Cristian Pino: “El que fue futbolista camina con botines toda la vida”

Destacado volante de Instituto que militó en el último tiempo dorado de Talleres, contó detalles de su abandono de la actividad profesional. “Uno nunca se prepara para el retiro”, comentó. Hoy trabaja en inferiores de Argentino Peñarol.

Deportes 26/07/2017 Federico Jelic
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La transición del futbolista en actividad al retiro o a otro rol ligado al fútbol suele ser un proceso especial que no todos pueden superar con facilidad. Aceptar que los tiempos de jugador no volverán es parte del proceso más duro, pero luego viene el rescate de experiencias y enseñanzas que sirven como instrumento para compartir con las nuevas generaciones. Así fue el caso del ex volante Cristian Miguel Pino, nacido en Instituto, destacado en Talleres, con pasos en Rosario Central, Racing Club y en el fútbol griego. Hoy se desempeña como coordinador general de Argentino Peñarol, a los 40 años, y además de contar su experiencia relató episodios de su vasta trayectoria y su nuevo ciclo junto a la pelota.
“Siempre traté de seguir ligado a la pelota. Los que hemos vivido siempre con el fútbol, nos cuesta demasiado poder adaptarnos a otras actividades. Seguramente hay casos, pero no es el mío en particular. No es nada fácil porque uno siempre está pensando en volver”, comenzó diciendo Pino a LA NUEVA MAÑANA, dando paso a un diálogo suculento y memorable.

-¿Cómo son tus días ahora?
-Trabajo en la coordinación general de las divisiones inferiores de Argentino Peñarol, tengo el curso de DT realizado y aprobado, apostando a este nuevo desafío junto a la “Chancha” (Daniel) Albornós. Una nueva etapa, ayudando a los chicos con enseñanzas de nuestra experiencia en el fútbol. También estoy en la Municipalidad, en Deportes Federados.

-¿Pudiste sobrellevar tu paso de futbolista a entrenador?
-Y… (piensa) la verdad que quien fue futbolista, camina toda la vida con los botines puestos (risas). Uno siempre está pensando en volver a jugar. Siempre. Los llevamos a todos lados. Nunca lo terminás de asimilar bien, es todo un tema ese, sobre todo para aquellos que dijimos basta a la actividad de manera abrupta o con algunos cartuchos más por disputar.

-En tu caso personal, ¿cómo se dio?
-Yo no era grande. Tenía 33 años, grande para el fútbol, joven para la vida y lo entendí de esa forma. Estaba en Juventud Alianza de San Juan en Federal B, me tuve que volver a Córdoba por la enfermedad de mi madre. Fue muy doloroso. La perdí a ella a causa de esa enfermedad, era un sostén importante y decidí abandonar. Después de ese proceso, perdí el entusiasmo. Cuando no te dan ganas de viajar ni de salir de Córdoba es porque la llama se fue apagando. Mis hijos ya estaban instalados así que aceleré la decisión. Pero siempre uno se plantea si puede volver a jugar.

-¿Hiciste terapia?
-Sí, por situaciones familiares y por esto también. Es que uno se prepara para todo menos para el retiro. Fue un proceso doloroso. Quizás el asunto de mi madre no me hizo pensar tanto en ese momento, pero tuve ofertas de Platense y otros clubes, pero desistí de ir. Estuve con psicólogos un tiempo pero al final me aferré a la fe y a gracias a Dios, me recuperé. La fe es más importante que la psicología a veces. Lo bueno es que tuve tiempo para hacer el duelo y acá estoy otra vez, cerca del fútbol.

-¿Cómo fuiste despuntando el vicio en la transición?
-Jugué por ejemplo en la UCFA, con el “Loco” Lillo y la “Pepa” Brizuela, en Necaxa. Eramos una banda hermosa, fue hace un año y medio. Y ahora cada tanto en la semana metemos un picado. A veces te levantás pensando si hoy entrenamos, o si jugamos (Risas). El bolso está armado siempre, pero ahora lo dejamos de lado.

-Tuviste grandes técnicos, como Gareca, Menotti, Merlo…
-Fui privilegiado. Y te faltó que estuve en la primera etapa de DT del “Cholo” (Diego) Simeone, fue mi compañero y después DT en Racing. Fueron grandes maestros, cada uno con sus características, aprendí de todos.

“Desde este rol tenemos que hacerle entender a los pibes que la vida no es facebook, instagram ni los juegos on-line, ni que quieran ser mañana mismo jugadores como Messi o Ronaldo. Es duro, es una época donde la tecnología está en todas partes. Queremos aportar nuestro conocimiento para ayudarlos como persona y como jugadores, acompañando en la formación, desde el respeto y la perseverancia como herramientas para que puedan cumplir sus sueños, lleguen a Primera o no”

De Alta Córdoba a barrio Jardín

En el ’98, Talleres ascendía a Primera División,  y decidió invertir en Cristian Pino y Julián Maidana, de Instituto, comprando sus pases en 1.350.000 mil dólares la mitad de ambos pases. En aquella oportunidad, cambiar de barrio trajo a colación malestares efervescentes por parte de la hinchada “Gloriosa”, que no dudó en sindicar de “traidores” a dichos jugadores. “Fue difícil porque yo nací en un barrio caracterizado con Instituto, como Marcelo T de Alvear, y bueno, hubo gente que se molestó. Me “bardearon” fuerte, algunos iban hasta mi casa a insultarme, no fue fácil. Hasta recibí amenazas. Yo respondía que soy un empleado y fue el club quien me vendió, yo no me vendí solo. Después con el tiempo todo se calmó. En esos tiempos estaba mal visto, hoy cruzan la vereda y se van al rival de siempre como si nada”, destacó. “De todas maneras, ir a Talleres fue un salto y mi mejor momento como profesional”, añadió.

-A los pocos partidos, vino el gol a River…
-Sí,  a “Tito” Bonano, de local, ganamos 3 a 1. Fue emocionante, no estaba acostumbrado a meter tantos goles en mi carrera y ese año terminé con siete. Un número importante. Por eso digo que Talleres fue lo mejor que me pasó en mi carrera. Jugué cuatro años, ganamos la Copa Conmebol, jugamos Copa Libertadores y Mercosur…fue tremendo y a todos nos marcó mucho esa época.

“El momento más duro de mi carrera fue cuando choqué con Maximiliano Natalicchio de Huracán de Tres Arroyos, jugando en Racing. Tuve rotura de ligamentos cruzados e interno de rodilla. Ocho meses afuera y tuve que volver a agarrar ritmo. Lloraba. Me aferré a mi familia y círculo íntimo. La fe me ayudó muchísimo también.”

Gareca y Menotti

A la hora de destacar un entrenador que marcó su carrera, Pino no duda en resaltar a Ricardo Gareca. Pero de todas formas, no olvida el legado de haber sido subordinado de César Luis Menotti, en Rosario Central.
“A Gareca yo le estoy absoluta y eternamente agradecido. Venía de Instituto jugando de “8” y me puso por izquierda, a Albornos por derecha, hicimos un lindo tándem que nos dio frutos.  Un maestro el “Tigre”. Le debo respeto y gracias en todo sentido. Me hizo cambiar mi forma de jugar, de pensar. A todos los de esa generación nos dejó algo imborrable”.

-¿Y Menotti?
-El “Flaco” es un sabio, un libro abierto. Un maestro. Escucharlo hablar te obligaba a dejar todo lo que estabas haciendo para prestarle atención. Pasé gran año en Rosario Central, más que nada porque le ganamos los dos clásicos a Newell´s.

-Encima hiciste el gol que rompió más de 20 años sin ganar en Parque de la Independencia…
-Sí, ¿Podés creer que todavía me escriben los hinchas, me llaman periodistas para recordar esa fecha? En Rosario ganar el clásico es como ser campeón mundial. Le pasó a Maidana con Newell’s, que encima ganaron el título. Los rosarinos son muy pasionales. Los hinchas  de Central me recuerdan con cariño, más que nada por haber roto ese maleficio.

“En Argentino Peñarol estamos muy bien, la dirigencia nos entiende y nos apoya en este proyecto. El fútbol actual está muy profesionalizado. Hay managers, secretario primero, segundo, tercero, cuarto…en mis tiempos era más sencillo. Belgrano y Talleres marcaron un crecimiento, creo que ese es el camino. Tenemos un convenio con Talleres, Nahuel Bustos es de la cantera de Peñarol, la intención es seguir formando juveniles”.

En la Champions, marcando a Overmars

En su paso por Grecia, en Panionios en 2003, tuvo la suerte de disputar la Champions League, pudiendo enfrentar en la fase de grupos a Barcelona de Patrick Kluivert, Ronaldinho, Javier Saviola, Luis Enrique, Xavi, en ese monumento llamado Camp Nou. Dicho periplo forma parte de su colección de anécdotas. “Perdimos 3 a 0 y me tocó marcar a Marc Overmars. Era una bala como corría y encima que lo mío no es tanto la defensa, tuve que esforzarme el triple. Precio nos hicieron (Risas). En la revancha caímos 2 a 0. Fue hermoso. Los dirigentes querían evitar a los grandes y yo me moría por enfrentarlos. Que mi familia me vea por TV en el Camp Nou fue un sueño. Jugar internacionalmente es algo imborrable, más en el torneo más importante del mundo”.

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