Llevan a los barrios su taller de ciclomecánica y buscan replicar el proyecto

La idea tiene su origen en el grupo de Biciurbanos, que reivindica el uso de la bicicleta como medio de movilidad. Los referentes del primer taller de estas características: La Luna.

Ed Impresa14/05/2021 Carlos Torino
 Mariano Seia y Santiago Bonacosa
Mariano Seia y Santiago Bonacosa.Fotos: gentileza Suipacha (anteriores a febrero de 2020)

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Especial para La Nueva Mañana

Mariano Seia y Santiago Bonacosa son dos reparadores domiciliarios de bicicletas y juntos proponen llevar a los barrios de Córdoba un Taller de Ciclomecánica, y que el proyecto se replique. Esta idea tiene su origen en la irrupción del grupo de BiciUrbanos, que promovió espacios de reivindicación de la bicicleta como medio de movilidad en un marco de encuentros con prácticas comunitarias y solidarias entre los participantes.

Muchas personas ni siquiera llegan a tener dinero para pagar el arreglo ni pueden comprar su bici. Por eso nos interesa desarrollar talleres populares donde ningún participante tenga que abonar para aprender la mecánica de la bicicleta que, por otra parte, es bastante simple”, así plantean su propuesta de Taller de Ciclomecánica Mariano Seia y Santiago Bonacosa. No tan solo quieren enseñar el arte del arreglo de una bicicleta sino que también pretenden que el eje educativo, uno de los pilares de su proyecto, promueva la autogestión de quienes se interesen por el taller.

“Nos propusimos conseguir algún tipo de financiamiento para llevar a cabo el Taller en lugares como Villa La Tela, Villa Siburu o 9 de Julio. Darles las herramientas para que ellos mismos generen sus habilidades y puedan capacitar a otros. Así nosotros podemos replicar el taller en otros lugares”, agregan. Al mismo tiempo, insisten en la importancia del espacio de formación en el uso, manutención, reparación y armado

Eche: “Aquí brindamos la posibilidad de arreglar cualquier problema mecánico en el momento. El ciclista no puede esperar días para retirar la bici: la necesita para su movilidad”.
 de bicis para lograr esa autonomía.

Comenzando por barrio Alberdi

Mariano y Santiago explican el corazón de la idea surgida en sus experiencias como reparadores de bicicletas a domicilio. “En el taller proponemos reparar esas bicicletas que están en la casa y no se la usa, ya sea porque se abandonaron o se suponen que no sirven. Entones, ya arregladas se reintegran a la circulación, pero sin la lógica de la compraventa”. Esas bicis de vuelta a la vida útil “se donan a alguien que la necesite sea porque no la pueda tener por cuestiones económicas o se la hayan robado y no pueda reponerla. Lo importante es que esa bicicleta vuelva a circular”, insisten. Con la intención de llevar el taller por toda la ciudad, Seia y Bonacosa intentan comenzar el periplo en el histórico barrio de Alberdi donde están en conversaciones con la Feria Agroecológica.

También se interesaron por el espacio de Ciclomecánica algunas bibliotecas populares e instituciones de las sierras. El proyecto del Taller de Ciclomecánica de Mariano y Santiago, abierto a toda persona de cualquier edad y posición social, también reposa en un eje sociocultural que se manifiesta en el encuentro social; y otro eje  de sustentabilidad ecológica puesto que aborda la toma de conciencia para la preservación ambiental. Toda vez que la bicicleta es un medio de transporte de bajo impacto que deja una huella menor en el medio ambiente. 

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“En el taller proponemos reparar esas bicicletas que están en la casa y no se las usa, ya sea porque se abandonaron o se suponen que no sirven”.

La bicicleta como animadora cultural

El Taller de Ciclomecánica lleva impregnada la idiosincrasia que surgió hace diez años en las calles de la ciudad con el grupo BiciUrbanos. En ese entonces, todos los primeros sábados de cada mes se convocaban a los y las vecinas a recorrer con el propio rodado las calles del Centro, Nueva Córdoba y barrios aledaños. Era la forma de darle visibilidad al uso de la bicicleta como un medio de movilidad, más allá de la recreación y/o competición. Una alternativa al transporte público que, en esas jornadas, funcionaba irregularmente y en estas jornadas brindan igualmente un deficiente servicio público. Era y lo sigue siendo una confluencia de buenas voluntades con sostén en la camaradería. Desde ese tiempo y con esa impronta comunitaria y solidaria, fue el Taller de La Luna el pionero de la Ciclomecánica. 

Instalado en el espacio del Centro Cultural del mismo nombre en esa porción popular de la ciudad que es el barrio Güemes, mucho antes de los bares y la gastronomía de autor, el arreglo de los rodados dejó de ser el intercambio comercial de cualquier bicicletería para emerger como un lugar de un nuevo vínculo con raigambre en la cooperación. Sobre el pasaje Escutti se encuentran Kevin, Eche y Polo para darle vida al ya conocido Taller de Ciclomecánica La Luna. Según los memoriosos, el germen de toda esta movida con el proyecto Recicletas. Lo cierto es que ese reconocido faro de la cultura cordobesa se brindó como punto de encuentro de aquellos y aquellas entusiastas por los pedales. Es en ese lugar donde se empezó a edificar la conciencia de la colaboración, de ayudar a otro, de compartir las herramientas para poner en buen estado a las bicicletas y ganar las calles de la ciudad que aún veía lejana siquiera alguna ciclovía en sus calles.  

En este tiempo pandémico donde cuesta hasta las monedas, en La Luna nada impide llevar la bici y pedir la herramienta adecuada para arreglarla. Solo se aceptan colaboraciones a la gorra de quienes pueden colaborar. “La herramienta te libera”, exclama Eche (Juan Echegaray) y agrega:” Aquí brindamos la posibilidad de arreglar cualquier problema mecánico en el momento. El ciclista no puede esperar días para retirar la bici: la necesita para su movilidad”, remarca con el sello de los talleres de Ciclomecánica: la solidaridad y la cooperación. Cabe señalar que este taller es un gran estimulador de encuentros sociales. Se definen como un espacio de resistencia cultural y los sábados, los días donde se imparte la enseñanza del oficio, se “habitamos el barrio”, al decir de Eche. 

El Taller Suipacha, “a pleno” en barrio Pueyrredón

Supacha 05 © gentileza Suipacja

Por su parte, en el otro de los márgenes del centro, más precisamente en barrio Pueyrredón, se encuentra el Taller Suipacha, que toma el nombre por la calle que lo atraviesa. Allí se levanta otro de los talleres referentes de esta propuesta de ciclomecánica. El lugar tiene su historia porque el taller inicialmente funcionó en una casona cercana que ocupaba un Club de Ciclistas Veteranos, y cuando ya no fue posible esa estadía, Maxi Orellano, Alejo Moyano y Carolina Navas - quienes son parte del colectivo que coordinan el espacio- junto a los vecinos que participaban de las actividades, hicieron los trámites pertinentes para iniciar un proceso de usucapión y con escribano incluido ocuparon un pequeño terreno de la esquina de ese club. Están ahí desde hace ocho años. Construyeron una habitación donde siguen con sus herramientas compartiendo los saberes con los vecinos y ocuparon una buena parte del terreno para realizar una huerta comunitaria.

El “Suipacha” está abierto prácticamente todos los días por los cuidados que requieren las plantaciones y la atención al vecino que necesita arreglar su bicicleta. Tiene una característica sustentable dado que se ilumina con paneles solares, se separan los residuos y se recolecta el agua de la lluvia. 

El “Suipacha” está abierto prácticamente todos los días por la atención al vecino que necesita arreglar su bicicleta; pero el día fuerte es el sábado, día del taller a pleno donde se aprende el oficio de arreglar.

El día fuerte es el sábado; es el día del taller a pleno donde se aprende el oficio de arreglar. Desde que este taller se instaló en esa zona, el impacto en los vecinos fue inmediato dado fundamentalmente por la habitación del espacio público. Los chicos en el pasaje jugando, festejar carnavales, organizar rifas para recaudar fondos ya que la bicicleta y su reparación tiene costos importantes, sea por los repuestos, sea por las herramientas.

La gente nos agradece que estemos porque antes era un pasaje oscuro e inseguro, pero ahora todos los días tenemos movimiento”, remarcan los referentes. Claro, ahora con protocolos, se siguen realizando las actividades culturales y trabajando la huerta comunitaria. La gente del vecindario sigue agradecida.

 

 
 

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