“Los palotinos me impulsan a seguir, son santos desde el momento cero”

Rolando Savino, el primer testigo de la masacre de San Patricio, recordó sus impresiones ante el hallazgo de los cuerpos de los cinco religiosos asesinados durante la última dictadura.

País 04/07/2021
Rolando Savino palotinos by Télam
Savino fue el primer testigo de la masacre. Foto: Télam

Con sólo 16 años, Rolando Savino fue el primer testigo de la masacre de San Patricio, cuando descubrió en el interior de la parroquia ubicada en el barrio porteño de Belgrano a los cinco religiosos asesinados por un grupo de tareas de la dictadura militar. "Era una imagen de terror. Y me decía 'esto no es cierto'. Eran mis maestros, mis líderes y yo quedé arruinado", rememora -en diálogo con Télam- Savino, quien en aquella época era el organista del templo y muy cercano a los palotinos asesinados.

"Cuando se llevaron los cuerpos de la parroquia, dije: ahora tengo que poner en práctica lo que me enseñaron. Es hora de dar testimonio y dejar que la tristeza no me aplaste. Ellos me impulsan a seguir. Para mí son santos y mártires desde el momento cero. Siempre los recuerdo, interceden por mí y me ayudan", sostiene conmovido, 45 años después del hecho que marcó su vida para siempre.

Aquella mañana del 4 de julio de 1976 Savino -como todos los días- se acercó a la parroquia ubicada en Echeverría y Estomba, del barrio porteño de Belgrano a las 7.30, ya que puntualmente a las 8 comenzaba la misa en que tocaba el órgano.

"Era una mañana muy fría y estaba todo cerrado. Pensé 'se habrán demorado un poquito, se habrán quedado dormidos', Pero como se veía luz en las ventanas de las habitaciones, me quedé tranquilo", recuerda sobre sus pensamientos de ese momento.

Pero los minutos pasaban y los religiosos no aparecían. "Como conocía el movimiento de la casa, sabía dónde estaban las llaves de la iglesia y busqué la forma de entrar por una banderola del salón ubicado atrás de la casa. Me ayudaron unas señoras y así hicimos", señala con lujo de detalles sobre lo que ocurrió a continuación.

Una estufa encendida, el pensamiento de un posible escape de gas, el grito de sus nombres y las palmas mientras subía la escalera hacia sus habitaciones: todo se sucedió muy rápido.

"Cuando llegué al descanso de la escalera, vi un desorden descomunal. Todo tirado en el pasillo. Escrituras con tiza en las paredes, insultos en la alfombra. No entendía nada. Estaba totalmente aturdido, mirando el desorden y esas escrituras inentendibles. En el living veo los cuerpos sin vida y ahí dije 'estoy soñando'", recuerda Savino.

Los cuerpos de los tres sacerdotes y dos seminaristas yacían boca abajo, acribillados a mansalva.

Rolando bajó corriendo aturdido por lo que acababa de ver. "Me parece que los asaltaron", le dijo a un grupo de fieles que ya se congregaban en la puerta del templo. Volvió a subir con una mujer mayor, como para confirmar lo que sus ojos ya habían descubierto.

De inmediato, se dirigieron a la comisaría 37 para hacer la denuncia: "Salieron varios patrulleros para la parroquia, rodearon la manzana. Nosotros estábamos caminando, nos decían 'cuerpo a tierra', y yo les decía 'tienen que entrar a la casa'", rememora.

"Después de un rato un policía se acercó y me dijo que tenía que reconocer los cuerpos. Le pedí si podía zafar pero no hubo caso. Volvimos a la casa, los dieron vuelta y ahí dije los nombres de mis sacerdotes-maestros y de los seminaristas. Un momento muy muy terrible, de mucho dolor", recuerda el hombre.

Fuente: Télam

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