El resultado electoral, a pesar de Córdoba: No, no se pudo
Juntos por el Cambio logró achicar la brecha. Sin embargo, los resultados de la región centro no pudieron "dar vuelta la elección". El futuro del macrismo mediterráneo.
La provincia de Córdoba es ese punto en el mapa político nacional en el que las preferencias electorales contradicen el humor general del país. Aunque, esta vez, no quedó aislada en sus preferencias explícitas: la acompaño el cordón central de las provincias más ricas de la Argentina.
El pasado jueves, Mauricio Macri logró reunir a una multitud en el centro de la capital. Ni siquiera en su momento de mayor aceptación popular, allá por comienzos de su gestión, había logrado generar esas imágenes que recorrieron todo el país durante la semana previa a la elección. El obelisco, Mar del Plata, Jujuy y Rosario también le habían regalado postales inéditas para una fuerza (con las características de la suya) a lo largo de toda la historia nacional. Pero no alcanzó. El “adentro” de cada hogar argentino fue más fuerte que la impronta callejera que supo ser espejo del humor social en otras etapas del país. Y que, a la luz de los resultados, sólo se mostró en parte. Como suele suceder.
Macri no pudo porque todo lo que prometió en el 2015 se esfumó con los datos de una realidad apremiante para la mayoría de quienes transitan diariamente las calles del país, que se supieron estafados, engañados y, una vez más, desilusionados. No pudieron las banderas argentinas que escondieron ideología, los augurios de un futuro próspero que quisieron evadir los presentes de miseria y el trabajo por venir que intentó tapar el 35,4% de pobreza y el 10,1% de desocupación.
No, no se pudo porque el efecto de los discursos que estigmatizaron las gestiones pasadas, no lograron surfear el caos generado por la actual administración y porque el país dejó de creerle a Macri, a sus funcionarios, a los medios afines y a la militancia del “no vuelven más”.
Macri no pudo porque su proyecto se agotó sin siquiera llegar a presentar un indicio de repunte. La esperanza se esfumó en el momento exacto en el que los resultados de las políticas implementadas por Cambiemos se hicieron palpables para la gran mayoría de los argentinos. Lo que a Menem le había sucedido después de ganar las presidenciales del 95, a Macri le sucedió después de que su fuerza se floreó victoriosa en las legislativas del 2017. A diferencia del actual mandatario, la gestión del riojano había podido mostrar un puñado de políticas efectistas a comienzos de su mandato.
Esta vez, Macri no pudo hacer que Córdoba logre torcer el destino del país. Pintada de amarillo, una vez más, la provincia mediterránea deberá repensarse de cara los tiempos por venir. Los tiempos de Cambiemos, además, parecen haberse llevado puestas las esperanzas del radicalismo y de las expresiones afines al macrismo, que auguraban futuros prósperos cuatro años atrás.
Más allá de la medida algarabía del domingo, las cuatro fuerzas políticas que expresan al oficialismo saliente en la provincia tendrán que resolver algunas rencillas internas que ya no tendrán el paraguas aglutinador de la Presidencia. Algo de eso se vio en el bunker este domingo: un Luis Juez que se proyecta entendiéndose como uno de los ganadores de la elección, un radicalismo divido en dos (Mestre y Negri prácticamente se superpusieron en sus apariciones ante la prensa y los más allegados al intendente abandonaron tempranamente el salón predispuesto en el Holiday Inn del barrio Poeta Lugones) y un discurso de Macri en mute, que apenas unos pocos se preocuparon por escuchar, infructuosamente. Sin festejos colectivos, sin fotos conjuntas, y con el escenario como adorno, una vez más.
Más allá de acortar la brecha de modo significativo, Macri no pudo. Habrá que ver si lo que hasta este domingo llamamos macrismo, logra trascenderlo o si la experiencia de Cambiemos se habrá agotado luego de cuatro años marcados por unas pocas victorias electorales y un puñado de políticas que dejaron al país al borde del abismo.
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