“Si no hubiéramos vacunado a mayores de 70 tendríamos cinco mil muertos más”

El investigador Jorge Aliaga, quien viene analizando datos en torno a la evolución de contagios y muertes en Argentina, aseveró que ya se están viendo los efectos del plan de vacunación.

Ed Impresa 28/05/2021 Gabriela Yalangozian Gabriela Yalangozian
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Jorge Aliaga, es físico, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y actual secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham. (Foto: Gentileza Tiempo Argentino)

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Jorge Aliaga, es físico, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y actual secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham. Desde el principio de la pandemia se ha dedicado a analizar los datos y estudiar la evolución de contagios y muertes por Covid-19 en Argentina. Es por eso que La Nueva Mañana lo contactó para conocer su opinión sobre las medidas tomadas por el Gobierno nacional de volver a aplicar fuertes restricciones, y realizar una proyección sobre cuándo y de qué manera se podría frenar el avance del virus en el país.

Sobre el cierre total de actividades que generó protestas en esta semana, aún ante la difícil coyuntura por la cantidad récord de contagios y muertes en el país, Aliaga expresó: “La realidad es que estas medidas se tomaron en un contexto determinado por otras decisiones que anteriormente no se tomaron. Hace ya un año que el país en su conjunto, por acción o por omisión, decidió que no iba a eliminar los casos de coronavirus sino que iba a tratar de llevarlos en forma controlada. A nivel mundial, han habido dos estrategias distintas. Algunos países -muy poquitos como Australia- apostaron a eliminar el virus, tomando medidas muy duras en un tiempo acotado, como cerrar la ciudad o impedir que ingresen casos de afuera, que la gente cumplió, ya sea porque estaba dispuesta a hacerlo o porque el Estado las hizo cumplir. La otra estrategia es controlar que los casos no saturen el sistema de salud”, explicó.

Al respecto, aseveró que en Argentina las medidas duras y efectivas duraron sólo 15 días. “Fue la segunda quincena de marzo. A partir de abril, comenzaron a haber cada vez más exceptuados y si mirás las curvas de movilidad de Apple y Google, podés ver que el movimiento que se registra de los celulares empieza a crecer paulatinamente y todo el tiempo. Cada vez hay más movilidad, se van exceptuando más actividades, y entonces la gente se relaja y se confía”, señaló Aliaga. 

“Otra de las cosas que ocurrieron es que en abril del 2020, hubo una presión muy fuerte de repatriar a la gente que había quedado varada en el exterior. Llegaban y firmaban una declaración jurada y le permitían irse a su casa a realizar la cuarentena. No se hizo como Corea o Japón, que las personas que ingresaban tenían que bajar una aplicación en su celular, que si se apagaba lo visitaba la Policía para ver qué había pasado. Eso, en todo el Occidente, nos pareció inaceptable desde el punto de vista de las libertades”, recordó. 

Es por eso que indicó que cuando los casos crecen y cuanto más se reclama que las cosas vuelvan a la normalidad porque la economía ya no se sostiene, no es posible llevar una “vida completamente normal”. “Si decidiste no eliminar el virus, cuando aumentan los casos, tenés que volver a cerrar y luego abrir. Es algo que además está mediado por el clima: cuando viene el invierno, aumentan los contagios porque la gente está cada vez más encerrada. Lo que pasó en Argentina es que se aprovechó el verano, no para bajar los casos, sino para que funcionaran los rubros que habían sido los más afectados, en especial del sector turístico. Es por eso que, en el momento en que nos ayudaba el clima, nunca tuvimos menos de 5 mil casos. Volvimos a la actividad después del carnaval, y a partir de allí comenzaron a subir los contagios demasiado rápido, hasta que tuvimos que tomar alguna medida porque lo que se veía venir era que iba a colapsar el sistema sanitario”, analizó.

Por otro lado, enfatizó que no puede tomarse como parámetro de alarma epidemiológica la cantidad de camas disponibles. “Lo que hicieron algunas jurisdicciones fue agregar camas, pero no personal médico. Y el resultado es una fantasía, porque el número te da bien pero después no podés ocupar todas esas camas porque no tenés quién las atienda”, precisó.

¿En qué cree que se falló con las proyecciones para el 2021?

- Yo creo que todas las jurisdicciones acordaron el año pasado que iban a convivir con la cantidad de casos, y tratar de que el sistema colapse. Para noviembre y diciembre, apostaron a que de esta pandemia se salía vacunando y no a mucho más. El problema es que las vacunas llegan de a poco. Todos los países están teniendo problemas, porque hicieron contratos por muchas más vacunas de las que están recibiendo. Aún así, no todos están en las mismas condiciones que nosotros, porque aquí se fabricaron 22 millones de dosis de Astrazeneca que se mandaron a envasar afuera. Por lo tanto, tenemos una cierta posibilidad de reclamar. Se apostó a que se llegaba al invierno con la población susceptible ya vacunada y esto no pasó.

¿Cómo y cuándo proyecta, según los datos que maneja, que se podrá salir de esta situación?

- Yo creo que se tomará la menor cantidad de medidas posibles para que no les colapse el sistema de salud pero vamos a seguir teniendo 300 o 400 muertos por día, producto de registrar 25 mil contagios diarios. Aún así lo que ya se está viendo es que cada vez hay menos muertos en proporción a quienes se están vacunando. O sea, se puede hacer una comparación con la cantidad de fallecimientos del 2020 y los de hoy y no es que estén bajando las edades, sino que están dejando de haber más cantidad de adultos grandes fallecidos porque están siendo vacunados. 

Argentina, como la mayoría de los países, enfocó su estrategia de vacunación no a los que más se contagiaban sino a los que más sufrían la enfermedad. La cuenta que estamos llevando es que ya podríamos tener más de 5 mil muertos más de los que tenemos si no se hubiera vacunado a los mayores de 70.

Hay un efecto muy claro ya de la vacuna, cualquiera sea su origen, porque las variaciones de una a otra son menores. Por supuesto ocurre como el caso que se conoció esta semana en Córdoba, de una persona que habiendo sido vacunada con las dos dosis, falleció. En Estados Unidos fallecieron 166 personas que habían recibido las dos dosis, sobre 100 millones de personas vacunadas. Efectivamente, algunos mueren, pero la proporción es muy baja.

Mi proyección es que cuando nos vayamos acercando a la primavera o verano va a haber al menos en nuestro país y en países más avanzados un porcentaje de la población grande vacunado y ya va a bajar mucho más la cantidad de fallecidos. Pero para poder tener una vida normal, a nivel mundial tienen que haber muchos vacunados en muchos países, porque si no va a seguir habiendo casos en forma descontrolada porque las personas viajan. Una muestra de eso es lo que tardó en ir el virus de China a Italia. Lo mismo ocurrió cuando se empezó a detectar en diciembre las nuevas variantes. Yo fui uno de los que reclamó que hubiera control estricto de las fronteras. Lo que no se había hecho en abril del 2020, con la repatriación, que se hiciera en diciembre para retrasar lo máximo posible el ingreso de las nuevas variantes. Pero no se hizo, y hoy en día el pico de casos que tenemos en el país son esencialmente de las variantes de Manaos o la del Reino Unido. 

¿Cree que la grieta política entre el oficialismo y la oposición exacerbó la situación?

“Eso ocurrió en muchos países. Hubo marchas en Alemania, en torno al tema ideológico por parte de gente que, en contexto de una pandemia, privilegia la defensa a ultranza de las libertades personales por sobre la salud colectiva. Lo mismo pasa con el tema de las vacunas. Tenemos que recordar que Argentina decidió por ley que vos no tenés derecho a no vacunarte. Si decidís no vacunarte, no sólo te estás perjudicando a vos mismo sino también a las personas que son susceptibles que tiene comorbilidades, no pueden generar defensas y se pueden terminar contagiando por culpa tuya. Por eso el Estado decidió que ese derecho tuyo está por debajo del derecho colectivo a tener salud. 

Por otro lado, hay que diferenciar a un grupo muy particular e intenso en las redes, que sale a defender un montón de cosas –que existe en Argentina y en todo el mundo- de los referentes de la oposición que están gobernando y que se no están dispuestos a que se les muera una persona en sus hospitales sin poder ser atendidas. 

Lo que pasa es que las provincias quieren tener la autonomía, a raíz de que la Educación y la Salud pasó a la órbita de las provincias con la reforma de la Constitución nacional. Por eso, si se debe tomar una decisión federal, parte del costo es que tenés 24 jurisdicciones cargando datos con criterios distintos y no tenes un control unificado de la situación. 

Otra cosa que se repitió mucho, y en esto hay muchos intereses políticos por detrás, fue por qué no tuvimos la vacuna Pfizer. Hay que recordar que sus dosis requieren menos de 80 grados de temperatura para su mantenimiento y eso no es fácil de sostener en todo el país. Una cosa es Capital Federal y otra es llevarla a pueblos más chicos. Pfaizer no era una vacuna para tener en toda la Argentina claramente. 

¿Qué recaudos recomendaría a la gente para evitar mayores contagios, más allá del lavado de manos que mucho dejaron de hacer con la frecuencia con que lo hacían en el 2020?

En este momento lo más importante, más que lavarse las manos, es ventilar. Si uno va a estar con otras personas en espacios cerrados, tratar de que el aire recorra. Eso no implica estar tomando frío con las ventanas abiertas de par en par. Con dejar un poco abierta la puerta y la ventana de la habitación para que el aire circule a través de la casa, alcanza. Lo mismo para las oficinas, los comercios y las escuelas. Es muy importante en este momento porque comienza el frío y los argentinos tenemos una tendencia muy fuerte de cerrar todo.

Con la vacunación logramos un enorme avance respecto al año pasado. Como país, así como tuvimos capacidad para fabricar la Astrazeneca, si se dan los convenios podríamos hacer lo mismo con la Sputnik y otras más. Eso facilitaría mucho las cosas porque Argentina nunca tuvo problemas para vacunar porque tiene la logística. 

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