Crisis en Chile: los claroscuros de un modelo económico desigual

Desde hace varios años que la intelectualidad liberal argentina señala a nuestro vecino trasandino como un ejemplo económico a seguir. Los conflictos actuales matizan esa visión.

Ed Impresa25/10/2019 Facundo Piai
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El presidente de Chile, Sebastián Piñera saluda a su par argentino, Mauricio Macri.Foto: NA

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Especial para La Nueva Mañana

ESPECIAL CHILE

El mejor alumno del aula

Antes de que el Consenso de Washington se expanda por América Latina como una mancha de aceite indetenible, el neoliberalismo ya se había implementado hacía varios años en Chile, habiendo logrado (dictadura mediante) amplio consenso en distintas esferas de la sociedad civil. Las ideas liberales permearon en el país que preside en la actualidad Sebastián Piñera a raíz de acuerdos que mantuvieron con Estados Unidos para que estudiantes chilenos realizaran sus estudios económicos de posgrado en universidades norteamericanas. Así fue que jóvenes de la Universidad Católica fueron becados en la Universidad de Chicago a mediados de la década del 50. De este modo, los fundadores de la Escuela de Chicago, Milton Friedman y Arnold Harberger, tuvieron como discípulos a quienes luego tuvieron gran incidencia en el debate económico de la Región, formaron parte de la dictadura de Pinochet y asesoraron a los gobiernos sucesivos.

El régimen que destituyó a Salvador Allende emitió por la señal pública el programa Libre Para Elegir (Free to Choose) del economista liberal considerado de los más influyentes durante la segunda mitad del siglo XX. Friedman señala en un capítulo de su programa, haciendo una analogía entre el póker y la economía, que hay ganadores y perdedores, y que si “en nombre de la equidad, las ganancias fueran redistribuidas entre los perdedores, para que todos estuvieran igual que al comienzo, eso le quitaría toda diversión al juego”. En otro episodio, el economista norteamericano advierte que los gobiernos solo deben mantener el camino libre para la “codicia humana”.

La Cepal publica en uno de sus últimos informes que Chile mantiene altos índices de desigualdad, al concentrar el decil más rico el 66,5% de la riqueza. Dentro de ese estrato, sólo el 1% de los chilenos, es decir, cerca de 50 mil de las familias más ricas, detenta 26,5% de las riquezas producidas en la República.

Bajo el influjo de estas premisas, Sergio de Castro, Rolf Lüders, Carlos Massad, entre otros Chicago Boys, elaboraron un programa y le dieron forma al rumbo económico que adoptó Chile a partir de 1973. El mismo se resume, según de Castro, en: “la mayor libertad posible, con un Estado lo más chico posible”. El programa tenía las bases de la “economía social de mercado” y había sido rechazado por el opositor a Salvador Allende, Jorge Alessandri, por considerarlo demasiado liberal. En el documental titulado Chicago Boys, el ex ministro de Relaciones Exteriores del país trasandino, Juan Gabriel Valdés, denuncia que la CIA financió los estudios de los jóvenes economistas chilenos y de los profesores de la Universidad Católica para preparar un programa para el gobierno militar, lo cual está documentado por el Senado de los Estados Unidos en el informe Church.

La dictadura chilena se caracterizó por disciplinar a los sindicatos y descentralizar todo el sistema económico, incluyendo la educación, salud, sistemas asistenciales, entre otros sectores. También liberalizó el mercado financiero, privatizaron empresas públicas, devaluaron la moneda y bajaron aranceles a los productos extranjeros para garantizar la apertura comercial. Los efectos no tardaron en manifestarse. La liberalización económica más la implementación de políticas monetaristas generaron una depresión de la producción industrial de 26% para el año 1975, según explica el economista Ricardo French-Davis (Chile, Entre el Neoliberalismo y el Crecimiento con Equidad). Así, la reconversión económica generó un elevado número de desocupados y una expansión de la población bajo condiciones miserables. En consecuencia, el darwinismo económico aplicado generó en mediano plazo crecimiento y concentración económica, puesto que las empresas que quedaron en pie traccionaron una expansión de la economía en base a un aumento de la productividad y de su inserción en el mercado mundial. Para que tomemos dimensión, entre 1970-1978 la producción industrial creció anualmente solo 0,2%, mientras que las exportaciones industriales lo hicieron en un promedio de 15%.

De este modo, el país con costa en el Pacífico logra, no sin consecuencias sociales, equilibrar su macroeconomía, aumentar las exportaciones, diversificando parte de las mismas. Sin embargo, a la fecha, el principal ingreso de divisas está ligado a los despachos de cobre, principalmente, y la salubridad de la economía chilena es muy dependiente del precio internacional de este commoditie. Ricardo French-Davis señala que la equidad no fluyó con la misma intensidad que el crecimiento. Por su parte, Rolf Lüders, ministro de Hacienda durante la dictadura e ideólogo del modelo chileno, asevera en el documental Chicago Boys: “Me tiene absolutamente sin cuidado la desigualdad. Me preocupa la pobreza” y atribuye a quienes ponen el acento en la desigualdad una distorsión de valores por tener un “alto grado de envidia” frente a los exitosos que hacen dinero.

La Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal) publica en uno de sus últimos informes que Chile mantiene altos índices de desigualdad, al concentrar el decil más rico el 66,5% de la riqueza. Dentro de ese estrato, solo el 1% de los chilenos, es decir, cerca de 50 mil de las familias más ricas, detenta 26,5% de la riqueza producidas en la República. Mientras que poco más de la mitad de los hogares accede apenas al 2,1% de la riqueza neta del país. Esta asimetría en la distribución de la riqueza hace que Chile lidere el ranking de desigualdad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de la Región y que la economía chilena sea de las más inequitativas a nivel mundial.

Un informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) señala que el crecimiento del producto entre el período 2013-2018 promedió dos puntos porcentuales. Un nivel de crecimiento bajo en comparación a otros períodos. Por otra parte, se avizora que los servicios financieros y el negocio inmobiliario son los sectores que participan con más intensidad en el PBI. Cabe resaltar que son sectores altamente especulativos y, por tanto, volátiles. Información oficial da cuenta del deterioro de la productividad de la economía chilena con un descenso desde 1995 hasta 2017. En el 2018 se calcula un repunte explicado por un aumento de extranjeros en sectores que demandan mano de obra poco calificada. En consecuencia, la productividad del trabajo atrás de Los Andes fue motorizada por el sector comercio, hoteles y restaurante, de la mano de inmigrantes dispuestos a trabajar más horas por menor paga.

 

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