Mujeres solidarias de Campo de la Ribera tejen un toldo para una escuela

En el Espacio para la Memoria del Campo de la Ribera un grupo de mujeres trabaja para darle sombra a los alumnos que asisten a la primaria del colegio Canónigo Piñero.

Córdoba 31/10/2017 Katy García - Especial
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Las tejedoras del Campo de la Ribera preparan un toldo para darle sombra a la escuela. Foto: Área de Comunicación la Ribera
En el Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos Campo de la Ribera -Ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante el terrorismo de estado-, un grupo de mujeres teje con hilos de plástico un toldo que muy pronto dará sombra al patio de la escuela primaria Canónigo Piñero.
El proyecto de reciclado "Manos tejiendo sueños, Mujeres y Arte" nació en marzo. Fue impulsado por el área de Género y Derechos Humanos del Sitio de Memoria Campo de la Ribera y el programa Museo en Movimiento.  Inspiradas en una experiencia española pusieron en marcha un emprendimiento basado de tejido al crochet con hilos de plástico cortado en tiritas.
De una conversación informal entre Susana Gómez, de La Ribera, y Silvia Kowalczuk del Museo de Antropología de la UNC cobró vida este proyecto que se encuentra en pleno desarrollo.
"Desde el museo, yo venía investigando sobre tejidos con plásticos. La idea cerraba por todos lados. Armamos un plan de trabajo articulado entre las dos instituciones. Con el tiempo se sumaron buenas noticias como las donaciones de material plástico nuevo desde una fábrica y surgió la idea de armar un toldo para cubrir del sol a los niños que van a una escuela que tiene muchas dificultades. También surgieron otras ideas que derivaron en otros productos que las chicas explicarán", afirma, Silvia, mientras sigue dando puntadas.
Susana agrega que durante los talleres de género "Encontramos un espacio muy potente, horizontal, donde conversamos sobre lo que nos pasa, compartimos saberes y experiencias, y decidimos en conjunto llevar adelante esta actividad inspirada en una experiencia española".

Tejiendo sueños

Entre vareta y vareta, hablaron sobre detalles del proyecto y de un anhelo colectivo que se fue forjando en las reuniones de trabajo. Se trata de avanzar en formas de organización  que les permita reunirse con otras mujeres para debatir y buscar soluciones a problemas  estructurales como la desocupación y las dificultades para acceder a derechos elementales.

Las chicas forman parte del programa Servidores Urbanos que depende de la Subsecretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad  de Córdoba. Trabajan 25 horas semanales que reparten entre tareas al aire libre y los talleres de capacitación y reciben una beca estímulo de cinco mil pesos.También sostienen la editorial  El Aromito y confeccionan prendas con telas de jean en desuso.

"Silvia nos enseñó a tejer. Empezamos de cero. Nos tuvo mucha paciencia hasta que arrancamos y no paramos de hacer cuadrados de un metro por un metro con material reciclado. Varios negocios y la fábrica Pring bag nos donan bolsas plásticas que nosotras cortamos", cuenta Patricia, más conocida como "la Pato".

Está casada y tiene dos hijos. Extrovertida, habla de otros emprendimientos como la editorial cartonera "El Aromito" que lleva más de cinco años de actividad y ha editado los libros Caminando con nuestras historia que "Nos conecta con nuestra vida en el barrio". También publican contenidos infantiles y los ofrecen a bajo costo para que todos puedan comprarlos. Actualmente preparan un libro sobre la historia de la Cooperativa de Carreros La Esperanza donde participan como socias junto a otros trabajadores que cumplen tareas como ellas de limpieza en calles, espacios verdes, escuelas y Centros de Participación Comunal (CPC).

 Organizadas, es mejor   

 "Sabemos que del tejido no vamos a vivir. Por eso, como grupo, pensamos formar una Asociación de Mujeres y tener nuestra propia personería  para diagramar el trabajo con otras mujeres. Y no estar, como ahora, limitadas a los horarios de la  institución",     manifiesta. En ese camino, y con la autogestión como horizonte, intercambian experiencias y muestran los productos  en otros lugares. Tiempo atrás visitaron la escuela Domingo Faustino Sarmiento y asistieron a la Feria "Flores sí, Basura no", que se realizó en el Museo de Antropología. Allí donde las invitan van y exponen tejidos, libros, y prendas.

Mónica (53) tiene un trabajo formal y milita en la organización social La Barranquita. "Acá trabajamos la violencia, lo que nos pasa todos los días. Hay veces que ellas me retan como esta mañana, que me hicieron llorar", dice, mientras corta hilos multicolores que serán madejas. Confiesa que le gusta compartir con "estas locas copadas" pero  su fuerte es el trabajo editorial. "Me gusta pintar las tapas de los libros", afirma. De cara al futuro dice que un anhelo de máxima sería contar con "un saloncito propio" para juntarse en cualquier horario. Alicia es la mayor. Vive en Villa Inés y tiene 7 hijos. "Venimos de una lucha barrial que se dio seis años atrás para conseguir las cloacas,  el agua y otros servicios. Nos fue bien. Pero nos dimos cuenta que había otros problemas y que necesitábamos salir de la rutina y aprender que hay otra vida fuera de la casa. Estos talleres son también terapéuticos, una conoce personas, crece, y a partir de las caídas nos levantamos día a día y aprendemos a vivir en este sistema",  suelta, muy convencida.  

 Abriendo puertas

 Las más jóvenes están en un momento de transición. Jimena tiene 23 y se crió en una familia numerosa. Dejó el colegio en quinto año y no tiene claro cuándo lo terminará. "No sabía tejer y ahora se me fue un poco el entusiasmo. Hace cinco años que vengo y aprendí muchas cosas. Me quise ir, me convencieron y volví. Nunca sufrí violencia directa pero participo y me gusta conocer", explica y bromea que le gusta más "ir al baile". Janet tiene un año menos y se incorporó un año atrás. "No sabía tejer y aprendí... por ahí me cansa. Pero me gusta estar con este grupo de "locas". La vida interna es muy divertida, enojona, estresante, muy todo. Pero se sale adelante", evalúa. 

Fanny que les lleva diez años habló de las posibilidades de crecimiento. Cuenta que además del toldo les han encargado tejer la cobertura de un domo que se instalará en el sitio de memoria La Perla. "Aprendimos la técnica y fuimos viendo  qué utilidad darle a esta producción y a los productos textiles confeccionados con telas de jean recicladas. Se nos abren puertas y más posibilidades de ventas", añade.

Una mirada al pasado le hace acordar  los duros momentos  vividos cuando el proyecto Reconversión  terminó y tuvieron que salir a buscar otros medios de subsistencia. En aquél momento "Nos pasábamos mañanas enteras gestionando y presentando proyectos por todos lados. Un día caía una, al otro día otra, hasta que empezamos a enfocamos como mujeres", evoca.

En ese trajín observaron que no todas podían salir del hogar porque el mandato de cuidar a los chicos y atender a los esposos estaba primero. Entonces, retoma la idea de la organización "para romper ese esquema y buscar otra dinámica que nos permita avanzar más allá de las conversaciones cotidianas y detectar otras problemáticas como violencia de género, trata, sexualidad"  que fueron tratadas en talleres y que dieron lugar a una red de  contención y guía.

Explica que quieren avanzar para no depender de la ayuda del estado "porque somos mal vistas, dicen que queremos vivir de un plan y nos es así".  Valora que haya posibilidades para acceder a capacitaciones porque diez años atrás solo lo hacían quienes tenían dinero para pagarlas. 

"La lucha por los servicios fue el primer paso que nos juntó y una cosa llevó a la otra. Cada derecho vulnerado es una lucha nueva para nosotras y ahí estamos buscando soluciones", amplía.

 Contención

 Hace 15 años que Edith se radicó en esta provincia con sus padres a quienes cuidó hasta el final de sus días. Son siete hermanos, la mitad vive en Salta y la otra aquí. "Perdí a mis padres, estaba muy mal. Mi cuñada la Pato me trajo acá hace un año. Me cuesta abrirme por mí carácter. Pero estoy aprendiendo", dice, mientras atiende a su hijita de dos años.

"Nos estamos conociendo con las chicas. A veces estoy bien, otras no. Estoy callada todo el día y a veces me paso una semana sin hablar. Es algo que tengo que trabajar. Venir a este grupo fue propicio porque me hace bien".

Su hermana mayor, Roxana (50), también participa. Es viuda, tiene 7 hijos, y dos nietos. "He sido muy de la casa y cuando falleció mi marido estaba mal. Mi cuñada me invitó hasta que un día dije basta y salí. Empecé a pintar las tapas de los libros. Me gusta el ambiente, siento que necesito tener mi espacio ahora que ya crié siete hijos. Colabora en el rubro indumentaria donde se confeccionan prendas con telas de jeans recicladas.

"Yo corto las bolsas y ovillo. No me gusta tejer. Me cuesta hablar, pero es un grupo lindo. Mucha gente podría venir pero no es fácil si no hay plata de por medio", dice Nancy (48) y aclara que no es fácil para las mujeres moverse sin recursos.

 Rupturas

"El trabajo con este grupo es muy grato porque rompe con el estereotipo de mujer. Esto de salirse de lo doméstico, poder verse haciendo otras cosas, creando, ser capaces de y no solo pensarse desde la maternidad. Queremos llegar a más mujeres. Esa es la apuesta,  poder generar redes comunitarias y potenciar los recursos", sostiene, la trabajadora social Laura Consolini. Se integró a este equipo en marzo y trabaja desde la prevención  y la promoción de derechos acompañando procesos y coordinando talleres. Antes trabajaba en el Polo Integral de la Mujer en Situación de Violencia. Se ha formado en género y desde esa perspectiva advierte que frente a "los tiempos difíciles que se viven no es fácil lograr mayor participación cuando no se tiene un trabajo".

La tarde pasó volando. Antes de que concluya la jornada, Susana pondera la actitud de las compañeras que hablan a boca de jarro, sin rodeos. "Me maravilla la capacidad de estas mujeres para comunicar lo que piensan, sienten y quieren. He dado muchos talleres de sexualidad en otros grupos donde no surgen estas cosas. Son desinhibidas y no les importa decir lo que creen aun cuando  no sea  políticamente correcto", dice a modo de conclusión. 

Contacto: para colaborar con materiales enviar un correo electrónico a: [email protected]|

 

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