Rusia y la nostalgia sin argentina

La hinchada albiceleste dejó su huella en Moscú y en cada ciudad donde pasó la Selección. Calidez, amistad, hermandad, improvisación y pasión son los ingredientes que contagiaron a todos los locales.

Deportes 10/07/2018Federico JelicFederico Jelic
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Por: Federico Jelic
ESPECIAL DESDE RUSIA

Cada tanto, de manera aislada aunque al fin de cuentas es más corriente que extraño, aparece un cántico de guerra argentino, como un recuerdo que se resiste a escaparse de las calles de Moscú. Rusia fue testigo de la pasión argentina, de los banderazos, de las canciones improvisadas, y la nostalgia lo hace sentir. En un bar de Nizhni Novgorod, en una pantalla, muestran repetidamente imágenes del asentamiento de hinchas en las sillas y mesas cantando el “vinimos todos juntos a Rusia a alentar a Argentina” y del “La que tiene a Messi y Maradona”. Una melancolía alegre, con retazos de una realidad que fue hermosa y que no olvidará.

“Argentina, we love you”, nos dice con un rudimentario inglés una inspectora del tren que une los 420 kilómetros entre Moscú y Niznhi Novgorod, mientras nos enseña su teléfono celular con videos de los hinchas y fotos posando con un montón de locos con la camiseta celeste y blanca. En los restaurantes, decir la palabra “arguentina” como dice la pronunciación rusa y se les enciende una sonrisa.

Y esa felicidad no solo descansa en Lionel Messi, sino en la creatividad y la espontaneidad de los argentinos de poder empezar a cantar en cualquier momento, en los peores incluso, y de hacer parte de la fiesta a los que como testigos disfrutan la celebración ajena.

Ahora sin Argentina en carrera, hay grupos aislados que cantan y se unen a otros equipos, como Colombia y Uruguay, porque no pudieron revender sus entradas o prefieren prolongar su estadía en Rusia; excusa por la cual solicitaron vacaciones o estiraron algunos días de viaje solo para ilusionarse con la copa del mundo. Por ejemplo, en Croacia –Dinamarca en número los hinchas argentinos superaron a los protagonistas en cuestión. Fue por aquellos que ilusionados con poder ganarle a Francia, habían tomado recaudos y se la jugaron, todo sea por no perderse de ver al equipo en cuartos de final ni sufrir la inflación de los boletos de reventa.

Ya la Plaza Roja y la peatonal Nikoslkaya lucen con armonía. Fue centro de los banderazos de apoyo al plantel, en la preciosa calle de las luces, donde los puestos locales pudieron presenciar en primera fila la locura de los argentinos por el fútbol. Los que hacen trucos de magia para impresionar, los que pintaban los colores en las mejillas de los rusos para hacerse de alguna que otra moneda, o de los que prestaban gorros a los transeúntes para invitarlos a alguna foto. Ni el frío ni el viento que proviene del río Moscow pudo contra ese calor del tablón argento, que donde pasa deja su huella. Y la espera sigue latente, cuenta regresiva con Qatar 2022, para seguir con el legado social de alentar e integrar a todo aquel que tenga pasión por la pelota y por los colores celestes y blancos.

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