Honrando al folclore, un clásico moderno está de fiesta

La Jam de Folclore es un grupo estable y un evento que ha cobrado vida en diferentes espacios y situaciones, con una cita mensual en Cocina de Culturas desde hace ya dos temporadas. Pero también es una forma de entender la música como reunión creativa y espacio de convivencia de diferentes tradiciones. Con la intención de honrar el repertorio del cancionero popular argentino, pero siempre desde un abordaje heterodoxo.Esa es la premisa que atraviesa a la aventura abordada por Julián Beaulieu, Chelko Pajón, Diego Bravo y José “Negro” Gómez, a punto de cumplir sus primeros cinco años. Por eso, el próximo sábado 22 de septiembre habrá celebración a tono, que incluirá la actuación del cuarteto y también una peña abierta, en la que participarán algunos de los artistas que fueron parte del ciclo y también aquellos que quieran sumarse.

“La idea es volver a la matriz inicial de La Jam, que es compartir en una peña abierta con amigos cercanos de Córdoba. Quisimos volver a ese formato más libre porque los shows del ciclo en Cocina de Culturas han sido más premeditados, con un repertorio bien definido”, comenta Beaulieu al ser consultado por esta suerte de fiesta de cumpleaños que tendrá lugar desde el mediodía.

“En este caso, en un primer momento vamos a presentar el repertorio del cuarteto, que es lo que viene girando. Y después, en un almuerzo con amigos, compartir una peña. Hay muchos artistas invitados, y no queremos anunciarlos porque nos parece lindo que la gente vaya a compartir ese concepto. Pero van a estar los amigos que siempre nos acompañan”, adelanta el guitarrista. “Es una celebración de este camino, que ha crecido de una forma muy loca y muy rara, y es algo muy satisfactorio para nosotros”, admite Beaulieu, con evidente orgullo.

Los tiempos cambian

Cinco años atrás, La Jam de Folclore inició su camino como un coletazo del evento que popularizó el cuarteto jazzero. Es lo que hay en el mítico 990 Arte Club. Aquellas “jam sessions” semanales fueron el caldo de cultivo de un proyecto similar, pero apuntado al ámbito folclórico. “Quisimos adaptar el formato, pero sin que sea jazz con algún ritmo folclórico. Sino al revés: folclore con colores del jazz y el rock”, recuerda Beaulieu.

“En un primer momento lo armamos en formato trío con Diego Bravo y el “Negro” Gómez. Y después cuando se sumó el Chelko en el bandoneón cerró esa sonoridad entre moderna, en el sentido de lo eléctrico y a su vez tradicional si se quiere. Es una confluencia que está muy trabajada en el folclore, hay expresiones muy de avanzada. Pero es difícil encontrarse con gente que conozca más o menos del palo que sabe uno y que esté dispuesta a jugar en la música folclórica. Se ha dado con este grupo y para nosotros es una especie de pequeño sueñito, poder juntarnos a ensayar, tener el proyecto y que eso tenga una fecundidad artística linda”, aporta el guitarrista.

Creando espacios de encuentro

- Surgieron como una juntada, se convirtieron en un evento mensual y con el tiempo también en un grupo estable que acaba de editar su primer disco. ¿Cómo fue cambiando el concepto del proyecto en estos cinco años?
- Lo del disco fue una especie de coronación de la primera etapa, de los primeros tres años del proyecto, de momentos que nos habían gustado, entonces decidimos revivirlos en este disco. Era un desafío, la primera vez que grabábamos en vivo. El proyecto siempre fue mutando de forma natural. Muchos amigos nos sugerían hacer un show propio, y para nosotros tocar está teñido de compartir con alguien. Cuando definimos el proyecto pensamos en esa capacidad de crear espacios de encuentro. Así que nos decidimos a producir un pasito más arriba, invitando a gente de afuera con la responsabilidad de tener que gestionarles todo. Para sorpresa nuestra muchos empezaron a decir que sí, y así se fueron generando encuentros y cruces entre artistas de otros lugares y músicos locales, que han sido una locura.

- Han invitado a figuras como Raly Barrionuevo, Roxana Carabajal, el Dúo Coplanacu, Luciana Jury o, recientemente, a Juan Falú. ¿Cómo es esto de compartir con artistas que son referentes incluso para ustedes?
- Fue un ciclo que se armó sin la idea de chuparle las medias a nadie, y sí con la idea de decir ‘bueno, acá está la escena de Córdoba, pasan cosas, hay músicos muy capaces, hay público que sostiene eso: vení a compartir porque la vas a pasar bomba’. La primera que vino fue Verónica Condomí y empezó a hablarle a sus amigos. De que estaba todo bien, que era lindo, que sonaba bueno. Y el otro día, con Falú, personalmente fue un sueño, yo no paso una semana sin escuchar su música. Y es gente muy solista, no toca nunca con banda. Y al otro día me mandó un mensaje diciéndome que hacía años que no se sentía tan cómodo. Creo que es la idea de animarse a compartir. Son monstruos, pero en definitiva todos estamos pisando sobre un lugar común, que es el folclore. Además lo hacemos con respeto, acomodándonos a los estilos de las personas que vienen. También se trata de desmitificar eso de que hay artistas que no sabés cuánto te van a cobrar o qué se yo. En mi caso personal también es romper esa barrera que crea la fama, que es medio ridícula. Son gente que vive en un barrio común y se mueve como cualquiera de nosotros. Cuando se dan esos encuentros yo no lo puedo creer. Pero también tengo la idea de que hay que seguir apostando desde acá, que sucedan cosas.

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