Una denuncia, una desmentida y la sombra del terrorismo de Estado

Crónica del caso que alteró la paz en Anisacate. "Me dijo ´te voy a matar como lo hacía en la época del Proceso´” denunció un inspector municipal. El acusado lo niega, investiga un fiscal.

Ed Impresa 16/04/2021 Adrián Camerano Adrián Camerano
Lubricentro
El comercio en el que ocurrió el incidente. Foto: gentileza.

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Alberto José Sarmiento abre los ojos grises, perora acerca de lo mala que está la situación del país y mientras señala las estanterías de su lubricentro, pregunta: “¿Vos sabés por qué hago esto?”. Espera segundos una respuesta que no llega y se responde a sí mismo maldiciendo una jubilación que no le alcanza.

“Uno junta, junta, y al final explota”, dice este hombre de 70 años denunciado por amenazas: un empleado municipal de Villa Anisacate refiere que, en el marco de una discusión, Sarmiento le dijo: “Te voy a matar como lo hacía en la época del Proceso, ese era mi trabajo”. Con tono nervioso y un carácter que se adivina impulsivo, Sarmiento se sorprende primero pero acepta luego contar a La Nueva Mañana su visión del altercado. Inicia su relato pero a los segundos lo interrumpe para delegar la tarea en su pareja. “Ella te va a explicar mejor; está descansando, da la vuelta que ya te atiende”, promete. 

El lubricentro tiene un galpón posterior lleno de coloridos tambores de aceite. Del interior de un auto blanco emerge Lilia Lenhofer, pareja de Sarmiento, y a dúo relatan los hechos que los tuvieron como protagonistas y que ahora engordan un expediente en la fiscalía de Alta Gracia. La siesta queda oficialmente interrumpida.

Como en la época del Proceso 

El domingo 11 a la mañana había sol a pleno y la ruta 5 no estaba despoblada ni mucho menos. Era sin embargo una jornada de trabajo normal para José Carrizo, de la Guardia Urbana Municipal, hasta que sonó su teléfono con “un llamado de Defensa Civil que refiere que en el Lubricentro Anisacate se estaba atendiendo sin el uso del barbijo”. El hombre se acerca al lugar ubicado frente a la Municipalidad, en ruta 5 y Los Paraísos, donde se desataría un infierno: gritos y amenazas quebraron la rutina dominguera.

“Al verme ingresar el señor se altera; le pido que se calme, que se tranquilice, que se coloque el barbijo para poder hablar con él, y dice que no. Le vuelvo a hacer el pedido, vuelve a decir que no, le digo que si continúa negándose le voy a tener que hacer el acta y se vuelve a negar”, relata Carrizo. Hasta ahí, un altercado de los tantos que protagonizan a diario inspectores de cualquier municipalidad, más en tiempos de pandemia. Pero el incidente escaló: relata el funcionario que “me retiro del lugar y voy al auto a buscar las cosas para poder hacer el acta, y en ese instante el señor sale del negocio alterado, gritando qué es lo que estaba haciendo; le digo que estaba por labrar el acta, se viene al lado mío, me empuja y me persigue por la calle diciéndome que si yo llego a hacer el acta él me va a matar como lo hacía en la época del Proceso, que ese era su trabajo”.

En el interín, el trabajador estatal logra que se acerquen al lugar dos empleados de Defensa Civil. Sarmiento seguía exaltado. “Una vez que llega el personal de Defensa Civil el señor vuelve a repetir lo mismo; la pareja de él, que se encontraba dentro del negocio, sale y dice que ella es jubilada de tribunales, que los fueros la amparan, que no es cualquier persona y que lo que estamos haciendo nosotros, y yo como inspector, es abuso de autoridad”, rememora. Luego llegó la Policía, los ánimos se calmaron, los municipales se retiraron del lugar.

Anisacate, Brad Pitt, Campanella

El lubricentro en cuestión es pródigo en carteles que recomiendan uso de barbijo y de alcohol en gel, los dos elementos que originaron una discusión que mutó en escándalo. El miércoles 14 a la siesta está tan vacío como la ruta; entre lubricantes, Sarmiento refiere que se crió trabajando en campos cercanos, que fue chaffer (técnico de iluminación) y que en el ejercicio de ese oficio estuvo nueves meses en Mendoza, como asistente en la filmación de "Siete Años en el Tíbet". Nombra a Brad Pitt, rememora películas de Campanella y publicidades varias (“hice todas; la de la Ecosport en 2005”); también antiguos empleos en la IKA-Renault, la planta Ford de General Pacheco y al frente de una flota de camiones. “La Argentina es así, un país que te lleva para todos lados”, se amarga, y acusa que en la zona no falta quien lo envidia.  

Yendo a lo que importa, Sarmiento desmiente haber integrado las fuerzas de seguridad; apela a cierto sentido común (“alguien que estuvo en el Proceso no va a andar diciéndolo, no le conviene”); se muestra mortificado por los comentarios en el Facebook y se sorprende al enterarse que pesa una denuncia judicial en su contra. “Bueno, tendré que ver cuántos días de trabajo me hacen perder” dice, anticipándose a la segura citación a declarar.

“Mirá si le voy a decir eso; el que quiere matar dispara, no anda avisando”, relativiza, para desmentir también haber empujado al municipal, aunque sí admite: “Le dije ´te voy a cagar a trompadas´”.

Con la siesta ya perdida, Lenhofer explica que la discusión se inició por el (mal) uso del barbijo y la ubicación en el mostrador del alcohol en gel, que el intercambio con el inspector fue subiendo de tono y que su pareja sí hizo mención a la dictadura, aunque en otros términos: “Él le dijo ´sobreviví al Proceso, mirá si me va a hacer algo esto´”. 

Ante el cronista, la mujer caracteriza al episodio como una zoncera y dice que es jubilada judicial, ex secretaria de Tribunales I, y que no es “una persona cualquiera”.

“Temo, me da recelo, no lo puedo negar”

El inspector municipal realizó la denuncia judicial el lunes por la mañana y una ampliación de la presentación ese mismo mediodía. Dos días más tarde, aún conmocionado por la situación, confía en que “hayan sido solamente palabras y que no se cumpla nada de lo que manifestó”. Y confiesa: “La verdad es que temo, ya que no solo estoy en la Guardia Urbana sino que también soy inspector de tránsito y estoy en la ruta; me da recelo, no lo puedo negar”.

Fuentes de la Municipalidad de Anisacate indicaron que Sarmiento “siempre fue una persona particular; no de buenos tratos, pero nunca sospechamos una cosa como esta”. Y apoyaron la denuncia penal, que devino en una causa a cargo del fiscal de Alta Gracia Diego Fernández; aunque rige el secreto de sumario, La Nueva Mañana pudo saber que en el expediente ya se tomaron testimonios y se dispusieron otras medidas de prueba. 
Al cierre de esta edición, organismos de Derechos Humanos que se interesaron en el tema no habían encontrado vínculo entre Alberto José Sarmiento y las fuerzas armadas, policiales y parapoliciales que aplicaron el terror durante la última dictadura cívico-eclesiástica-militar. 

Ante el cronista, Sarmiento refiere al terrorismo de Estado en clave de teoría de los dos demonios, cuenta que hubo “terroristas que cobraban por cada bomba que ponían” y exhibe una estampita del crucificado: “Me la regaló una vecina, me dijo que me va a cuidar en todo esto que pasó”.

  

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