“Somos amantes de los libros”

Soledad Graffigna está al frente de la librería Volcán Azul, que crece en Güemes como espacio de referencia para la literatura. A cuatro años del comienzo, analiza el 2018 como un “año bisagra” para el proyecto.

Cultura 19/12/2018 Juan Manuel Pairone
Soledad Graffigna © Javier imaz00004
Nuestra relación con el "cliente" es más bien de complicidad, tiene que ver con la recomendación, que es cada vez más personalizada porque conocemos más a quienes vienen, sabemos qué les gusta, admite Soledad Graffigna, dueña de la librería. Foto: Javier Imaz

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En el último lustro, el barrio Güemes no ha parado de crecer, mutar y adaptarse a las vicisitudes de las modas, las tendencias y los bolsillos. Allí, entre locales gastronómicos, tiendas de diseño y anticuarios, una librería ha sido testigo directo de la explosión comercial de Achával Rodríguez y las calles aledañas, una mezcla de auge y de estancamiento atravesada por un contexto económico de incertidumbre casi permanente.

En medio de la galería Barrio, símbolo del nuevo perfil de la zona, Volcán Azul resiste el paso del tiempo y se erige como un oasis de ebullición literaria y cultural. “Desde el principio nos sentimos sapos de otro pozo. Nos causaba gracia el hecho de ser un espacio de resistencia entre tanto glamour. El primer año comercialmente nos ayudó, porque venía mucha gente, y ya después fuimos generando un público por fuera del que transitaba Güemes”, admite Soledad Graffigna, dueña y principal impulsora del local, que está celebrando cuatro años de existencia y vislumbra un crecimiento cada vez más afianzado en el perfil de la librería.

“Han sido 4 años de una montaña rusa de emociones”, admite. “La librería nació como un sueño, una locura que se hizo realidad. El brindis y el agradecimiento tienen que ver con que yo creo que las cosas se construyen colectivamente. Si bien las cabezas en su momento éramos Agos (Coirini), que ahora se fue, y yo, el Volcán es toda la gente que vino acá, la gente que vino a hacer o dar un taller, los proveedores que confiaron, nos consignaron ni nos tuvieron paciencia hasta que aprendimos todo el proceso. No veníamos del palo de la literatura, somos amantes de los libros. Ha sido un proceso hermoso pero complicado. Es un rubro difícil”, completa Graffigna, antes de celebrar con la pequeña comunidad que ha generado la tienda.

Ida y vuelta

“Me imaginaba el espacio que tenemos, así como estamos hoy”, dice Graffigna, que en 2018 afrontó varios tropezones pero se pudo dar el gusto de consolidar el concepto detrás de un negocio que también apuesta por ser un punto de encuentro, un nodo más de la producción cultural local. “Este año fue una bisagra, porque nos hemos consolidado con un determinado perfil. Al principio no lo tuvimos porque la clientela era mucho más heterogénea, entonces sí o sí teníamos que tener determinados libros que por ahí no respondían al catálogo que deseábamos. Pero hoy somos lo que queríamos ser desde un principio”, asegura.

“No ganamos plata, físicamente el local te exige presencia, el trabajo administrativo es mucho. Hubo momentos súper frustrantes”, enumera Graffigna cuando se le consulta por las dificultades atravesadas desde los comienzos del proyecto.

Sin embargo, el nivel de satisfacción es evidente. La librera es consciente de que Volcán Azul se ha transformado en una referencia de la producción editorial alternativa, con foco en los sellos independientes. “La idea era tener libros que nosotras como lectoras no encontrábamos en otros lugares. Queríamos apostar a la poesía, que siempre es incómoda para encontrar. También a la oferta de talleres, ser un espacio cultural que apueste por artistas locales. Nosotros vendemos contenido. No podemos poner la tapa de un libro y listo”, analiza.

Al mismo tiempo, la también comunicadora social explica que el contacto y la relación con los visitantes y clientes frecuentes es fundamental para sostener ese perfil asociado más a un centro cultural que a una sucursal de alguna cadena de librería. ¿Un ejemplo? Lectores cuidados, literalmente: “En medio de la corrida del dólar, pensamos esto de que no nos gustaría que la gente deje de leer por no tener plata. Decidimos ofrecer a clientes de confianza la posibilidad de tener una cuenta corriente o algún tipo de descuento, sobre todo pensando en que las tarjetas y los bancos se llevan muchísima plata. En vez que de que te lo financien ellos, te hacemos ese descuento directamente”, explica Graffigna.

Soledad Graffigna © Javier imaz00006
"Este año fue una bisagra, porque nos hemos consolidado con un determinado perfil". Foto: Javier Imaz

-¿Cómo se construye el vínculo con los clientes?
-A mí me cuesta mucho dejar de decirles “clientes”, estoy en un ejercicio de deconstrucción (risas) de empezar a llamarles lectores. Igual que “proveedores”, me parece un término muy frío. La relación tiene que ver con la recomendación, que es cada vez más personalizada porque conocemos más a quienes vienen, sabemos qué les gusta. Yo estoy desarrollando un sistema un poco más estructurado para saber los intereses de cada uno y poder laburar sobre eso. Es un proceso más largo, pero en la práctica tiene que ver con darle un mate a alguien que está dando vueltas hace rato para que se quede, o incluir en un comentario a otra persona que esté sentada acá. Se sienten cómodos por eso. Y creo que el catálogo también es un factor importante para ese vínculo.

Los lectores entienden nuestro espíritu y lo comparten. Además, el rol del libro es muy importante, porque tenemos autores que no son muy conocidos. Hay gente que vuelve por recomendaciones que hacemos. Y no sólo con cosas que nos gustan, también con géneros que no nos interesan. Siempre tratamos de buscar buena literatura. También por el lado de romper ciertas estructuras. Tenemos una sección de cosas que decidimos no tener. Hemos perdido algunos clientes por eso, pero hoy no me preocupa. Hoy nos bancamos un poco más la bardeada contra nuestras posiciones u opiniones.

-Hace tiempo utilizaste las redes de Volcán Azul para comunicar un intento de robo. ¿Sentís que hay una mirada de la librería sobre lo que pasa en el día a día?
-Yo siempre digo que encontré mi militancia en la librería. Quise militar en política hace muchos años, no encontré el espacio que me contuviera y con el tiempo empecé a ponerme muy escéptica con todo el sistema, que me parece ridículo. Estoy pensando en eso y hay muchos conceptos que nos inculcaron como rígidos e inamovibles, que los estoy difumando totalmente, y uno de ellos es el robo (risas). Fue una sensación muy fea porque fue alguien que vino dos o tres veces, nos había pedido un libro. No defiendo que vayan y roben en otras librerías sólo porque son más grandes, pero digo: ¡no nos roben a nosotros!, ¿viste? Nos cuesta muchísimo, no nos sobra. Si él hubiera querido un libro, le buscábamos la vuelta. Ahora, venir, generar un vínculo y robarnos... Lo conté en la fanpage de la librería porque creo que es importante decirlo, ni siquiera por marketing.

Brindis

Volcán Azul invita a celebrar sus primeros cuatro años de vida con un brindis abierto a la comunidad de lectores y curiosos. El evento se desarrollará el jueves 20 a las 21, en el local ubicado en la galería Barrio (Achával Rodríguez 244).

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