Historias de camisetas: Palomo loco Palomo

Albeiro Usuriaga pasó por Córdoba vistiendo la camiseta de General Paz Juniors y su paso quedó marcado para siempre. Y la camiseta que usó en el Albo posee una carga simbólica pocas veces vista.

Deportes 19/09/2017 Juan Manuel del Campillo
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Usuriaga le había dado la clasificación a Colombia al Mundial de Italia, había salido campeón en distintos equipos del continente e incluso había jugado en Europa. Significó una verdadera revolución alba.

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Pudo haber sido Mauricio Chicho Serna en Talleres, pero se fue al descenso. También el Mencho Medina Bello, aunque ningún albiazul lo recuerde con mucho cariño. Por Alberdi, el Chelo Delgado se transformó en un enorme fracaso. No existen casos en el fútbol cordobés de jugadores realmente consagrados de Selección que hayan triunfado por estas tierras en el ocaso de sus carreras. Esos carteludos que venían con toda la pompa y se terminaban escapando por la puerta trasera.

Salvo uno.

Albeiro Usuriaga. El Palomo.

Vino por unos meses. Metió los goles justos en los momentos adecuados. Dejó el recuerdo de su fina estampa. Y le regaló a General Paz Juniors un histórico ascenso al Nacional B en el año 2000. El momento deportivo más alto que recuerden los hinchas del Poeta en los últimos tiempos.
Una gacela negra que brillaba donde jugara, que jamás pasaba inadvertido. Ya fuera por su tranco largo, su pegada, su exquisito juego o por sus excéntricos peinados. “Cabeza de huevo frito” le pusieron por Barrio General Paz apenas lo vieron, por el platinado amarillento que lucía. Y para resaltar y hacer notar aún más que se trataba de un distinto, unos botines dorados brillaban en sus pies cuando el calzado negro predominaba casi en la totalidad.

Es difícil imaginar por un momento lo que significó la aparición de semejante figura en un torneo como el Argentino A diecisiete años atrás. Un jugador que tres temporadas antes era dirigido por César Luis Menotti en Independiente. Alguien que, en alrededor de una década, le había dado la clasificación a Colombia al Mundial de Italia, había salido campeón en distintos equipos del continente e incluso había jugado en Europa. Significó una verdadera revolución alba.

Quienes vivieron de cerca aquellas gloriosas épocas recuerdan los entrenamientos llenos de gente que por lo general no se veía, pibes que practicaban otras disciplinas y se quedaban horas esperando al Palomo para robarle una foto y una sonrisa.
También resaltan que la media de público que seguía a Juniors era duplicada tranquilamente cuando jugaba el colombiano y la repercusión mediática alcanzaba niveles inimaginables. No solo con los medios locales, sino que también medios nacionales como Olé seguían de cerca la campaña del Poeta. Una aparición que, lejos de opacar a sus compañeros, los potenció hasta lograr una clasificación histórica.

Pocas veces un modelo de camiseta está tan emparentado a un solo jugador. Cualquier amante del fútbol cordobés que observa la casaca blanca marca Mitre inmediatamente la asocia con el ascenso del Palomo. Una marca inglesa bien tradicional que por esos tiempos eligió vestir algunos equipos de Primera como Estudiantes, Newell’s, Belgrano y Talleres. Y General Paz Juniors, por supuesto. Una camiseta hermosa, bien sobria, que resaltaba en una categoría no acostumbrada a una estética europea en la línea de ropa. La familia Seara guarda semejante reliquia para poder transmitir a las generaciones venideras lo que significó que semejante crack la vistiera.

El paso del Palomo Usuriaga por Juniors fue fugaz. Pero intenso. Muy intenso. Como fue su vida. Varios balazos se cruzaron en su camino al poquito tiempo de dejar Córdoba. Quienes lo conocieron y lo vieron jugar nunca lo olvidarán. Y la camiseta es un testimonio fiel que indica que la aparición de una figura semejante puede significar un salto de calidad tanto en lo futbolístico, como en lo estético. Por la memoria del Palomo, salud.

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