La década basseada

La fiesta “Bullybass” celebra su décimo aniversario y se despide como un clásico de la noche electrónica de la ciudad. Siempre con un estilo distintivo, el evento es punto de reunión para amantes de los graves bien pesados y los ritmos sincopados.

Cultura 11/12/2018 Juan Manuel Pairone
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Fotos: Agustín Cervai

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Si hay una movida con nombre propio, que comenzó como un ciclo de nicho y se fue abriendo a diferentes expresiones, esa es la de la fiesta Bully Bass. La celebración dedicada a los sonidos más graves de la electrónica, el hip hop y la música de raíces jamaiquinas no es sólo un evento en el que el público llega para divertirse, pasarla bien y volver a su casa. Detrás de “la Bully” hay toda una cultura sonora y audiovisual que atraviesa cada una de las decisiones que se tomaron a lo largo de los últimos 10 años. Es una fiesta, y también una forma de expresión.

Federico Mammana (conocido como Freshcore), Arturo Amoros y Federico Fresco están sentados en un bar en Jerónimo Luis de Cabrera y Fragueiro, límite entre Cofico y Alta Córdoba. Junto a ellos sirve otra cerveza Hernán Tazzioli, de Casa Babylon. Están hablando sobre el evento aniversario, que a partir de su gráfica tiene un marco épico desde el vamos, y que incluirá la presencia del DJ británico Silkie (por tercera vez en la Bully). No se terminan de poner de acuerdo en el orden de la grilla. Discuten con sentimiento. Y la charla sobre el presente remite indefectiblemente al pasado, a todo aquello que se festeja y se purga este próximo sábado en la sala de Bulevar Las Heras, una de las sedes míticas del evento.

La fiesta nació en Babylon. Con los años estuvimos en distintos lugares, hasta en Buenos Aires y Mar del Plata. Pero la fiesta es de Babylon”, analiza Fede Fresco. “Es la casa que la vio nacer, y la que la verá morir”, irrumpe Amoros, como confirmando -sin anestesia- aquello que podía percibirse en el aire desde algún tiempo atrás. Luego de idas y vueltas, con picos y descensos lógicos para un ciclo de este tipo, Bullybass decidió colgar los botines sin dramatismos. Antes de desvanecerse con el tiempo, es preferible festejar por todo lo vivido mientras haya ganas de hacerlo, parece ser el mensaje.

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Fotos: Agustín Cervai



La vieron

Bullybass nació oficialmente en octubre de 2008, con un evento en Casa Babylon que incluyó una muestra de intervenciones pictóricas sobre aproximadamente 40 tablas de skate en diferentes estados. “Era un delirio. Pensé que no iba a ir nadie”, recuerda Hernán Tazzioli, uno de los hombres detrás de Casa Babylon. “Pero como todo lo que se hace en la casa, hacía falta un poco de entusiasmo para convencernos nomás”, confirma uno de los dueños de la sala del Abasto, aliado fundamental de esta década de Bullybass, un producto que fue mutando y creciendo con el tiempo, y que se realizó ininterrumpidamente desde sus inicios.

“Fuimos uno de los primeros eventos en trabajar bien Facebook, cuando no existían los community managers. Después cambió todo”, analiza Fresco, al tiempo que recuerda con humor la época en la que imprimían cartelería, folletos y pasacalles. La imagen, fija o en movimiento, siempre fue un distintivo particular de la Bully, que vive en las retinas de muchos jóvenes de 30 y pico que transcurrieron su adolescencia entre cartillas, flyers y diseños con una personalidad exuberante. Hasta apenas algunos años atrás, bastaba con caminar el centro para cruzarse obligadamente con algún material gráfico diseñado para la fiesta.

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Algunos de los flyers y afiches fueron expuestos en el 8º aniversario. Fotos: Agustín Cervai



La Bullybass generó toda una cultura audiovisual alrededor de la música y la fiesta en sí misma. ¿Cómo se dio ese proceso?
-(Mammana): Fue raro. Al principio, si veías las gráficas del dubstep eran muy oscuras. Yo quería encontrarle la vuelta para representar esos sonidos para la gente de acá. Porque la oscuridad del dubstep no es terrorífica, sino más misteriosa, como un espíritu un poco rasta. Una oscuridad introspectiva, con bajos muy poderosos. Al principio usamos el humor, porque el cordobés se caracteriza por eso y una costumbre muy autóctona, Hicimos un puente, una mezcla. Mezclamos simbología de cultura popular, del barrio, con elementos de la música de allá. Es una fiesta hecha en Córdoba, con corazón londinense y alma jamaiquina.

“El segundo lugar con más jamaiquinos después de Jamaica, es Londres. Cuando los rastas con su cultura de soundsystem y de DJ los mudás de una isla en el Caribe a una isla donde está nublado todo el día y hay música electrónica…, de ahí salió toda la música urbana del Reino Unido. El jungle el dubstep, UK garage, el grime, el 2-step. Todo está muy empapado de la cultura jamaiquina”, detalla el diseñador conocido como Freshcore, que siente que la fiesta puso a Córdoba en el mapa de la escena electrónica underground. Un lugar por el que había que pasar.

Es un producto 100% cordobés”, señala el artista visual, al tiempo que remarca el carácter fortuito de todo lo que llevó al crecimiento de la fiesta. “En un momento no dimos cuenta que hacíamos dos fiestas por mes”, ilustra Amoros, quien destaca la llegada de varios nombres rutilantes de la escena electrónica asociada al dubstep. “Encima nosotros les pagábamos bien, siempre pagamos bien,” recuerda con orgullo.

“Todos los DJ que escuchábamos tuvimos la posibilidad de traerlos”, resume Fresco. “Él terminó haciendo laburos para Inglaterra, para los mismos locos que nosotros admirábamos”, dice, señalando a Mammana. “Escuchábamos la radio de Londres todo el día”, dispara el diseñador. “Lo teníamos como algo muy lejano, pero en un momento se contactaron con nosotros desde una agencia de California y todos esos chabones que escuchábamos en nuestras casas vinieron a quedarse a dormir a la casa de nuestras viejas. Pensaban que venían a un pueblito en las montañas y se encontraban con una fiesta para 1500 personas”, destaca Amoros.

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Fotos: Agustín Cervai



Años después el ciclo de la Bully parece llegar a su fin. Es parte natural de la historia de producciones del circuito emergente nacional e internacional. “Acá sonó trap antes de que fuera trap. No el trap latino que está de moda ahora”, sostiene Fresco. “Era rap del sur de Estados Unidos”, puntualiza Mammana. Y empieza otra discusión, otra vuelta de aportes e ideas. La fiesta se despide pero el amor por la música se sigue multiplicando. Bullybass es una muestra contundente de lo que puede ser esa chispa de generar algo nuevo y encenderlo hasta las últimas consecuencias. La despedida será, por supuesto, a toda orquesta.

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