María Kodama: "Borges ha sido la mitad de mi alma"

24 de agosto 120 años de Jorge Luis Borges
Especial para La Nueva Mañana
Este sábado se cumplen 120 años del nacimiento del gran escritor argentino. En un intento de aproximarnos al hombre detrás del literato, La Nueva Mañana entrevistó a su viuda, María Kodama, a cargo del cuidado y preservación de la obra del escritor y en quien, puede decirse, pervive Borges.
A poco de celebrar su cumpleaños ¿puede decirse que Borges está vivo en usted?
- Puede aseverarlo, Borges ha sido la mitad de mi alma.
Fenómeno muy borgeano, una presencia en ausencia…
- Le cuento: en una comida de celebración uno de los comensales levantó su copa y dijo señalándome, brindo por vos Borges. Al ver un signo de perplejidad en mi rostro me dijo: es que a Borges se lo percibe vivo a través de usted.
¿Cómo festejaba Borges los cumpleaños, le gustaban?
- Sí, los disfrutaba. Recibía a amigos y escuchábamos rock, generalmente The Wall, The Rolling Stones… Lo que no le gustaba era la ceremonia de la torta.
¿Escuchaba a los Rolling Stones?
- El vínculo con esa banda nace a través mío, me gustaban mucho. Se inicia cuando vi “Performance”, la película con Mick Jagger, en la que aparece leyendo un texto de Borges con una foto de él en la pared como fondo y se la conté. Años más tarde, en el lobby de un hotel Jagger lo vio sentado a Borges y se acercó y le dijo que admiraba su literatura y que estaba honrado de estrechar su mano. Borges le preguntó quién era; cuando Jagger le reveló su identidad Borges exclamó: “Ah, el cantante de los Rolling Stones; yo disfruto mucho de su música”. Jagger quedó asombrado y contento.
Borges era abstemio, ¿con québrindaba?
- Con algún jugo de fruta. Él me contó que antes de conocerme consumió alguna bebida alcohólica. Pero un día escuchó en una reunión familiar a un amigo de su padre diciendo: Qué lástima que el hijo de Borges va a ser un borracho. Entonces decidió dejar de consumirlas.
¿Era un hombre de rutinas?
- Se acostaba tarde, como a las tres, y se levantaba temprano, cerca de las ocho. Desayunaba café con leche y tostadas. Le gustaba la comida japonesa, íbamos mucho a un restaurante cuyo chef había sido cocinero del emperador. Rara vez dormía siesta.
¿Cómo tomó usted la publicación del cuaderno de apuntes de Bioy Casares en el 2005?
- Fue una traición. Un amigo no toma nota de lo que acaba de conversar con otro. Vaya a saber si esas cosas la dijo Borges o Bioy se las atribuyó a propósito. Bioy nunca soportó que Borges le haya alabado un único texto (La invención de Morel).
¿Cuáles escritores argentinos le gustaban?
- Cortázar, Girri, Mujica Laínez y algunos más.
¿Y Jauretche? Fueron amigos. Él elogió y prologó su poema “El Paso de los libres”...
- Es que eso fue por los años 30, en Uruguay. Entonces ambos eran yrigoyenistas. Después los separó la política. Pero sobre el poema opinó siempre elogiosamente.
Del llamado boom latinoamericano; qué opinaba, ¿apreciaba el trabajo de alguno de aquellos escritores?
- Le gustaba Rulfo, pero pasa que aquellos (García Márquez, Roa Bastos, Fuentes, etc.) escribían novelas y Borges no valoraba el género.
¿Por qué?
- Porque había mucho “relleno”. Cuando no saben qué escribir para dar volumen al texto ponen un silloncito, una vajilla, y así… van engrosando el texto describiendo mobiliario, decía.
En la privacidad…, ¿insultaba, utilizaba alguna vez uno que otro vocablo soez o procaz, alguna vulgaridad, una mala palabra?
- No jamás.
¿Y cómo expresaba sus quejas?
- Borges no se quejaba. En todo caso, ante un accidente repentino que le implicara una dolencia física inmediata expresaba algún que otro “ay” u otra expresión onomatopéyica.
¿Su relación con la muerte?
- La percibió un poco tiempo antes de que lo alcanzara. Está cerca, me está rondando, me dijo.
¿Cuáles circunstancias propiciaron el vínculo interpersonal entre ustedes?
- En mi caso a los 9 años de edad un día comencé a leer un cuento cuyo primer párrafo decía: Nadie lo vio desembarcar en la anónima noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado….
“Las ruinas circulares”…nada menos…
- Sí. Pasó que la prosa, a través de su ritmo y musicalidad, me cautivó de modo tal que no pude parar de leerlo de un tirón, aún sin comprenderlo. Me subyugó ya en aquel momento. Luego, al llegar a interpretarlo… imagínese. Desde entonces hasta hoy considero que si debiera salvarse solo un texto de Borges debiera ser ese.
Bueno, ha sido celebrado por todos, críticos, escritores, lectores…
- Y por él mismo también. Borges me contó que en una oportunidad alguien lo acercó hasta una casa y él le pidió que se la describiera. Una vez satisfecho en su demanda Borges le dijo a su guía: “En esta casa yo escribí, en una semana de inconmensurable intensidad, ‘Las ruinas circulares’ nunca más he experimentado esa intensidad”.
¿Y él, cómo la conoció a usted?
- A mis 16 años empecé a estudiar con él. Me pidió el número de teléfono y comenzó a llamarme frecuentemente… y se produjo el acercamiento. Con el paso del tiempo él me confesó un día: ¿Sabe cuándo me enamoré de usted? Le dije que no y entonces me dijo: Fue en ocasión en que con sus pocos años usted sentenció que Europa, plagada de tiranías, estaba pagando el precio de la traición.
¿Y qué explicación le dio usted a Borges de esa sentencia?
- Pasa, le dije, que aquel continente, en la antigüedad tenía sus dioses y semi-dioses, próximos al hombre y con la suma del poder distribuido entre ellos y los europeos los abandonaron y cambiaron por uno solo de voluntad inflexible. Me parecía bien entonces que estuvieran viviendo una serie de tiranías en cada nación o país europeo. Recuerdo que me preguntó: ¿Usted conoce a Nietzsche? Yo le dije que no, y él me dijo: Ya lo va a conocer; pero usted ha explicado en unas pocas palabras de modo muy claro aquello para lo cual él (Nietzsche) ha necesitado cientos de páginas.
Usted cuida la obra de Borges con celo estricto. ¿Qué pasará con ella cuándo usted no esté?
- He tomado la precaución de designar para su cuidado a alguien aún más estricto que yo.
Es mi deber preguntarle por la identidad de ese guardián designado...
- Entiendo, pero es mi deber no develarle ese interrogante.
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