“Para Lugones, la literatura debía rivalizar con las armas para refundar la nación”

Al conmemorarse su natalicio, LNM entrevistó a Horacio González. Al mismo tiempo conversó con César Vargas y Leandro Calle, quienes compilaron y editaron la más reciente antología poética del escritor.

Ed Impresa 12/06/2020 Flavio Colazo
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Especial para La Nueva Mañana

13 DE JUNIO, DÍA DEL ESCRITOR

Horacio Luis González es uno de los intelectuales de mayor fuste a la hora de reflexionar sobre las diversas manifestaciones textuales de transcendencia presentes en nuestro patrimonio cultural. Entre sus innumerables desempeños destaca como doctor en Ciencias Sociales, ensayista y profesor universitario. Ha sido, por diez años, director de la Biblioteca Nacional de la República Argentina (2005-2015).

-Más allá de la fecha celebratoria, ¿por qué cree usted que Leopoldo Lugones ocupa, de manera permanente, un lugar destacado en el panteón de las letras argentinas?

-Lugones es sin duda un problema para los que creen que es posible descartarlo fácilmente. Ahí están sus grandes poemas modernistas, sobre todo los Crepúsculos del Jardín, los Cuentos Fatales, las Fuerzas Extrañas, donde luce su inscripción en el esoterismo, que desde joven lo persiguió como un fantasma literario oracular. Lugones escribe en plena época del positivismo, y no se crea que su vínculo con los pensamientos esotéricos -es decir, con lo que alude a una fuerza imposible de interpretar que yace entre lo humano y lo inhumano, entre lo mortal e inmortal-, eran una exclusividad suya, pues también los grandes escritores del positivismo lo habían practicado, lo seguían practicando bajo otras denominaciones, de índole cientificista, con el estudio, e incluso el culto a la “personalidad simuladora”. 

Horacio Gonzalez
“Lugones iniciaría, cuando abandona su expectativa en el socialismo, su ciclo liberal, apoyando las políticas de Roca. A ese momento pertenecen sus grandes obras fundadas en el mito como generador de vida”.

-¿De qué modo se produce la evolución interna de Lugones que lo lleva a centrarse en el mito ligado al  destino de la nación?

-Cuando Lugones dirige junto a José Ingenieros el diario anarco-socialista La Montaña, ambos son ocultistas, aunque con fuertes inclinaciones sociales. Lugones iniciaría, cuando abandona su expectativa en el socialismo, su ciclo liberal, apoyando las políticas de Roca. A ese momento pertenecen sus grandes obras fundadas en el mito como generador de vida. Las Limaduras de Hefestos es un tratado de mitología universal comparable a los que grandes antropólogos escribían en aquella época, a comienzos del siglo XX. Pero en Lugones siempre hay una pasión, digamos mejor, un erotismo, como signo oculto que lo dirige a los temas míticos y animistas. Pensó que la literatura debía rivalizar con las armas para refundar la nación, y su primer gran gesto en relación a esa idea es su apología gauchesca, que es realidad una apología alegórica de un gaucho platónico (El Payador es de 1916), que es un alma que transmigra desde los tiempos helénicos hacia la pampa argentina.

-El payador ha sido objeto de varias páginas de críticas… pero el resto de su obra también ha resultado atendida en varias oportunidades. ¿Cuáles son las grandes características de la producción literaria de Lugones y de su carácter como escritor y hombre de letras?

-Ese libro, El payador, es usualmente condenado por su diatriba contra la inmigración, que se lee en su prólogo. Pero los fundamentos de esta tesis sobre un gaucho espiritual como viga de una argentina helenística o grecolatina. También llaman la atención, en general desfavorablemente, sobre su abandono de la historia social en nombre del misticismo y la energía oculta que tienen los mitos. Si fuera por todos estos elementos, descritos así, tan sumariamente, Lugones habría pasado desapercibido luego de su muerte, como un astrólogo, parte de los personajes de Roberto Arlt (que por otra parte se inspira en los discursos del Lugones corporativista para construir algunos de sus personajes). Sin embargo son rasgos de un atrevimiento que raramente se repitió de esa forma. Tanto su intento de recobrar el castellano del Siglo de Oro como su capacidad de marcar, aún por su envés, los problemas fundamentales del país. También su nada oculto deseo de homenajear al militar -especialmente a Roca-, pero en realidad para erigir al Hombre de Letras como oráculo de la refundación nacional. No se puede pasar por alto que el modo heroico en que se pensó a sí mismo -era un duelista-, incomodaba profundamente y al mismo tiempo despertaba una admiración secreta. Toda la generación posterior a la suya, la de Borges, lo admira y lo rechaza. 

-¿Cómo  llegó a erigirse  la figura de Lugones como la del “escritor argentino”?

-Como Inspector de Enseñanza, director de la Biblioteca del Maestro, inaugurador de la primer Feria del Libro junto a Alvear en el Nacional Cervantes en 1928, evidentemente si no buscó ser el “poeta nacional” hizo todo lo suficiente como para los políticos del régimen y un vasto público que lo seguía, así lo considerase. Su intensa vida política podía ser objetada intensamente, antes y ahora, pero destaca su carácter central en la cuestión del idioma nacional como un tejido de estilos que vienen del latín, del provenzal y de la revolución modernista, practicados por él con exquisitez -y a la vez, también, con una ritualidad muy cuestionada por los nuevos jóvenes escritores de los años 20-.  Todo lo iba destinando a ser el que fusionara su nombre con la idea del “escritor argentino”. Su pasaje desde las izquierdas anarco sindicalistas a fines del siglo XIX al corporativismo del golpe de Uriburu, en el cual participa con sus proclamas -aunque muy pronto abandona el apoyo que le dispensa- hacen a su naturaleza de escritor converso. Pero no con la simpleza del traidor, sino en medio de complejas convulsiones espirituales que a nadie se le escapaban. Su suicidio en 1938, junto al de Quiroga y Alfonsina Storni en ese mismo año, forjan definitivamente su leyenda. El Escritor Nacional debe ser un suicida, tanto para purgar sus culpas como para erigir su propio monumento.

-Recientemente su discurso “La hora de la espada”- pieza ejemplar de los llamamientos a los golpes de estado en nuestro país-  ha sido convocada de muy enrevesado modo mediante la circulación de un texto público emitido por sectores opositores a la actual administración nacional. ¿Qué puede decirnos en relación a este discurso y su –pareciera- inacabable funcionalidad política al servicio de los sectores conservadores?

-Su discurso de 1926, donde proclama “la hora de la espada”, fue criticado en su momento. El diario La Nación, donde escribía, no lo publica, o lo publica luego con reservas, si se puede así decirlo. Pero hay que señalar que Lugones fue, - además de un eximio cultor mítico de la lengua castellana, hasta un grado abusivo a veces, y casi siempre diestro e inventivo-, un escritor de una derecha oscura que preanunciaba tiempos infaustos. No todo escritor de derecha era Lugones y llegaba a un sentido exquisito de la lengua y su base honorífica, donde alojaba desde siempre la idea de suicidio-. Estas complejidades no son tenidas en cuenta por el mismo diario donde escribió toda su vida, La Nación, puesto que la famosa espada infamante, al final la manejó menos Lugones que aquellos que lo criticaron. 


Lugones poeta

César “León” Vargas (poeta y narrador oral) y Leandro Calle (poeta y traductor) asumieron en 2019 la tarea de elaborar una antología poética del escritor cordobés. LNM conversó con ellos para tomar conocimiento de los motivos y criterios respecto de la confección del libro.

Tapa Antología Lugones

-¿Qué los motivó para editar la antología?

-Cada vez que queríamos leer un poema de Lepoldo Lugones teníamos que remitirnos a alguna antología de poesía argentina donde por supuesto figuraba, pero con muy pocas de sus geniales creaciones; también estaban sus “Obras poéticas completas”, muy difícil de conseguir. Conocimos una pequeña selección hecha por el poeta Félix Gabriel Flores publicada en 1974, año centenario del nacimiento de Lugones, y vimos que desde entonces – y han pasado 45 años – ningún estamento del estado se ocupó de publicarlo. Vimos la necesidad de la presencia de esta poesía en las bibliotecas populares, en las escuelas y también para los lectores comunes. Propusimos a la Agencia Córdoba Cultura esta edición en el marco del Congreso Internacional de la Lengua Española y obtuvimos una respuesta positiva. Planteamos una antología que fuera grata y accesible para todos los lectores, dada la complejidad de los primeros escritos lugonianos, creímos necesario invertir el orden cronológico de su obra de tal manera que quien aborda la lectura de este libro se encuentra primero con los poemas sencillos producto de la madurez del poeta.

- Hablemos de influyentes e influidos en la creación poética de Lugones.

-Lugones junto con Rubén Darío son los fundadores del “modernismo”, uno de los movimientos literarios más importantes de América Latina. Las influencias literarias de Lugones son semejantes a las de muchos modernistas y tiene que ver con el fin del siglo XIX francés, sobre todo las figuras de Verlaine y Baudelaire. En este sentido, el parnasianismo francés está estrechamente vinculado al manejo de la forma literaria en el verso modernista. Al igual que Darío, Lugones cultivó un amplio uso de los recursos literarios con excelencia y originalidad. En cuanto a los influenciados por Lugones creemos que hay alguien inevitable y fundamental en la literatura argentina y es Jorge Luis Borges. Enamorado del “Lunario sentimental” posteriormente Borges y el movimiento martinfierrista rechaza la huella lugoniana en la cultura pero más tarde, en 1960, Borges le dedica el prólogo de El hacedor, libro fundamental de la poética borgesiana. Allí, un Borges ya maduro, pone de manifiesto la admiración y la importancia de Lugones en la literatura argentina.

César Vargas y Leandro Calle
César “León” Vargas (poeta y narrador oral) y Leandro Calle (poeta y traductor).

 

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