de reducir el déficit comercial de 3.332 millones de dólares con la potencia amazónica. Ya que las exportaciones de manufacturas industrializadas aumentaron en cantidad mucho menor que las importaciones de alto valor agregado demandadas al gigante sudamericano. Al respecto, el embajador Scioli confirmó que se está trabajando en un gran acuerdo bilateral que procura “una gran integración energética, industrial y monetaria”. El embajador corroboró lo que se rumoreaba luego de la reunión entre Lula y Alberto Fernández.

Ambos países negocian un sistema de pagos de comercio bilateral en moneda local, pesos y reales. Además, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires adelantó que buscarán extender el plazo del pago de las importaciones brasileñas para que el comercio con el Brasil no tensione las reservas y genere tensiones cambiarias. Asimismo, desde el Gobierno sostienen que están avanzadas las negociaciones para que los brasileros financien parte de la construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner mediante el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).

Esto le permitiría a la Argentina aumentar las exportaciones de gas, preservar las reservas del Banco Central, y a Brasil hacerse del combustible fósil a un precio competitivo. Desde el entorno de Daniel Scioli advierten que se está “avanzando rápidamente”, sin embargo, la inestabilidad de la economía global junto a la realidad de la economía brasilera podría dificultar los avances. Los reportes del Banco Central de Brasil son poco auspiciosos al estimar que la economía entrará en fase de estancamiento en los próximos años. De modo tal que la recuperación raquítica de la actividad económica en el vecino del norte pone un manto de duda sobre la factibilidad de los acuerdos hoy.

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