Nada puede salir mal: sin dólares, el gobierno apuesta a incrementar importaciones
El último balance del Banco Central muestra un nuevo rojo cambiario. Las reservas se drenan y las importaciones continúan al alza. Sólo en el sector automotriz las importaciones crecieron 1.000% en lo que va del año.
El último reporte de la cuenta corriente del Banco Central, publicado el viernes, confirma lo que se viene sosteniendo: febrero fue un mes más de balance en rojo conforme la tendencia que se viene advirtiendo desde junio del año pasado. El informe da cuenta de que el desbalance del mercado de cambios que en un principio se neteaba con el excedente del intercambio de bienes continúa en estrés.
Esto quiere decir que el mercado de cambios continúa en déficit pero, al mismo tiempo, los dólares de la diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes son cada vez menos a la par que incrementa el déficit de la balanza de servicios por el gasto de turistas en el exterior. Esta es la tendencia que se observa últimamente. En donde los meses en que la economía insume más dólares de los que genera ya son nueve consecutivos.
En otras palabras, mercado de cambios en déficit, balanza de servicios en rojo y un intercambio comercial de bienes con superávit moderado dan por resultado la pérdida de reservas del Banco Central. Así, en lo que va del año la caída es próxima a 6 mil millones de dólares, pérdida que expone las debilidades del plan económico del gobierno al no poder acumular reservas.
El librecambio como compromiso ideológico
En este escenario, por definición ideológica y práctica económica, el gobierno apuesta a la apertura de las importaciones. Con ello buscan dos objetivos, “bienes de mejor calidad”, como han expresado los funcionarios, y, por otro lado, que bajen los precios por incremento de oferta. Al margen del cumplimiento de los objetivos que estas medidas se proponen, lo cierto es que se advierte un boom importador.
Si bien era de esperar que este año aumenten las compras al exterior por el efecto rebote de la economía, en los primeros meses las importaciones (contabilizando sólo los bienes) incrementaron 300% en comparación a enero-febrero del 2024. El sector que más se destacó fue el automotriz con un incremento de sus importaciones superior al 1.000% en lo que va del año. Leyó bien, no es un error de tipeo, mil por ciento. También se destaca la importación de alimentos y bienes de consumo empujado por las compras online.
A este ritmo la balanza comercial se desequilibra
El tipo de cambio apreciado junto con las desregulaciones burocráticas y arancelarias que propone el gobierno son un estímulo para las compras al exterior. Este incremento de los dólares destinados a otras economías esmerila el superávit comercial que en algunos sectores llega a niveles de alarma. Por caso la balanza comercial (exportaciones menos importaciones) del sector automotriz acumula un negativo de casi u$s2 mil millones. Un desequilibrio profundo, siendo que en el acumulado enero-febrero del 2024 el sector tenía un balance positivo de casi mil millones de dólares. Pese a ello el año 2024 concluyó con pérdidas por u$s3.000 millones. Con lo cual, las proyecciones para este año no son para nada alentadoras.
La balanza comercial de esta industria acumula el déficit más alto de la última década. Vale destacar que se trata de un predictor relevante de lo que termina ocurriendo con el dólar, ya que en los años en los que la balanza comercial automotriz acumuló grandes desequilibrios hubo problemas con el tipo de cambio.
Las importaciones de alimentos del granero del mundo
Asimismo, en la alimentación se observa un incremento de compras al exterior de la mano de la apertura comercial. En donde los productos de la industria de la alimentación paraguaya, uruguaya o brasilera ganan cada vez más espacio en las góndolas locales opacando la performance de un sector históricamente competitivo. Al momento, se trata de un fenómeno más visible en la zona del AMBA, el principal mercado del país.
Un importante empresario del sector comentó en off a este medio que el aperturismo genera “alertas”, por su impacto múltiple. “En la macro por el impacto en la balanza comercial y en la microeconomía por lo que genera en términos productivos para los sectores que no pueden competir”. Lo cual tiene efecto en nivel de actividad, “recaudación y empleo”. Asimismo, nuestra fuente destacó que las empresas líderes del mercado que “tienen marcas, posicionamiento y redes de distribución consolidades” no perderán posicionamiento, “solamente está agredida su rentabilidad”. Mientras que las empresas más chicas, que no tienen alta productividad en sus plantas, “están siendo las más afectadas”.
Sobre esto último, desde que implementaron las desregulaciones, los productores de tomates en conserva y pasta se vienen quejando por la presencia del mismo producto proveniente de Chile y China. En esas economías la carga impositiva del producto es mucho menor a la que existe acá por lo que los empresarios de ese sector denuncian que están perdiendo mercado. Al punto que no faltan productores que ven con buenos ojos dejar de producir para convertirse en importadores.
Mientras las divisas escasean aumenta el gasto suntuario de dólares
El otro aspecto que tensiona las cuentas el Banco Central es la balanza de servicios. En este punto hace mella el turismo emisivo alentado por un tipo de cambio apreciado. De modo tal que, en lo que va del año, el Central perdió más de 2 mil millones de dólares por turismo. Por esta vía, desde que asumió la actual administración se perdieron cerca de u$s9.000 millones.
Ahora, con la expectativa devaluatoria creciente es de esperar que el drenaje de dólares por esta vía crezca producto del adelanto de compra de pasajes y servicios para viajar al exterior pagándolos al tipo de cambio actual.
El gobierno apuesta a endeudarse para estirar un modelo ya agotado
Así las cosas, el gobierno no logra apaciguar las tensiones cambiarias desatadas en las últimas semanas. Apuesta a un nuevo acuerdo con el FMI y, mientras tanto, promesas de nuevos desembolsos para ganar oxígeno. Pero el principal problema es que el triángulo de hierro económico que le permitió controlar la inflación y el dólar en el 2024 ya no funciona. El superávit fiscal vía ajuste del gasto, la depresión de la demanda por recesión y la bicicleta financiera, permitieron al gobierno cosechar algunos buenos resultados económicos de corto plazo.
Sin embargo, la dinámica económica de este año es diferente. Se espera un efecto rebote tras dos años recesivos, con lo cual se requerirán más dólares para financiar esta dinámica. Por otro lado, el ajuste sobre jubilados y obra pública tiene un límite. Asimismo, es de esperar que si la economía rebota también lo haga el consumo. De modo tal que esto colisiona con la baja de precios por depresión de demanda como ocurrió en 2024.
Además, desarmado el carry trade por la baja de la tasa de interés, un volumen importante de pesos buscará dolarizarse. Frente a estos desafíos y con una expectativa devaluatoria creciente, administrar mal los escasos dólares es definitivamente el peor de los caminos.
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